El Ejército de Guatemala es un modelo de entidad dedicada a violar los derechos humanos. Los institutos Adolfo Venancio Hall se dedican a reproducir ese modelo.
Celebro que el ministro de la Defensa, general de división Williams Mansilla, en declaraciones oficiales haya evidenciado, con descaro notable y sin tapujos, lo que él y los militares guatemaltecos piensan de las mujeres y de sus derechos, y en particular de las que son víctimas de ataque sexual. Supongo que cuando Mansilla dio esas declaraciones estaba convencido de que lo que estaba...
Celebro que el ministro de la Defensa, general de división Williams Mansilla, en declaraciones oficiales haya evidenciado, con descaro notable y sin tapujos, lo que él y los militares guatemaltecos piensan de las mujeres y de sus derechos, y en particular de las que son víctimas de ataque sexual. Supongo que cuando Mansilla dio esas declaraciones estaba convencido de que lo que estaba diciendo es consistente con lo que él entiende por «formación cívico-militar», honor y ciencia.
Me parece que Mansilla ni se dio cuenta de que sus declaraciones se concentraron en las supuestas faltas de la joven de 14 años y de que prácticamente no dijo nada del soldado que la violó. Que si estaba ebria, que si tenía un romance con el soldado y demás supuestos defectos de la joven. Pero del soldado, nada. Casi se compadeció de él, como si él fuese la víctima, quien no tuvo otra que seguir su naturaleza de hombre, macho y bestia. Como si, ante el supuesto proceder culposo de la joven, este criminal no tenía otro remedio que ultrajarla. Porque, después de todo, es hombre, como Mansilla y los demás militares.
En esta lógica perversa y criminal, las autoridades militares no denunciaron al violador ante el Ministerio Público e internaron (retuvieron) a la joven en las instalaciones del instituto. Luego de una semana la trasladaron al Hospital Nacional de Retalhuléu, cuyas autoridades, después de brindarle atención médica a la joven y de constatar que había sido víctima de un ataque sexual, presentaron la denuncia que correspondía.
Además, Mansilla reconoció que han tratado de silenciar a la familia de la joven, de escasos recursos, ya que, según sus propias declaraciones, les han dado una beca de estudios y alimentos. ¡Hasta las han acompañado a hacer las compras! Vaya amabilidad. ¿No se darán cuenta de que esa compañía no es una escolta protectora, sino un acto de intimidación, una amenaza para que no hablen del asunto? ¿No se dan cuenta de que están aprovechándose de la necesidad económica de esa familia? ¿Qué esperan? ¿Que la madre les agradezca la beca de Q750 mensuales, la comida y la violación de su hija? Y, como muestra de su sabiduría y justicia, ahora deciden echar a todas las mujeres del centro para proteger a los soldados de sus propios instintos criminales.
De verdad son unas bestias criminales.
En mi opinión, además de esta condición propia de la milicia guatemalteca, el ministro Mansilla, el director del Instituto Adolfo V. Hall del Sur, coronel de infantería diplomado en Estado Mayor Enrique Juchuña Cumez, y otros más deben renunciar, ser dados de baja con deshonra y, sobre todo, ser perseguidos penalmente por encubrir al soldado violador. Son, además, responsables por haber retenido a la joven una semana, por no haberla trasladado de inmediato al hospital y por intentar, de forma descarada y abusiva, sobornar a la familia de la víctima.
Este es el momento de eliminar todos los institutos Adolfo Venancio Hall. No son centros educativos, sino de adiestramiento que reproducen una forma de pensar y actuar criminal. En particular, misógina y machista. Estos centros deberían trasladarse al Ministerio de Educación y ser convertidos en institutos civiles de educación media, pero de verdad, que tanta falta hacen.
Estoy seguro de que este no fue un hecho aislado y de que solo es la punta de un iceberg. Así, levanto mi voz como ciudadano y ¡exijo la eliminación de los institutos Adolfo V. Hall y usar las instalaciones como institutos civiles de educación media!
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