Ak’abal lo expresó claro en su poema Piedras, arriba citado. Y lo planteó de otra manera en Y llegó el Oxlajuj B’aqtun cuando dijo: «… ser poronel es tener vergüenza, / porque un quemador de pom / no debe desnudar su cara». En ambos casos Ak’abal parece referirse al contexto ritual de las comunidades mayas de Guatemala y a elementos característicos de estas sociedades, donde la templanza, la prudencia y el uso de las palabras adecuadas son valores colectivos muy apreciados. En el kojonik, la espiritualidad maya, es bastante evidente, pero esta discreción-frugalidad del habla no se circunscribe únicamente a ello, sino que es un elemento fundamental, articulador, identitario, de estas sociedades mesoamericanas. Y, como tal, también ayuda a ordenar sus comunidades colectiva o políticamente.
Bastantes elementos concretos (basta con ver la bibliografía especializada —arqueológica, epigráfica y etnohistórica—) muestran que las sociedades mayas y mesoamericanas en general valoraban el uso correcto de las palabras, la economía verbal y el lenguaje florido, adornado y ritual. Su uso ha abarcado muchos espacios y, sin duda, esta idea de discreción y frugalidad se prolongaba más allá del habla y la escritura. Sin embargo, no es lo mismo la discreción del habla como valor que la discreción como estrategia frente a un poder opresivo. Todo indica que esto último surgió durante el proceso de invasión y colonización llevado a cabo por los europeos a partir del siglo XVI, con sus ideas sobre una sola forma de vivir lo que llamamos cultura, una sola espiritualidad o ritualidad, y la subordinación a un solo mando (el rey español). No obstante, la combinación de ambas perspectivas no es algo contradictorio, y ya Barbara Tedlock (1982) lo notó al señalar una tendencia histórica —entre los k’iche’ en su caso— de creación de estrategias de todo tipo basadas en un «dualismo complementario» o, en una terminología más común desde hace un tiempo, en procesos de «mayanización». Así, elementos clave como la discreción siguen tan firmes como hace siglos, aunque con cambios.
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El paro del 29 de julio hizo evidente el carácter plural y heterárquico de las manifestaciones en repudio a la corrupción y también en cuanto a los horizontes políticos y socioculturales planteados. Para muchos analistas, la organización alrededor de estas movilizaciones carece de propuestas claras, de hojas de ruta entendidas en el sentido occidental (es decir, una especie de manual con nombres y legislaciones que se busca eliminar o modificar), de una homogeneidad que, como reflejo imperfecto del Estado que pretenden demoler, tomar o transformar, se les pide a estos colectivos. No obstante, estas aparentes carencias pueden referir más a una discreción estratégica, por llamarla de algún modo. Tampoco están obligados a compartirles todo a analistas externos. Decirles lo adecuado a las personas indicadas y en los momentos propicios es algo que, entendido como valor comunitario y estrategia política, también se vive como algo cotidiano en muchas comunidades.
La mayoría de (si no todas) las formas de organización social comunitarias de los pueblos maya y xinka que existen hoy tienen sus fundamentos y orígenes en formas extremadamente complejas anteriores a la invasión europea. Anteceden al régimen colonial y al Estado republicano. Han convivido con estos y a pesar de estos. Y, con casi total seguridad, continuarán más allá de la existencia del Estado de Guatemala actual, así como lo hicieron durante la Colonia hace dos siglos. Pero desde la década de 1830 no se veía que las castas (ladinos, en su mayoría) no solo se aliaran a mayas y a xincas, sino también que los pueblos originarios lideraran el movimiento completo. Y esa vez liquidaron no solo el intento federal centroamericano, sino también el reformismo acelerado que estaba destruyendo a las sociedades indígenas y ladinas pobres.
Las comunidades y los colectivos sociales siempre han hablado entre sí, se han organizado y movilizado y han comunicado lo que desean comunicar. Pasó durante la plural y masiva Rebelión de la Montaña y su alianza con los mayas del altiplano. En ese entonces, como ahora, la comunidad prevalece.
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