De pronto, todo fue caos. Todos corrían de un lado para otro. La mayoría eran mujeres y niños. Mamá corrió cuanto pudo entre la maleza de aquel potrero. Delante iban dos mujeres que habían dejado atrás a sus pequeños. Los niños dormían cuando los saldados llegaron.
Supongo que mi madre sabía que esto pasaría pronto, por eso nunca me dejaba solo en ningún momento. Siempre me tenía a cuestas. En su espalda o en su regazo; en el rebozo.
Los soldados que las seguían estaban muy cerca. Mamá se tropezó y cayó en una pequeña hondonada. Rodó conmigo a cuestas. Sabía que no podía seguir. Pensó que esto era el final. Se agazapó debajo de la grama que crecía alto y para evitar mi llanto que fácilmente nos delataría me amamantó.
Uno minutos más, los soldados habían capturado a las señoras. En parte, ellas se habían entregado porque sus hijos se habían quedado abandonados y ya estaban en poder de los soldados.
Es día hubo varias capturas. El pelotón se quedó en el lugar hasta que llegó el helicóptero que trasladaría a los capturados a la base militar. Mamá no sabe cuanto tiempo pasó. Todo ese tiempo estuvimos los dos bajo el monte. Me susurraba que no llorara.
Tardó el helicóptero en llegar. Y aterrizó cerca de donde estábamos. Un soldado que cuidaba los alrededores mientras subían a las personas detenidas al helicóptero, se paró justo donde nos encontrábamos. Al aterrizar el helicóptero hizo que la grama nos cubriera más. En algún momento el militar se paró justo en el pie de mi madre pero no se dio cuenta.
Luego de llevarse a las personas los soldados se fueron. Mamá optó por no moverse de ahí. Pasamos el resto del día tirados. Esa tarde llovió torrencialmente y no fue sino hasta muy entrada la noche que mamá consideró oportuno levantarse.
Caminó conmigo en la oscuridad toda la madrugada sin rumbo definido. Para entonces, no sabía nada de mis hermanas, que habían corrido para diferentes puntos. Al mismo tiempo mi padre nos buscaba temiendo lo peor.
Para fortuna de todos, esa noche y los siguientes días, poco a poco, la familia se fue reuniendo en algún punto de los parcelamientos. Ese fue el momento decisivo para buscar el camino hacia el exilio a México.
En el no-día de la madre, gracias, mamá Olivia, por nunca dudar incluso sacrificar su vida para que yo pudiera vivir.
¡Maltyox nan xyala nuk'aslemal!
Olivia Quinilla es la protagonista de la crónica Olivia, sus hermanas, y la condena de Ríos Montt, a la que pertenece la fotografía.
Agustín Ortiz es periodista y protagonista de la película "Polvo".