Es un evento, anual a partir de 2008, que reúne escritores y escritoras, artistas de otras disciplinas, editores, entidades distribuidoras de libros, bibliotecas y estudiantes, que disfrutan de espacios y actividades cuyo fin es abordar temas de interés para el desarrollo nacional.
Desde 1998 y hasta 2017, la gremial formó parte de la Cámara de Industria de Guatemala (CIG). Sin embargo, debido a la falta de apoyo de dicha entidad ante la acción del Comité Permanente de Exposiciones (Coperex), que administra el Parque de la Industria, la gremial se retiró. En 2016 la gremial formó la Asociación Gremial de Editores de Guatemala (AGEG), la cual organiza la Filgua desde 2018, pero este encuentro que dejó de realizarse en las instalaciones del Parque de la Industria desde 2016 debido a disposiciones arbitrarias de Coperex. Lejos de proteger a una entidad agremiada, la CIG se hizo la loca y no accionó para proteger la Filgua. Durante las casi dos décadas de realizarse, tampoco contribuyó a su organización, a su montaje y mucho menos al éxito que esta ha tenido.
Sin embargo, en una actuación voraz y perversa, típica de un organismo parasitario acostumbrado a vivir a expensas de los privilegios y del saqueo, presentó objeción al registro de la marca Filgua, la cual gestiona la AGEG. La CIG alega que la marca Filgua le pertenece, como si hubiera aportado tan siquiera algo a su impulso y realización.
La negativa de la CIG a que la marca de la feria se registre por parte de la asociación también ha tenido otros efectos. En cabildeo de tráfico de influencias ha empujado a entidades patrocinadoras a retirar su apoyo a la Filgua, algo que amenaza las posibilidades de realización plena del encuentro, así como el impulso de las actividades programadas.
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La Filgua siempre tiene un invitado internacional, que este año es el estado de Chiapas, México, y, como también se dedica a una persona destacada en las letras, en 2019 dicha persona será Humberto Ak’abal. Foros, talleres, diálogos, conferencias, encuentros y más son parte de las actividades que nutren el programa de la feria, que es ya un patrimonio social esperado año tras año. Es decir, la Filgua es mucho más que la sola venta de libros. Es un encuentro anual con las letras en toda su expresión.
Siempre es alentador atestiguar, por ejemplo, la visita de las niñas y los niños del proyecto Bernardo Lemus, quienes viajan desde Purulhá, Baja Verapaz. Igualmente gratificante es la llegada de las voces infantiles y del bullicio de quienes forman parte del proyecto cultural Luis de Lión, desde San Juan El Obispo, Sacatepéquez. Es gratificante ver los pasillos de la feria literalmente tomados por niñas y niños de las escuelas del país que visitan la feria por invitación de los organizadores.
Esa alegría, el disfrute social de la feria de las letras, está en riesgo por efecto de la acción egoísta de un ente empresarial que solo entiende de negocios al etilo del azadón: todo para adentro. Por ello es muy necesario que ninguna entidad estatal o privada ceda al chantaje de la CIG. Al contrario, es indispensable que no solo se mantengan, sino también que se acrecienten los patrocinios a una actividad fundamental para el crecimiento cultural de la sociedad.
La Filgua no es propiedad de ente alguno que solo busca satisfacer intereses mezquinos. La Filgua es resultado de años de trabajo y esfuerzo de un entorno empresarial desfavorecido por el Estado. La Filgua es la cosecha de un grupo de pioneras y pioneros que se lanzaron al ruedo a promover, en un país dominado por la exclusión, un espacio de encuentro de la sociedad con las letras.
La Filgua es, en definitiva, un patrimonio social que hoy por hoy constituye una de las escasas actividades de promoción de la cultura. Y en tanto patrimonio social, requiere que la defendamos y protejamos de la garra voraz que pretende secuestrarla. Filgua es de todas y todos. Filgua es nuestra.
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