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Una pared llena de fotos familiares en la casa de Leonel Oroxom y Mellisa García, en Phoenix, Arizona (EE.UU.)

Los planes de una familia migrante si Trump los deporta

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Los planes de una familia migrante si Trump los deporta

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Cada mañana los Ixtabalan comienzan su jornada; papá y mamá van al trabajo, las tres hijas a estudiar. Esperan reunirse por la noche como siempre. Desde la victoria de Donald Trump se despiden con el temor de no reencontrarse al final del día. Su inquietud es la sensación colectiva de tantos otros cuyo estatus migratorio es aún irregular.

El republicano Donald Trump le ganó a la demócrata Kamala Harris. Obtuvo el 45% del voto latino, una población compuesta por ciudadanos con lazos familiares con personas que aún no regularizan su situación migratoria. Tenerlo de vuelta despierta pánico en la población que teme que las amenazas de Trump se concreten: realizar deportaciones masivas, separar familias y perseguir a los migrantes.

En Phoenix, Arizona, al suroeste de Estados Unidos, donde cuatro de cada diez personas son latinas, la vida transcurre con la rutina anterior a las elecciones. Katerin Ixtabalan describe como una aparente tranquilidad lo que viven. Tiene 21 años y nació en Guatemala, pero ya no recuerda su país de origen pues llegó a Estados Unidos en brazos de su madre Mayali.

Katerin habla inglés con acento nativo, en abril de este año se gradúa de abogada. Su estatus migratorio es irregular aunque se considera estadounidense. «Me siento como una ciudadana, pero legalmente no lo soy».

Ella y sus padres llegaron hace dos décadas a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida. Con dos hijas nacidas allá, que son ciudadanas por derecho de nacimiento, volver a Guatemala no está entre los planes de la familia. «Aquí está nuestra vida», resume Mayali. Son una de tantas, de miles de familias mixtas, es decir con miembros de distintos estatus migratorios, atemorizadas por las amenazas de Trump. Su mayor miedo es que su familia sea separada.

El mismo temor lo comparten aquellas familias que aunque cuentan con miembros ciudadanos, también están conformadas por migrantes irregulares y corren el riesgo de ser devueltos a sus países de origen. «Nosotros nunca nos hemos separado», así explica Katerin el cambio radical que supone la posible separación de su familia». Si sus padres son devueltos a Guatemala, ella tendría que quedarse en Estados Unidos, el único país que conoce y del cual se siente parte.

Sin claridad en la viabilidad de los planes del presidente electo, prevalece la incertidumbre. «Creo que vamos a ver acciones reales de ICE hasta que el presidente Trump esté sentado en su silla, junto con las personas con las que él trabajará». ICE, (por sus siglas en inglés) es el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos. «Por ahora no hemos visto cambios acá en Phoenix, pero seguramente los habrá y serán drásticos. Tenemos que hablar como familia y hacer un plan, modificar cosas de nuestra vida diaria», propone Katerin a cinco días de la toma de posesión.

Un plan de emergencia

La población estadounidense y la contendiente demócrata aceptaron los resultados electorales sin problema. Tras asumir con resignación el cambio sustancial que implica, las familias migrantes comenzaron a prepararse para los peores escenarios. En los últimos meses, jóvenes como Katerin se empapan de información para saber cómo reaccionar ante una posible detención o encuentro con autoridades policiales y migratorias. En las elecciones de noviembre, Arizona aprobó la propuesta 314 que otorga a los policías locales –no de ICE– confrontar y arrestar a personas que no cuenten con documentos. Esto implica que cualquier agente policial puede detener a una persona y solicitar que se identifique para corroborar su estatus migratorio, estas son atribuciones que antes eran exclusivas de ICE.

«Hay organizaciones que han publicado información para saber qué hacer si ICE viene a la casa. Tengo previsto hacer recordatorios para mis papás para que sepan qué hacer en una situación así. No esperamos que suceda, pero si algún día pasa ellos estarán preparados», confía Katerin. Las recomendaciones básicas para las familias migrantes son: contar con un abogado de confianza, permanecer en silencio y no abrir la puerta hasta verificar si existe una orden firmada por un juez.

Hablar de los posibles escenarios es algo que los Ixtabalan hacen desde hace algunas semanas. «Digamos que arrestaran a mamá o papá, yo quedaría a cargo de mis hermanas y buscaría la manera de salir adelante y sobrevivir. O si la policía me encierra… Sé que mi mamá haría lo posible para ayudarme, pero en ese caso, la que podría ir a verme sería mi tía Melisa porque es la única adulta ciudadana en mi familia. Mi hermana es ciudadana, pero ella no sabría cómo ayudarme en el proceso o con los papeles», se anticipa Katerin.

Pensar en esas posibilidades no es grato para ella ni su familia. Lo hacen con la intención de estar preparados y no caer desprevenidos ante cualquier política o disposición presidencial.

En publicaciones locales circula información sobre redadas realizadas a inicios de este año en California. «Eso está sembrando pánico en la gente», conoce Leonel Oroxon, tío de Katerin, también originario de Quetzaltenango. Leonel y Mellisa García, su esposa, viven en Phoenix desde hace 13 años. Él no tiene documentos, ella es mexicana que logró la ciudadanía.

«Nosotros empezamos a armar un plan sobre esto, no lo hemos platicado bien pero sí pensamos en eso, porque uno nunca sabe y se escuchan muchas cosas. Están sembrando pánico en la comunidad hispana», cuenta la pareja.

Monitorear las noticias se ha vuelto parte de su forma de evadir la desinformación. Hasta ahora, se han enterado de los primeros nombramientos de Trump, por ejemplo, el de Thomas Homan como Zar de la Frontera. «La mayoría de su equipo son republicanos y racistas», apunta Mellisa.

Demócratas con récord de deportaciones en 2024

Los temores ante las posibles deportaciones masivas parecieran infundados si se toma en cuenta que han sido gobernantes demócratas quienes han liderado estas cifras en los últimos años.

El último informe del ICE revela que, durante el año fiscal 2024 (octubre 2023 a septiembre 2024), bajo la administración del presidente Joe Biden, la cifra de deportaciones ha sido la más alta en los últimos diez años. A través del Programa de Gestión de Deportaciones en español (ERO, por sus siglas en inglés) 271,484 personas originarias de 192 países fueron expulsadas de Estados Unidos por motivos migratorios.

Con esta cifra, Biden superó los números de Trump, que en 2019 sobrepasó las 260,000 deportaciones.

De los más de 270 mil expulsados, detalla ICE, 88,763 tienen cargos o condenas por actividad criminal; 3,706 son conocidos o sospechosos pandilleros; 237 fueron identificados como terroristas conocidos o sospechosos; y ocho como violadores de derechos humanos. Más del 30 % tienen antecedentes penales, con un promedio de 5.63 condenas o cargos por individuo, y muchos de sus antecedentes penales son extremadamente graves. Durante el año, fueron arrestadas personas buscadas en sus países de origen por delitos como actividades terroristas y participación en torturas.

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Sin embargo, Eric Olson, experto en temas migratorios y relaciones de Estados Unidos con México y Centroamérica, hace una aclaración respecto a estas cifras. «Si bien las deportaciones de Barack Obama y Joe Biden han sido elevadas, hay una distinción con las que pretende hacer Trump. Estas fueron deportaciones de personas recién llegadas, Biden y Obama tuvieron como política no deportar, por ejemplo, a jóvenes que llegaron siendo niños, eso nunca lo ha respetado Trump. Ahí hay una gran diferencia», apunta.

Además, en el último gobierno demócrata se hizo una excepción humanitaria para ciudadanos venezolanos, cubanos, nicaragüenses y haitianos. «Eso se acaba con Trump; tampoco le importa que haya separación de familias», advierte Olson.

La segunda era de Trump

En México y Centroamérica, las autoridades se preparan para mitigar los efectos que las acciones del próximo presidente tendrán en los países de la región.

«Hemos dado la instrucción de elaborar un plan para la atención a personas retornadas ante los posibles escenarios que enfrentemos este año», aseguró la vicepresidenta Karin Herrera. Lo dijo durante la primera reunión de 2025 con miembros de la Autoridad Migratoria Nacional, conformada por el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), el Consejo Nacional de Atención al Migrante (Conamigua) y los ministerios de Relaciones Exteriores, Desarrollo y Trabajo.

Más recientemente, en la presentación de su primer informe de gobierno, el presidente Bernardo Arévalo, anunció la implementación del plan «Retorno al hogar», la estrategia que comprende tres fases para recibir a guatemaltecos deportados este año. La primera fase implica modernizar la red consular en Estados Unidos para mejorar la protección de migrantes en lugares de destino y rutas de tránsito. «Contarán con plataformas digitales abiertas a todos nuestros conciudadanos en el extranjero donde transmitiremos información fiable. Recibiremos, procesaremos alertas, mensajes sobre situaciones y riesgos», adelantó.

La segunda consiste en la recepción de retornados. El mandatario ordenó la habilitación de albergues temporales en la ciudad de Guatemala y «otros lugares estratégicos», donde los atenderán y orientarán. Y la tercera fase del plan se enfocará en preparar las condiciones adecuadas para la reinserción de retornados. «Trabajaremos de la mano de las instituciones involucradas como el sector privado y organizaciones sociales, para crear las condiciones y oportunidades que merecen nuestros connacionales», concluyó Arévalo.

La gestión de Trump no es desconocida para la población latina. De 2017 a 2021, en su primer período, a través de 472 cambios administrativos, redujo las protecciones humanitarias y endureció el resguardo de las fronteras para intentar detener la migración irregular. Sin embargo, esta vez Trump tiene más fuerza, opina Olson.

En 2016, recuerda el experto, el candidato ganó las elecciones sin el voto popular, no contaba con la confianza de los electores. Incluso, miembros de su propio equipo trataban de contenerlo. Ahora, con una elección clara a su favor, los votos populares y electorales de su lado, e incluso con el control de los tribunales, se encuentra en una posición más fortalecida y con mayor afán por emprender una política migratoria radical.

«Ahora tiene menos oposición, menos obstáculos. Él hará lo que quiera hacer, parece contar con apoyo político», es algo que preocupa, señala Olson.

Aunque el llamado es a no entrar en pánico, considera que es prudente y recomendable prepararse para cualquier eventualidad; desde tener sus papeles y propiedades en orden, un plan familiar, un abogado de confianza en contacto, una persona que pueda encargarse de propiedades, entre otras acciones.

Guatemala, señala, debe estar preparada como país para los cambios venideros relacionados con la deportación masiva de migrantes, los cuales considera que serán inmediatos. «Recibirá a guatemaltecos deportados y a personas de otras nacionalidades –lo cual– conlleva otras responsabilidades», advierte.

Las nuevas disposiciones tendrán efectos para la región centroamericana. «El impacto será fuerte si Guatemala recibe muchas personas deportadas, no podrán enviar y recibir remesas», concluye.

Tammy Lin es menos alarmista. «Trump realmente no tiene tanto poder como dice tener, afortunadamente tenemos separación de poderes», matiza la abogada de migración y docente de la Universidad de San Diego, California. Considera que acciones anti migratorias extremas podrían no ser viables si se toman en cuenta los marcos legales establecidos en distintos estados. El presidente electo podría encontrar distintos muros para poner en marcha sus planes, en especial el de las deportaciones masivas y la separación de familias mixtas.

No obstante, programas y políticas implementados en beneficio de poblaciones migrantes como el de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), y la aplicación CBP One (para programar una cita y presentarse en un puerto de entrada de EE.UU. para pedir permiso humanitario), podrían terminar de forma definitiva.

Recién hubo una redada en una granja de California, los desanima: los residentes se sienten con pocas posibilidades de encontrar empleo, no se diga el migrante en situación irregular. Se la piensan para inscribir a sus hijos en la escuela o aceptar asistencia pública. «La esperanza que hay ante estas políticas es que la gente se dé cuenta que no ayudan a nadie», agrega Lin.

Mientras los cambios y las amenazas de Trump no sucedan, la familia Ixtabalan y otras miles en Estados Unidos, se esfuerzan por mantener la calma, evadir la desinformación y mensajes de odio en redes sociales. «Solo quieren que tengamos miedo», asegura Katerin.

En Guatemala, bromea Leonel, su tío, sus familias les ofrecen un alivio: «Si los deportan, aquí los esperamos».

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