En esta coyuntura, esta pregunta ha rondado bastante tiempo en mi cabeza. En los últimos días hasta he llegado a pensar que, cada vez que nos dicen que somos libres de elegir, nos están jugando una broma de mal gusto.
Aunque la ley establece que el voto es secreto y que libremente podemos tomar la decisión de votar por el candidato más afín a nuestras ideas, lo último que hacemos es eso.
Consciente e inconscientemente nos hemos visto influenciados en nuestra decisión de voto por masivas campañas publicitarias que nos han orientado a elegir al candidato con la mejor canción o el eslogan más ingenioso, y no con la mejor propuesta.
Parte de ello se ha debido a la incidencia que tiene la televisión abierta en nuestro país. Para ser más precisa, a la influencia que tiene Remigio Ángel González en decidir qué candidato tiene más tiempo de aire gratis en sus diferentes medios.
Desde que el señor González (el ángel de la democracia/desgracia) adquirió los canales 3 y 7 en 1981, se ha dedicado a favorecer a candidatos presidenciales a cambio de que estos respeten su monopolio de Albavisión. Empezó con Vinicio Cerezo y hoy lo hace con Manuel Baldizón y Sandra Torres.
Esta tendencia no solo ha provocado una competencia desleal entre los candidatos presidenciales, sino también ha pervertido nuestro sistema de partidos políticos, pues ahora los candidatos no necesitan planes de gobierno ni propuestas decentes para captar la atención de su electorado. Saben que para llegar a la Casa Presidencial no se necesitan ni la mejor visión para el país ni el mejor equipo de trabajo. Saben que acá se trata de quién tiene la mayor exposición en los medios, y para eso solo necesitan la aprobación del ángel.
Evidencia de ello es que hasta la fecha existen candidatos que aún no cuentan con más que un par de eslóganes pegajosos como plan de gobierno. Alguien les habrá dicho que empleo, seguridad y educación son las mejores ofertas electorales, y por eso repiten esas palabras en cada oportunidad que tienen, pero ninguno ha podido plantear un plan integral que verdaderamente permita alcanzar una sociedad educada, segura y empleada.
Algunos se han vuelto más desesperados y, cuando la exposición mediática no les ha bastado para asegurar el voto, han tenido que recurrir a medidas más coercitivas, de manera que han condicionado la ayuda, los alimentos, las láminas e incluso el trabajo a cambio de nuestro derecho de elegir libremente.
En este contexto, con estas dinámicas que se han venido afianzando en las últimas elecciones, nos resultará bastante difícil poder elegir libremente al candidato que más nos guste, y no al menos peor.
Pero además, en este contexto de cambio en el cual los políticos pierden hoy su poder y nosotros lo tomamos de nuevo, existen varias acciones que podemos hacer para empezar a cambiar dicha tendencia.
En este proceso, en esta recta final, tanto los ciudadanos como los medios de comunicación independientes (claro que los hay) tendrán un rol importante en cambiar la discusión y en orientarla a lo que verdaderamente nos importa: quién los financia, qué propuestas tienen y quiénes conforman su equipo de trabajo.
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