¿Se han preguntado alguna vez qué pasa cuando un menor de edad, niño o adolescente, nunca es adoptado? Sí, hay niñas, niños y adolescentes que nunca son adoptados. Viven en casas hogar del Estado o privadas. Normalmente superan los seis años y ven cómo sus compañeritas y compañeritos de menor edad se van con familias mientras ellos se quedan allí. Antes de que mi hija de nueve años me adoptara, ella ya había vivido una experiencia de adopción a sus cuatro años, pero esa familia decidió ya no tenerla, por lo que vivió el trauma de ser regresada a una casa hogar. Además, su edad ya complicaba la posibilidad de encontrar una familia adoptiva.
La mayoría de las familias que deciden adoptar (también pueden hacerlo personas individuales) buscan a un bebé o a alguien que no supere los cinco años. Esto sucede por la creencia de que, mientras más pequeño, más fácil será educarlo y transmitirle los valores y los principios que maneje la persona o familia. Es su derecho decidirlo así, pero, en mi experiencia de padre adoptivo, debo decir que esa transmisión de valores y de principios puede darse con normalidad siendo ellas o ellos mayores de cinco años. Debes comprender que no serán intrusos en tu casa, que tienen necesidad de una familia que les dé amor y que eso esperan de ti.
Cierto día me molesté con mi hija porque no obedeció una instrucción. En ese momento, por querer quedar bien conmigo, me golpeó por accidente. Me enojé mucho y le ordené que se fuera a su cuarto. Alrededor de los 20 minutos llegó conmigo y me dijo: «Papi, ¿me perdonas? Me está costando esto de ser hija y tal vez tú querías una hija distinta para adoptar». Ella me demostró en ese momento que tiene muy clara la situación en la que se encuentra y que valora la familia que tiene. Por lo tanto, a su corta edad me manifestó su disposición a aceptar los valores, los principios y la formación que como núcleo familiar queremos brindarle. Puede decirse entonces que es falso el mito de que debe adoptarse a alguien menor de cinco años para que esa transmisión de valores y principios sea efectiva.
Adoptar a un adolescente ha de ser difícil, sin duda. Esa etapa de crecimiento y de rebeldías siempre lleva consigo el desarrollo de la personalidad y del carácter. Sin embargo, debo confesar acá que estamos pensando hacer precisamente eso no en un futuro inmediato, pero sí en unos años. Queremos vivir la experiencia de brindarle a una persona entre 13 y 17 años la oportunidad de sentirse valorada, de forjar parte de su autoestima y de demostrarle que, a pesar de sus desplantes y desmanes de adolescente, hubo alguien que en lugar de correrla de casa le dijo acá estoy. Darle seguridad de que este mundo la ama y de que es por medio de su familia adoptiva como el mundo se lo demuestra.
Todas y todos necesitamos de los demás. No podemos ser una sociedad mejor si no nos amamos. Necesitamos construir y forjar futuros mejores para nuestros niños y adolescentes. Hoy necesitamos 280 familias (o 280 personas) que estén dispuestas a ir al Consejo Nacional de Adopciones y enfrentar con amor el reto de ser una familia en adopción prioritaria.
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