De nada sirve hidratarse, de nada sirve pasar tiempo dentro, de nada sirve nada. El aire increíblemente seco no perdona. Aún no han llegado los sangrados de nariz que predijo Will, pero están al caer. Los siento gestarse en mis fosas nasales.
Seguramente será uno de los signos que terminé de llegar a El Paso. Ayer mandé mi primera nota, una cosa chiquitita, muy corta. Pero es la primera. Era sobre los números del año pasado del Border Patrol. Cada día hay menos inmigrantes que intentan entrar, dicen.
Del juicio aún no he escrito nada. El fiscal y la defensa de Posada Carriles siguen enfrascados en cosas que en apariencia son inútiles. Ayer pasaron unos 15 minutos tratando de que un testigo dijera, tras ver una foto, cuántos metros había entre un determinado punto y una mancha de sangre tras una explosión en 1997. A veces eran cinco metros, otras, doce.
Y me pongo a pensar si en realidad es posible acordarse de esos detalles pasado el tiempo. Al final, los recuerdos se desconstruyen y se recomponen para ajustarse a nuevas situaciones. Se ajustan a las emociones presentes y sirven no para construir una nueva narrativa vital sino para justificar el contexto presente.
Yo, por ejemplo, no puedo por más que intento sacar en claro nada de los hechos de septiembre último.
Es todo una mancha borrosa. El viaje a España y Austria. Con mi papá, siempre fueron peleas con subtexto, discutir un punto pero pelear por algo que pasó cinco, diez añor atrás.
Hoy es como si hubiera estallado una granada en la central de recuerdos. Quedan, del viaje, momentos puntuales. Una pelea con mi padre a las dos de la madrugada, miles de kilómetros de carretera y cientos de túneles, un memorable paseo en bicicleta y otro fantástico en moto, la sombra de Roland, un anillo que se quedó sonto por unos días. Buenos momentos, sí; cariño, mucho sí; alcohol, mucho también; y una eterna sensación de desasosiego y duda.
Y el fiscal preguntándole al testigo si llegó a las 12:20 o a las 12:30 al hotel Meliá Cohiba el día de la explosión, un doce de abril de 1997. ¡Y el hombre se acuerda!
Hay veces que es necesario tomar distancia y alejarse para ver las cosas más claras. Hay veces que es preciso alejar a las personas a quien uno tiene cariño para… no sé para qué. ¿Para tener un poco de paz?, puede ser. Para comenzar una nueva relación con la persona vieja. Una relación que parte de cero, con nuevas reglas, con nuevos fines. Ayer me tocó hacer eso con mi papá. Quiere venir a El Paso. Yo quiero que comencemos por llamarnos de vez en cuando.
El juicio es como en las películas, nada menos. Ocurre en una sala enorme, con un techo que fácilmente tiene unos cinco metros de altura, o doce, depende si pregunta la defensa o la fiscalía. La juez usa corbata y es seria aunque en esa seriedad de los gringos que no tienen empacho en admitir que “se me olvidó por completo leer esos papeles que me dio la defensa pero después de almuerzo lo hago”. Los otros periodistas dicen que es una fitness freak y que era instructora de aeróbicos, pero enfundada en la toga, no hay más que tomarles la palabra.
En lo que si no estoy dispuesto a tomarle la palabra a Al (Alfonso) Chardy, el reportero del Miami Herald, es en la calidad de las hamburguesas de Big Bun. El hombre cambia su versión de cómo es el lugar más que un testigo guatemalteco.
Anteayer me juraba que el Big Bun se llamaba Nice Buns o Tasty Buns o algo asi como en doble sentido. Y además juraba que era un sitio atendido por un Tejano, uno de esos tejanos que estuvieron en El Alamo, peleando contra Santa Anna.
Ayer me dijo que el dueño es un arabe o, quizá, griego.
“He’s Arab or Greek, with the beard. I don´t think he washes well but the burgers are amzaing. I think he is arab, the waiter is Mexican but the people in the kitchen are weird”, [Es árabe o griego, con la barba. Creo que no se baña bien pero las hamburguesas son increíbles. Creo que es árabe, el mesero es mexicano pero la gente de la cocina son raros] dice luego de pasarme un volante con el menú del lugar. Es un activista passive aggresive de las hamburguesas con aguacate.
Big Bun, sobra decirlo, está en mi lista de pendientes por conocer en El Paso.
24 de febrero de 2011
J.
You come to me with excuses
Decked out in a robe
You wear me out…
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