Me refiero, por temas aparentemente inconexos, al Consejo de Pueblos K’iche’ (CPK) y a Movimiento Semilla, respectivamente. Los primeros acaban de convocar a una marcha histórica por su legítima autodeterminación, en defensa de la vida, la naturaleza y el territorio. Los segundos hicieron de conocimiento público la decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de autorizar la inscripción de su grupo promotor, lo cual indica que siguen en la carrera para formalizarse como partido político y ofrecer así una tan ansiada opción electoral antisistema.
Estas historias, en principio muy propias y separadas, estarían destinadas a cruzarse. Pero vamos paso a paso. En Guatemala, como en todas las sociedades de la centuria de las distracciones y las banalidades, hay ciudadanos conscientes y hay personas inconscientes por ignorancia o apatía. Dentro del grupo de personas que se pueden considerar conscientes (y por ende ciudadanos-parte de la sociedad cívica), también hay grados, matices e inclinaciones.
Bien, pues en nuestro país hay una línea muy clara, aunque nada fácil de descifrar, entre los de conciencia urbana y los de conciencia amplia, ambos buenos y necesarios sin duda. Pero más nos vale enfatizar que sin una conciencia amplia de país (amplia en historia, en diversidad étnico-cultural y en contexto coyuntural) es imposible hablar de evolución a un siguiente estadio de coexistencia pacífica y sostenible, una meta que todos acá compartimos.
De hecho, los guatemaltecos gozamos de una oportunidad privilegiada: la de nutrir un debate de altura respecto al pluralismo cultural y la noción de vivir bien (o del buen vivir). En Bolivia y Ecuador, también con altos índices de poblaciones originarias, estos conversatorios ciudadanía-Gobierno han desembocado en lo que se conoce como nuevo constitucionalismo y abre un espacio crítico para repensar el modelo socioeconómico basado en la empresa extractiva, el privilegio fiscal, la competencia bestial y la primacía del mercantilismo sobre el humanismo.
Con este texto pretendo abrir la percepción de la conciencia nacional hacia su dimensión más espaciosa, la cual debe incluir necesariamente el conocimiento de las cosmovisiones, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos originarios y de los campesinos organizados, quienes conforman más o menos la mitad de la población nacional. Específicamente quiero honrar en esta ocasión al CPK, brazo del Consejo de Pueblos Mayas (CPO) en Quiché.
El caso es que el CPK convocó a una marcha pacífica para la próxima semana con tres consignas precisas:
- Rechazo al aumento de las tarifas de energía eléctrica, la cual se instituyó de muy mala fe a pesar de un subsidio programado para este año. Una sucia práctica de la Empresa Eléctrica que no debe sorprendernos, pero sí indignarnos.
- Defensa de los bosques que pertenecen a sus territorios ancestrales, los cuales están siendo vorazmente talados con el indiferente beneplácito del Estado, a favor de la empresa extractiva y en perjuicio permanente de ecosistemas únicos, incluyendo nacimientos de agua vitales para los pobladores de la región.
- Denuncia de niveles históricos de corrupción en el Congreso, que, a causa del estado permanente de secuestro del Estado por parte del vandalismo militar y neoliberal, ha dejado al departamento de Quiché en una situación de indefensión y vulnerabilidad aumentada, particularmente en lo que se refiere a la aplicación de justicia.
Hago un humilde llamado a quienes tengamos la oportunidad de unirnos a esta marcha para que lo hagamos sin dudarlo. Saldrá el 22 de febrero a las 9 de la mañana de la plaza central de Santa Cruz del Quiché.
La otra historia que cuenta
La otra noticia importante de la semana es que el Movimiento Semilla ha dado un paso firme hacia su constitución definitiva como partido político. El 10 de febrero, el TSE autorizó la inscripción de su grupo promotor, y con ello surgen dos oportunidades únicas para la organización: por un lado, se le regala una dosis de oxigenación y estímulo para que sus promotores afronten el resto del proceso constitutivo con una agenda y un discurso realmente futuristas y demuestren que lo dicho hasta ahora no es humo. Segundo y posiblemente más importante, la oportunidad inigualable de abrir espacios de encuentro con las bases sociales que puedan dotar al grupo de legitimidad democrática (en los términos descritos, por ejemplo, el CPO, el Comité de Desarrollo Campesino, Wakib’ Kej y la Asamblea Social y Popular).
Sin estos dos pilares es más que probable que el proyecto termine desvaneciéndose en la periferia electoral. Otro autosabotaje de la débil socialdemocracia organizada, que sigue sin encontrar el recipiente contrahegemónico.
Para la nueva junta directiva de Semilla, manifestar su apoyo a la marcha del Consejo de Pueblos K’iche’ del 22 de febrero sería un paso inequívoco en esa dirección. Lo último que quieren los guatemaltecos conscientes es otro grupo de élites que se vista de pueblo soberano.
Mientras el fantasma de Pedro de Alvarado siga vivo, encarnado en el Estado saqueador, la fuerza simbólica de Tecún Umán seguirá habitando el corazón colectivo de un pueblo indomable. Han pasado 500 años desde la invasión blanca a tierras mayas k’iche’, y será con el vigor que dan 500 años de indignación que marcharemos al unísono. Mestizos e indígenas en fuerte alianza resistiremos con una convicción especial, pues nos sabemos llenos de verdad.
Involúcrate si lo deseas en @CPKiches y @msemillagt.
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