Estas son algunas de las enseñanzas que dicho proceso me ha dejado:
1. No es cuestión de coyunturas. Lo que importa es lo estructural.
Por supuesto que todos disfrutamos salir a la calle en 2015 y lograr la renuncia del presidente ladrón. Si lo amerita, hay que volver a hacerlo. Pero, como gremio estudiantil, nos dimos cuenta de que nuestra verdadera labor era recuperar nuestra organización y hacer que nuestra universidad volviera a sus tiempos dorados. Que lo emergente no te distraiga de lo importante.
2. Llegamos juntos o no llegamos.
Aunque a todos nos indignaba el accionar de los delincuentes que tenían tomada nuestra AEU, nunca nos poníamos de acuerdo en qué hacer. Al final entendimos que el enemigo que había que vencer eran los corruptos y aceptamos la democracia como ruta. Por tanto, recuperar la AEU no es poner a otro grupo, sino revivir un sistema con pesos y contrapesos.
3. Con precaución, pero siempre partan de la confianza.
«Cuando alguien nuevo se integre a la organización, asuman que tiene un 70 % de la confianza ganada. Conforme conozcan su trabajo, la confianza aumentará o disminuirá». Estas fueron las palabras que un estudiante mexicano que participó en el #YoSoy132 me dijo en el 2013.
La desconfianza excesiva imposibilita la organización y la expansión del movimiento. En Guatemala debemos enfrentar no solo la cultura individualista que el neoliberalismo nos impone, sino también la herencia de miedo y desconfianza que los gobiernos militares instalaron para dividir a la población y vencer en la guerra interna.
4. Nuestra memoria histórica nos fortalece.
Saber lo que ha pasado nos ayuda a entender la razón de lo que pasa, a no repetir los mismos errores y a trazar rutas soberanas. Entender que somos parte de un proceso más grande que nuestro ego nos ayuda a enfocarnos en lo que realmente importa: el bien común.
5. «Solamente organizados podremos arribar a grandes decisiones».
Esa frase de Manuel Colom Argueta es como una cachetada que nos recuerda que ningún proceso es sostenible si las personas no se organizan. Los delincuentes se enquistaron en nuestra AEU aprovechando el vacío que quedó cuando la mayoría de los estudiantes dejó de participar.
6. Protesta con propuesta.
La protesta visibiliza los problemas, canaliza la indignación hacia el cambio. Los estudiantes estábamos hartos. Sabíamos que todo estaba mal. Pero no fue sino hasta que surgieron nuevos proyectos políticos estudiantiles cuando el proceso para recuperar la AEU se fortaleció.
7. Habrá que creer.
Rodearse de locos que también crean que es posible cambiar las cosas es un elemento clave para mantener el espíritu. Poco a poco la motivación se irá contagiando hasta hacer posible lo que todos te decían que no se podía hacer. La fe genera movimiento.
Estas lecciones me permiten entender que la recuperación de la AEU no es fruto del esfuerzo de una persona o de algún grupo específico, sino un proceso social dentro del cual miles de estudiantes han participado en las últimas dos décadas.
Gracias a quienes nos dieron ejemplo, a quienes resistieron y transmitieron el legado, a quienes se negaron a callar, a quienes se quitaron el miedo a denunciar, a quienes se organizaron y crearon nuevas propuestas, a quienes salieron a votar. A todos y todas, muchas gracias por devolver la esperanza y demostrar que organizados podemos cambiar Guatemala.
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