Educan con su ejemplo y nos invitan a elegir la dignidad en las urnas, pero también como forma de vida. Muchas de las palabras y frases que componen esta columna provienen de publicaciones, consignas, canciones y poesía vertida por guatemaltecos dignos que trenzan nuestra diversidad en la posibilidad de una sola aspiración: la de un país en el que quepamos todas y todos para vivir dignamente y felices.
Este es el mensaje que trajo el Iq’, el viento sagrado, desde los cuatro puntos cardinales. Viene desde las costas del océano Atlántico, desde Xelajuj No’j, desde la Zona Reina, desde San Carlos Alzatate, desde el Movimiento de Ciudadanos contra la Corrupción en Patzicía, desde Chwi miq’ina’ y Tz’olojya’. El viento trajo la voz de líderes y de lideresas que, siendo herederos de la energía de las abuelas y los abuelos, cargan a tuto la responsabilidad de velar por la vida de los niños que valientes los acompañan. Su mensaje es de resistencia. Invoca levantamientos, desobediencia, movimiento. Una declaratoria de guerra por la victoria de lo que sus corazones quieren heredar a los nietos, a sus nietos, a nuestros nietos.
En ocho días el mensaje vino a paso cansado, pero no por la caminata y la distancia, sino por el cansancio que ha provocado este sistema. Cansado de la opresión a quienes queriendo vivir auténticamente no lo pueden hacer. Cansado de la explotación a las hermanas y los hermanos de quienes se extraen recursos, trabajo, agua, aire, ciencia. Cansado de la criminalización de líderes, defensores y comunicadores porque reconocen el valor de la tierra, del territorio, de la historia y de la identidad. Cansado del racismo y la exclusión. Cansado de la corrupción por la muerte que trae. Estamos cansados de los engaños, la violencia y la impunidad.
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La Marcha por la Dignidad cultiva en nuestro corazón la semilla de la flora casi extinta que acoge el ser sobre el tener. Alimenta nuestra sed de justicia y libertad. Nos enseña a luchar por la madre tierra como una forma de luchar por la vida misma. Nos desea descanso del avaro monstruo del despojo que posee los cuerpos y las almas de oligarcas y políticos impunes. Recomiendo tranquilidad para que podemos recuperar las fuerzas que nos permitan ver el amanecer después de la oscuridad. A pesar de todo, de la historia y del presente, nos invitan a hacer red. Nos aceptan en su petate tejedor de fuerzas.
Yo, personalmente, no puedo más. Acepto la invitación. Humildemente me uno a su acción en libertad. Reconozco la victoria en su andar. Un andar que mató ya al egoísmo y que dicta la sentencia de la verdad sobre la mentira. Me uno a su fuerza por denunciar la oscuridad que existe detrás de un sistema de despojo que se instauró hace mucho, pero que se ha mantenido a merced de nuestra violencia y gracias a nuestra omisión. No es cierto que atestiguáramos bloqueos campesinos el día de hoy en la ciudad de Guatemala. Malditos sean los traidores que, abusando de sus medios, difaman, mienten y engañan. Hoy escuchamos un llamado a la liberación y vimos al pueblo que, aun cargando el peso de la pobreza y de la exclusión, vive en auténtica libertad por su apego a la dignidad, la vida y la justicia.
La resistencia en la tierra de los bosques es histórica. Si permanece en el tiempo y trasciende los territorios, no es por la fuerza de las armas ni por la barbarie de los ejércitos. Es gracias a su coherencia, a su sabiduría, a la autenticidad de su compasión, a la fuerza de su solidaridad. Seamos un pueblo humilde investigando, pensando, analizando, dialogando. Actuemos con dignidad para ser, más que lo probable, lo soñable. Desgastémonos, quemémonos, provoquémonos el deseo de ser más que de tener, la responsabilidad de heredar vida más que de comprar miseria. Sea coherente y contundente: no vote por la basura; elija la dignidad.
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