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¿Qué se recuperó (o espera recuperarse) con la nueva AEU?

“Esta revolución, cuyas armas fueron la organización y el diálogo, es el primer paso para la recuperación de la Universidad y del país”, decía Lenina García, emocionada
Recuperar la AEU implicaba una tarea titánica: remover a la estructura espuria que la tenía cooptada desde 2000, reorganizar a las asociaciones, sanear la Huelga de Dolores y transparentar los procesos administrativos
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¿Qué se recuperó (o espera recuperarse) con la nueva AEU?

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Las luchas por recuperar la dirección de la Asociación de Estudiantes Universitarios de la USAC reviven las esperanzas de retomar las reivindicaciones históricas —académicas, políticas, sociales y económicas— que la más importante organización estudiantil de Guatemala impulsó y acompañó durante el siglo pasado dentro y fuera de las aulas, y que desaparecieron al ser cooptada por grupos mafiosos. Después de los aplausos y felicitaciones, toca a la nueva dirigencia estudiantil transitar por espinosas y empinadas avenidas para, con estilos y formas nuevas, ser de nuevo referente del movimiento social guatemalteco.

“Porque mientras haya estudiantes, ¡habrá revolución!”. Lenina Amapola García López terminaba su discurso y los asistentes alzaban rosas rojas mientras hacían eco a la histórica consigna del movimiento estudiantil en Guatemala. Era el 7 de septiembre por la tarde, y García, junto a 14 estudiantes más, tomaba posesión del secretariado de la nueva Asociación de Estudiantes Universitarios “Oliverio Castañeda de León” (AEU). Con ese acto culminba el proceso electoral iniciado meses atrás a fuerza de organización y presión para recuperar la legitimidad de la más importante representación estudiantil del país. Pero también marcaba el inicio de una nueva etapa para la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) y para el movimiento social nacional.

Eran las 16:30 horas y el Aula Magna Iglú de la USAC estaba a reventar. Más de 500 personas presenciaban el acto. Al frente, a un lado del escenario, se observaba el retrato en blanco y negro del mítico Oliverio Castañeda de León; al otro lado, una fotografía de septiembre de 2016 recordaba el momento en el que cientos de estudiantes desconocieron a los representantes de la estructura que durante 17 años mantuvo secuestrada a la asociación.

La AEU ha sido un actor clave en la vida política universitaria y nacional durante el último siglo. Es un símbolo histórico de participación estudiantil. Los grupos de estudiantes universitarios participaron en el derrocamiento de Manuel Estrada Cabrera (1920), lucharon contra el régimen de Jorge Ubico (1944) y lograron (en alianza con estudiantes de nivel medio) consensos entre sindicalistas, docentes, obreros y demás sectores populares en las jornadas de marzo y abril de 1962 contra el fraude electoral y la corrupción en el gobierno de Miguel Ydígoras Fuentes.

La nueva AEU, electa en agosto de este año, inició su período enfrentándose a una profunda crisis política en el país. Su primera acción fue sumarse a la Articulación por la vida, contra la impunidad y la corrupción, una convergencia de más de 35 organizaciones sociales que exigían la renuncia del presidente Jimmy Morales y el respeto a las consultas comunitarias. Ante el intento del Congreso de aprobar un paquete legislativo pro-impunidad, los ciudadanos de nuevo se volcaron a las calles, muchos de ellos encabezados por la AEU —algo que no ocurría desde hace 20 años—. Tan sólo siete días después de haber asumido la representación estudiantil, con el respaldo del Consejo Superior Universitario, la AEU convocaba a un Paro Institucional en la USAC, al que se sumaron cientos de organizaciones, pequeñas y medianas empresas e instituciones y una convocatoria previa del Comité de Desarrollo Campesino (Codeca).

Eduardo Say

La última convocatoria legítima para elegir al secretariado de la AEU fue en el año 2000 y, poco a poco, ese espacio de representación se fue distanciando de los mismos estudiantes. La pérdida de la AEU significó un deterioro en el movimiento estudiantil y generó un agujero en los engranajes del movimiento social de Guatemala. Por eso, la recuperación de esta emblemática plataforma organizativa desde y para los estudiantes ha generado expectativas y un desborde de apoyo de diferentes sectores de la sociedad civil.

“Esta revolución, cuyas armas fueron la organización y el diálogo, es el primer paso para la recuperación de la Universidad y del país”, decía Lenina García, emocionada, antes de finalizar su discurso de toma de posesión como la primera Secretaria General de la AEU electa.

¿Recuperar qué institución?

“Frente a la corrupción, el poder estudiantil” era la consigna de Frente, una alianza de grupos democráticos y progresistas de la USAC surgido en 1975. Durante la Guerra Fría y el conflicto armado interno en Guatemala, también se daban álgidas discusiones políticas en el seno de las agrupaciones estudiantiles respecto a la estrategia y la vía por la cual transformar las estructuras del país; la izquierda dentro de la USAC siempre tuvo matices. Algunas organizaciones, como el Frente Estudiantil Revolucionario “Robin García” (FERG), se inclinaban por la lucha armada influidos por el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), y otras como Frente, que se relacionaban más con el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), buscaban posicionarse democráticamente a través de la vía electoral.

José Cruz ingresó como estudiante de Ingeniería en la USAC en 1971. Tenía 20 años y se vinculó a Frente, que en 1978 posicionaría a Oliverio Castañeda de León como Secretario General de la AEU. “Había un clima de participación política democrática. Eso es lo que ahora, en 2017, los jóvenes están comenzando a recuperar”, dice Cruz, quien fue representante de su facultad ante el Consejo Electoral Estudiantil Universitario en las elecciones de 1975. “La corrupción que padece ahora la Universidad es resultado de la despolitización, y la nueva AEU parece estar comprometida con cambiar esas condiciones”, agrega.

¿Qué pasó con la Universidad humanista que acogió intelectuales, promovió liderazgos estudiantiles y acuerpó la organización social? Una prolongada ola de represión estatal la silenció e inmovilizó.

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El académico Virgilio Álvarez en su libro Conventos, Aulas y Trincheras explica cómo, durante el gobierno de Romero Lucas García (1978-1982), las políticas de Estado estaban basadas en el terror y la Universidad no escapó de ellas. El 20 de octubre de 1978 Oliverio Castañeda de León fue asesinado en el centro de la ciudad, tras participar en las celebraciones conmemorativas del Día de la Revolución. Cientos de estudiantes, profesores y trabajadores de la USAC fueron víctimas de la represión contrainsurgente en los años setenta y ochenta.

“Al instaurar una táctica de terror contra la Universidad de San Carlos el Gobierno desencadenó una campaña de asesinatos y desapariciones enfocada en autoridades, catedráticos y estudiantes. Al tiempo que la acusó repetidamente de ser ‘un foco de subversión’ hizo alejarse de ella a muchos de sus elementos (…) Esta represión también produjo en la sociedad un prejuicio anti sancarlista (…) La estigmatización también fue una de las armas empleadas para debilitar la imagen de la USAC, factor que sigue presente en la memoria colectiva.” (Comisión del Esclarecimiento Histórico. Capítulo 3, 1999: 118)

En 1980 renunció el rector Saúl Osorio Paz, como resultado de la intimidación y la represión hacia la Universidad. Fue sustituido por el ecologista Mario Dary Rivera, vinculado a sectores conservadores y al régimen luquista, en cuyo mandato la USAC comenzó a distanciarse de un proyecto educativo para la transformación. Dary fue asesinado en 1981 por grupos contrarios al régimen de Lucas; su sucesor, Eduardo Meyer Maldonado, mantuvo la misma línea conservadora. Los espacios administrativos fueron cedidos a personas afines y la relación entre el gobierno y la Universidad se estrechó.

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Durante el período de Meyer al frente de la rectoría (1982-1986), se realizó la Asamblea Nacional Constituyente de 1985 que dio vida a la actual Constitución de la República. En ésta, se crearon las Comisiones de Postulación que dieron voz y voto —y poder político— al Consejo Superior Universitario (CSU) de la USAC y a la decanatura de la Facultad de Derecho para elegir magistrados de la Corte de Constitucionalidad, de la Corte Suprema de Justicia, de Salas de Apelaciones, fiscal general del Ministerio Público, entre otras. De tal manera, los puestos académico-administrativos dentro de la USAC comenzaron a ser aún más cotizados, puesto que podían decidir sobre el sistema de justicia del país y ofrecer una serie de favores políticos. Antiguos líderes estudiantiles y profesionales identifican ese período como el inicio de la “cooptación de la USAC” por grupos ajenos a la academia y la política universitaria, vinculados a partidos políticos tradicionales. Eduardo Meyer se unió a la Unidad Nacional de la Esperanza, y en 2007 fue elegido diputado. Presidió el Congreso en el período 2008-2009, y fue condenado por el desvío de Q82.8 millones, y obligado a devolverlos.

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El espacio estudiantil arrebatado

La Universidad ha sido semillero de cuadros políticos y líderes sociales. Sus espacios organizativos se han convertido en uno de los terrenos más fértiles para la formación de la clase política del país por su propia naturaleza de juventud y rebeldía. Las relaciones de los sancarlistas con agrupaciones externas a la Universidad han existido desde siempre.

Los estudiantes de la USAC comenzaron a organizarse a finales del siglo XIX a través de agrupaciones de Derecho y Medicina. Durante el régimen de Manuel Estrada Cabrera, en diciembre de 1919, surge el Partido Unionista a manera de oposición. Este integra líderes estudiantiles a esa agrupación para derrocar al dictador. De esa semilla surge la Asociación de Estudiantes Universitarios en 1920. De ahí en adelante las diversas tendencias políticas e ideológicas del país siempre han penetrado las organizaciones estudiantiles. Los estudiantes antiubiquistas, los anticomunistas, los arbencistas, los socialcristianos y los revolucionarios, entre otras tendencias, han tenido vínculos con el Partido Comunista, la Democracia Cristiana, el Movimiento de Liberación Nacional, el PGT y con la URNG. Las organizaciones de estudiantes desarrollaron líneas de trabajo bidimensionales: a lo interno de la institución, defendiendo la calidad educativa y la representación estudiantil, y a lo externo, proyectándose como actores políticos capaces de aportar a la solución de las problemáticas nacionales.

Los vínculos entre agrupaciones políticas externas y el movimiento estudiantil fueron el resultado de una organización social amplia y fortalecida que veía en los estudiantes una oportunidad de formar cuadros, de fortalecer sus bases, lo cual —según Cruz— no es posible hoy en día debido a que no existe una fuerza política de representación nacional. “La última organización que lo logró fue la URNG en los 90 dentro de la USAC, pero con los Acuerdos de Paz las cosas cambiaron”.

La Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) fue una de las organizaciones políticas que mantuvo vínculos orgánicos con las agrupaciones estudiantiles sancarlistas hasta mediados de los 90. Manolo Vela Castañeda, secretario de la AEU (1994-96), explica “en 1997 se pretendía realizar un proceso de compactación. Queríamos unificar las estructuras que atendían a los militantes dentro de cada unidad académica. En lugar de tener cuatro [EGP, PGT, ORPA y FAR], aspirábamos a una sola. El punto de llegada sería una Juventud Universitaria de la URNG”. Pero en el proceso hubo desavenencias entre los cuadros estudiantiles y los dirigentes de la antigua guerrilla, lo cual dio como resultado la renuncia de Vela y una veintena de líderes. Desde los mandos altos de la URNG no se continuó con un esfuerzo para llevar a cabo la unificación. El debilitamiento de estas bases dio paso a que otras estructuras echaran raíces en los espacios estudiantiles. “La URNG estructuraba y animaba de forma constante y sistemática a que los estudiantes se organizaran en cada unidad académica. Pero después de la firma de la paz eso se perdió y le organización decayó”, explica Vela.

Eduardo Say

Las complicaciones y anomalías en las elecciones comenzaron formalmente en el año 2000. Las elecciones para la AEU de ese año tenían dos planillas en la contienda: Solidaridad Estudiantil y Compañer@s. El primero, buscando posicionar a Jorge Mario García, alías “Gilligan”, como Secretario General, y el segundo buscaba la reelección de Fernando Sánchez, ligado a la izquierda histórica. Sin embargo, la planilla Compañer@s se retiró de las elecciones denunciando irregularidades en el proceso y una serie de amenazas. Sin más, Jorge Mario García asumió el secretariado general (2000-2002) y, desde entonces, los procesos electorales han sido denunciados como fraudulentos e ilegítimos, según otras organizaciones estudiantiles. Los supuestos estudiantes vinculados a la estructura que tiene cooptada la AEU desde ese entonces han tenido —según relatan integrantes del Consejo Superior Universitario— contratos laborales con la USAC como asesores de rectoría, en el Departamento Jurídico o en el área de ubicación y nivelación de los estudiantes de primer ingreso. Además, estudiantes de Derecho y Humanidades se comenzaron relacionar partidos políticos como el PAN, Líder y el Patriota, entre otros.

Werner Castillo, actual coordinador académico de la Escuela de Ciencias Políticas y exintegrante de la asociación de esa escuela a finales de los 90, recuerda que cuando fue parte del Consejo Electoral Estudiantil Universitario (CEEU) que convocó a las elecciones de 2000, la organización agonizaba. “Nosotros ya sabíamos que la organización venía decayendo, inclusive intentamos crear un Comité por el Rescate del Movimiento Estudiantil, pero nos quedamos sin candidato [refiriéndose a Sánchez], y ahí ganaron los de Gilligan como planilla única”, cuenta en una pequeña oficina del segundo nivel del edificio M5 de la USAC.

En ese mismo año surge el Frente Estudiantil Universitario (FEU), una suerte de convergencia de organizaciones de diferentes unidades académicas. Tenían como objetivo la denuncia de las políticas neoliberales impulsadas por rectoría. En 2002, como medida para presionar al Consejo Superior Universitario, este grupo ocupó el edificio de rectoría con el fin de eliminar el examen de admisión para estudiantes de primer ingreso que, de acuerdo con sus planteamientos, limitaba el acceso a la educación superior. En 2007, a iniciativa de estudiantes de Agronomía, se creó la Asamblea Permanente de Estudiantes por la Autonomía (APEA), y en 2008 se conforma la Asamblea General de Estudiantes Universitarios (AGEU). Desde ahí se discutía, principalmente, la restitución de los derechos de los estudiantes en la elección a Junta Directiva de las Facultades, y entonces surgió la propuesta de realizar una Reforma Universitaria. Las diferentes líneas de trabajo de las organizaciones que conformaron esos espacios generaron tensiones desembocando en su disolución. Las preocupaciones del estudiantado en ese momento no eran la recuperación de la AEU, sino la defensa del gobierno tripartito y la calidad académica.

No fue sino hasta 2010, con el surgimiento de la organización Estudiantes por la Autonomía (EPA), que la demanda por la realización de elecciones legítimas se vuelve a mencionar en conjunto con la exigencia central de que se realizara una reforma universitaria. De agosto a octubre de ese año, EPA convocó a una huelga estudiantil y tomó el campus central por 54 días como medida de presión. El resultado fue una mesa de discusión que no obtuvo frutos. EPA y su movimiento se desvirtuó meses después.

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Que no se convocaran elecciones para la AEU en 2012 reactivó la discusión acerca de la importancia de crear grupos estudiantiles legítimos. Las críticas y acusaciones obligaron a los directivos de la AEU a integrar una Comisión Transitoria y Reguladora, conformada por personajes allegados a la misma estructura que parecía fortalecida. Esta figura jurídica no existe legalmente dentro de los estatutos de la Asociación. En los pasillos de la Universidad, el descontento era latente. Las organizaciones estudiantiles comenzaron a tener como horizonte la recuperación de la AEU. Encontraron una primera grieta para lograrlo cuando en 2014 se vivió una reestructuración dentro de los Comités de Huelga de Dolores (mandos medios de la red de la cooptada AEU) a raíz del asesinato de Roberto Vásquez, uno de los dirigentes más violentos de los Comités, lo que se tradujo en un fraccionamiento interno.

La Huelga de Dolores es un espacio de universitarios sancarlistas que surge a finales del siglo XIX con el fin de utilizar el arte y el humor para la crítica social. Con el pasar de los años se consolidó el Honorable Comité de Huelga, un espacio de organización estudiantil que tenía como tarea la organización de la huelga. Con la represión y el debilitamiento del movimiento estudiantil, los Comités de Huelga se desvirtuaron al punto de ni siquiera llevar un registro de quiénes se encontraban oficialmente en la organización de cada unidad académica. El desprestigio aumentó cuando, el pasado 29 de septiembre, en el marco de las elecciones para la Asociación de Estudiantes “El Derecho”, integrantes del Honorable de esa unidad académica vapulearon a integrantes de la planilla ganadora. Días después, en una asamblea extraordinaria, los estudiantes de Derecho exigieron a las autoridades expulsar a los agresores.

“El Honorable [Comité de Huelga] es un espacio que ha otorgado identidad a los estudiantes, mucho más que las mismas asociaciones. Su saneamiento es complicado porque manejan cantidades incalculables de dinero en la época de la Huelga, y en facultades como Humanidades han venido a sustituir a las asociaciones de forma anómala”, explica Castillo. Las asociaciones son el peso y la base de la AEU, a través de las cuales pueden incidir en espacios como el Consejo Superior Universitario que tiene representantes estudiantiles de las diferentes facultades.

Recuperar la AEU implicaba, entonces, una tarea titánica: remover a la estructura espuria que la tenía cooptada desde 2000, reorganizar a las asociaciones de las diferentes unidades académicas, sanear la organización de la Huelga de Dolores y transparentar los procesos administrativos.

Los días para hacer historia

La búsqueda de participación democrática dentro de la Universidad había sido un anhelo no saciado de las últimas generaciones que transitaron por sus aulas. La AEU no estaba al alcance de los estudiantes, y ese distanciamiento implicaba olvidarse de la posibilidad de proponer mejoras académicas, transformaciones administrativas e inclusive generar vínculos entre diferentes centros regionales.

A finales de 2015, Usac es Pueblo (una de las agrupaciones universitarias no institucionales que tomaron auge a raíz de las movilizaciones contra la corrupción) solicitó un espacio en la sesión del Consejo Superior Universitario (CSU) para exigir la democratización de la AEU. La efervescencia de la Plaza traspasaba también las aulas universitarias. Sin embargo, no hubo una respuesta contundente desde del CSU. 

Ante la serie de negativas por parte de las autoridades para plantear una estrategia de recuperación de la AEU, los estudiantes de las asociaciones de diferentes unidades académicas comenzaron a buscar nuevas estrategias. El 20 de septiembre de 2016, seis asociaciones desconocieron públicamente a la Comisión Transitoria, y junto a otras cinco que se sumaron al proceso, constituyeron el Consejo Consultivo Estudiantil Universitario (CCEU) para luego conformar el Consejo Electoral Estudiantil Universitario (CEEU) para que llamara a elecciones. "Fue camino cuesta arriba, porque nos tocó levantarlo todo desde cero y pelear contra la administración corrupta de la USAC al mismo tiempo", explica Sebastián Samayoa, integrante del Consejo Electoral por parte de la Asociación de Veterinaria y Zootecnia.

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El CEEU debía convocar a elecciones, sin embargo el Consejo Superior Universitario se negó a darles el padrón por meses, alegando a través de su Departamento de Asuntos Jurídicos que las asociaciones debían estar acreditadas. Mismo departamento que, años atrás, emitió un dictamen favorable para que la Comisión Transitoria y Reguladora quedara al frente de la AEU y pudiera recibir la tasa estudiantil (Q5 que cada estudiante paga por el derecho a matricularse; cerca de Q1 millón anualfs).

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Así, por la larga, lograron convocar a elecciones para el 18, 19 y 20 de agosto sin todavía tener el padrón oficial. Pero les aguardaba una última sorpresa: el jefe del departamento de Registro y Estadística entregó el padrón electoral a Roberto Muñoz, exsecretario de la AEU (2010-2012) y quien se autoasumió como presidente de la Comisión Electoral convocada por la Transitoria. Muñoz se negó a dar declaraciones para este reportaje. Era evidente que la estructura que tiene cooptada la AEU deseaba llevar a cabo un proceso electoral paralelo.

El CSU sesionó de manera extraordinaria el 17 de agosto para discutir la problemática con la entrega del padrón. Esta reunión fue solicitada por el representante del cuerpo docente de la Facultad de Medicina ante el CSU, Julián Alejandro Saquimux, con el apoyo de Karina Herrera (representante del Colegio de Farmacia), Alejandro Estrada (estudiante de Odontología) y Myrna Herrera (docente de Agronomía). Carlos Enrique Camey, secretario general del CSU, asegura Saquimux, trató de evitar la sesión con el argumento de que el rector Carlos Alvarado Cerezo no se encontraba. “Pero claro que podíamos porque Roberto Velásquez (decano de la facultad de Ciencias Químicas y Farmacia) estaba en funciones como rector interino”, explica.

Luego de varias horas de discusión el representante estudiantil de Humanidades alegó que lo sesionado no era válido, y que quien debía presidir la sesión, por ser el decano más antiguo, era Walter Mazariegos, decano de la Facultad de Humanidades, y conocido por sus vínculos con la Comisión Transitoria y Reguladora y por coordinar la movilización de estudiantes de su facultad (la más grande de la USAC) para elecciones a rectoría. Mazariegos asumió la decanatura después del asesinato (no esclarecido) de su antecesor, Mario Calderón, en el 2008.

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Cientos de estudiantes abarrotaron el edificio de rectoría mientras se sostenía la reunión del CSU. Werner Castillo explica que este fue un momento clave que avivó el interés de los estudiantes en el proceso electoral. El CSU resolvió entregar el padrón a Valeska Contreras, presidente del CEEU, para que las elecciones pudieran llevarse a cabo de forma legítima.

Por fin, llegó el sábado 18 de agosto, el primer día de las históricas elecciones para recuperar la AEU. Más de 15 mil estudiantes (de los 100 mil matriculados en el campus central con derecho a voto) acudieron a las urnas durante los tres días de votaciones. Ni las colas de 45 minutos, ni tener que correr entre clase y clase fueron un impedimento para ejercer su derecho a elegir. Jorge Tumax, estudiante de la escuela de Ciencias de Comunicación, comenta emocionado: “Yo nunca pensé que iba a poder ejercer mi voto, creía que me iba a graduar sin elegir representantes estudiantiles”.

Relaciones, dudas y resultados

Los resultados de las votaciones fueron presentados oficialmente por el CEEU el 31 de agosto. La planilla postulada por el grupo Frente, liderada por Lenina García López, estudiante de Licenciatura en Idioma Español y Literatura en la Escuela en la Escuela de Formación de Profesores de Enseñanza Media, ganó las elecciones en 13 de 20 unidades académicas (6,949 votos).

La planilla de Frente tuvo una amplia cobertura mediática, lo cual motivó la crítica de algunos sectores estudiantiles que se cuestionaban cómo habían obtenido el espacio publicitario. Frente surgió de la alianza entre integrantes de Usac es Pueblo (UeP) y otros líderes que tenían experiencia en asociaciones estudiantiles. Sus relaciones con UeP levantan algunas cejas, ya que se vincula a esta agrupación con el rector Carlos Alvarado Cerezo, quien les ha apoyado con materiales y permisos logísticos desde el 2015. Asimismo, durante la elección a magistrado para la Corte de Constitucionalidad en 2016, Lucia Ixchíu, integrante de UeP, que también era representante ante el CSU, votó en contra de conocer las tachas que tenían los candidatos, posibilitando así la elección del candidato del rector, José Francisco de Mata Vela. Ixchíu, quien no quiso dar declaraciones para esta nota, en aquella ocasión votó por Jordán Rodas Andrade, quien actualmente funge como PDH (2017-2022).

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 “Usac es Pueblo surge en una coyuntura, pero esta tenía que acabar con un logro, y ese era recuperar la AEU”, dice Mynor Alonzo, fundador de UeP, al ser cuestionado respecto a su relación con Frente. Sin embargo, Lenina García, explica que si bien algunos de los integrantes de la planilla fueron parte de UeP, son dos espacios organizativos diferentes y autónomos. Reconoce el trabajo que desde UeP se ha realizado dentro de la Universidad aglutinando distintos grupos de organización estudiantil en 2015, pero “Frente no es la continuación de Usac es Pueblo”, asegura enfática.

Ante el Consejo Electoral Estudiantil Universitario se inscribieron inicialmente cuatro planillas para disputar electoralmente el Secretariado General de la AEU, la primera a finales de 2016 y la última en julio de este año. “Ninguna de las planillas tiene bases, son más organizaciones de individuos que han tenido ganas de hacer cosas, pero que no cuentan con un respaldo amplio del cuerpo estudiantil. Ese es uno de los retos que tiene la nueva AEU” comenta Werner Castillo. El no tener bases representa un problema de legitimidad, de posibilidades organizativas y de movilización. García dice que la actual AEU cuenta con estudiantes que han tenido experiencia con agrupaciones de sus unidades académicas, y esperan consolidar esa organización a través de asambleas, espacios culturales, deportivos y formativos, e integrando a nuevos estudiantes a sus comisiones de trabajo. “Estamos trabajando en la creación de una escuela de formación política, en la cual los estudiantes van a poder vincular sus áreas de experiencia académica con la política nacional”, agrega García.

El alcance de la victoria

“Las elecciones de la nueva AEU abren la participación democrática para las nuevas generaciones de sancarlistas”, dice convencido José Cruz. Y es a partir de ese ejercicio de involucramiento que la AEU busca resolver las problemáticas internas de la universidad, que no son pocas.

La Reforma Universitaria planteada en 2010 por EPA, sigue en un impasse. “Este es un punto toral, ya que vendría a modificar la Universidad en términos administrativos, académicos y los programas de extensión”, comenta Werner Castillo. Sin embargo, a pesar de que la Mesa de Trabajo conformada por docentes, autoridades y estudiantes se reúne todos los viernes, poco ha avanzado.

Tanto José Cruz como Werner Castillo coinciden en que la mejor manera de “ordenar la casa” es recuperando las asociaciones de cada facultad y escuela. Esto implica, también, regular la entrega de la tasa estudiantil a cada una de ellas.

A pesar de no tener representación en el Consejo Superior Universitario, si la AEU gana el respaldo del estudiantado, puede inclinar la balanza de las decisiones del gobierno universitario, como la elección de magistrados, representantes de la Junta Monetaria, de la Junta Directiva del IGSS, e inclusive puede influir en la próxima elección para rector en el 2018. De acuerdo al Mapa de Poder realizado por la Dirección General de Investigación (Digi) de la USAC en 2014, la Universidad cuenta con más de 30 representaciones en esferas de dirección del sector público y es la única universidad del mundo que cuenta con iniciativa de ley.

Según Miltón Caná, responsable de la Comisión de Asuntos Universitarios de la AEU, esta también tiene decenas de representaciones externas, pero desconoce cuáles son. “Esperamos que cuando recuperemos La Nave (el edificio de la AEU tomado por la Comisión Transitoria y Reguladora) a través de un procedimiento administrativo, encontraremos algunos registros e información al respecto”, comenta. Por el momento, solamente se conoce de la representación de la AEU ante la a Junta Directiva del TRANSMETRO y Multisectorial del Transporte.

Simone Dalmasso

En cuanto a su papel en la política nacional, se espera que la AEU sea capaz de aportar capacidad de movilización y de influir en las decisiones que toma la USAC como actor político. Sin embargo, la ambivalencia de las posturas de la Universidad en los últimos años se deja entrever, dificultándole a la AEU el diálogo con las autoridades.

En 2015, en plena crisis política, el rector Carlos Alvarado Cerezo convocó a conformar la Plataforma Amplia para la Reforma del Estado. Este espacio aglutinó a representantes del sector empresarial, a colectivos de calle, organizaciones indígenas y campesinas, organizaciones de mujeres, agrupaciones estudiantiles. Desde ahí surgió una propuesta para reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Pero después del 2015, este esfuerzo se desvaneció.

En 2016, la oficina del PDH, la CICIG y el MP presentaron una serie de reformas constitucionales con miras a fortalecer el sistema de justicia en el país, las cuales fueron rechazadas por el rector Alvarado Cerezo porque eliminaban las Comisiones de Postulación para la elección de magistrados a las cortes y el Fiscal General de la República, en donde participan representantes de esa casa de estudios.

Aunque a veces en público la Universidad se presenta como aliada de los movimientos populares, a puerta cerrada elige a magistrados de dudosa reputación como parte de una cadena de deudas y favores políticos. Respecto a su relación con las autoridades de la Universidad, Lenina García explica que como AEU su función es exigirles que asuman su responsabilidad y que cumplan con lo que les mandata la institución y el cuerpo estudiantil.

Estos son los movimientos de agilidad política al que la nueva AEU se enfrenta, y debe hacerlo sin ingenuidades ni confianzas plenas, mientras genera alianzas con los movimientos sociales y maniobra con las posibilidades de mejorar la calidad educativa de los estudiantes, quienes pusieron en ellos sus históricas esperanzas de la transformación de su Alma Mater.

Según Manolo Vela, a la AEU le corresponde ser una voz crítica sobre lo que pasa en el país y dentro de la USAC e influir en la política nacional a punta de movilizaciones y propuestas. “Con estas elecciones, la sociedad ha recuperado un instrumento de lucha y de participación”, agrega.

García reconoce las dimensiones de la responsabilidad que asumieron y la estrategia que deben seguir: “No vamos a plantearnos un plan utópico para estos dos años, cuando lo que nos urge para poder accionar es recuperar las bases. El estudiante sancarlista es la asamblea, es la soberanía y es la autoridad y por lo tanto ellos van a estar acompañando a la AEU en todo este proceso”, concluye. 

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