Olvídese momentáneamente de las controversias recientes. Le propongo responder a estas preguntas, planteadas en relación con su familia en el sentido más amplio.
- ¿Alguna vez hubo algarabía cuando nació una bebé más blanquita y rubia de lo normal? Me refiero a esos comentarios bien intencionados alabando a la nena canchita, o los ojitos claros del nene.
- ¿En el pasado escuchó que alguien debía evitar una relación sentimental, porque el pretendiente era muy moreno, bajito o espinudo? Algo así como un chiste durante el almuerzo en el cual alguien escupió: «Mija, tratá de mejorar la raza»
- Es posible que se haya hablado en casa de personas hermosas o personas admiradas, hombres o mujeres. Si usted trata de recordar las primeras que vengan a su mente ¿Eran personas blancas, rubias, de apariencia «extranjera»?
- ¿Alguien en la familia alguna vez habló acerca de un apellido que sonaba importante porque hacía pensar en un origen europeo o estadunidense? En esta operación cognitiva, pudo haber ocurrido también que se hiciera chiste de un apellido indígena en comparación con el apellido «bonito».
- ¿Una persona joven en su familia, experimentó en algún momento que era inferior a alguien más porque esa persona era más alta, blanca, o bella? Esto pudo haber ocurrido en una disputa sentimental, deportiva, artística o escolar.
- En el barrio donde usted vivía ¿había niños o niñas indígenas que no se relacionaban con ustedes? ¿Eso le parecía algo normal?
Seguramente usted podría plantear otras preguntas similares. En mi caso, respondí que sí a todas y no me extrañó. A pesar de que nadie en mi familia ha admitido ser racista, que yo recuerde, hubo cosas mucho peores porque el racismo es un sistema de dominación que llevamos incorporado y que solemos normalizar e invisibilizar.
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El racismo no es lo mismo que la discriminación que, puede manifestarse en diferentes contextos. El racismo es dominación incorporada en los cuerpos y un mecanismo entre otros para mantener las inequidades sociales construidas históricamente, pero con manifestaciones cotidianas desde lo individual. Por eso es tan importante mantener encendido nuestro sospechómetro cada vez que alguien se refiere al encargado de una tienda como «el chino» o cada vez que las aspiraciones por la blancura se manifiestan para dejar claro quiénes son superiores.
Por supuesto que existen «diferencias» asociadas a otros procesos de discriminación, exclusión o formas de violencia. También es evidente que hay personas que sufren discriminación en un contexto y ejercen violencias y dominación sobre otras personas. Esta columna no se refiere a esas circunstancias. Lo que me interesa visibilizar es la dinámica cotidiana y familiar que reproduce la aspiración por la blancura como fenómeno social tanto en Guatemala como en otros países y contextos.
¿Hay una solución para lo anterior? Desde un plano individual el pensamiento crítico puede ayudar a que hagamos rupturas y que estemos atentos y atentas a los microracismos que suelen ser sutiles. Pero en la dimensión socioeconómica no nos hagamos ilusiones. Mientras haya subordinación, explotación y derechos reservados para unas pocas personas, habrá racismo, patriarcado y otras formas de opresión.
Por lo anterior es que resulta tan importante refundar este país, para que un proyecto plurinacional e incluyente abra caminos para superar el racismo y otras formas de dominación.
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