Varios de los conciertos temáticos se centran en bandas sonoras. En el cine, la televisión y los videojuegos, las bandas sonoras crean atmósferas que conectan al público. Como la escena del hundimiento en Titanic, donde el cuarteto de cuerdas continúa su labor con un himno conmovedor en medio del caos. Provoca sensaciones que compartimos con otros y, al final, nos hace sentir en comunidad. Todo esto alrededor de un producto cultural.
La música instrumental tiene una gran oportunidad para reconectar en vivo con el público a través de las bandas sonoras. Lamentablemente, también ha dado lugar a que se aproveche la emoción del público y se hagan estafas en nombre de la música.
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La animación japonesa o anime tiene un impacto global en diferentes esferas, incluida la música, por supuesto. Presenta temas diversos y profundos a través de una expresión artística cautivadora. A pesar de los estigmas sobre la comunidad otaku, conformada principalmente por jóvenes adultos y adolescentes, es una de las más fieles y activas. Esto ha resultado en una gran demanda de conciertos de este tipo (¡bien por los músicos!) donde diversas agrupaciones, como la Orquesta Sinfónica Nacional y el Cuarteto del Alba, han presentado conciertos de música de anime, entre otros repertorios.
La forma más rápida y efectiva que hoy tenemos para promocionar los conciertos es en redes sociales. Esto también es una oportunidad para que los músicos cultiven comunidades sólidas. Sin embargo, tal como se advertía desde sus inicios, hay que tener precaución con la información en Internet. Quizá se deba a que ya nos acostumbramos a convivir con la virtualidad, pero sus riesgos son diversos y en extremo peligrosos. Tanto que llegan también a los conciertos orquestales.
Así como evolucionan la tecnología y la comunicación, también lo hacen las técnicas para engañar y, además, obtener información confidencial. Algunas de las formas más comunes son las encuestas aparentemente divertidas y la suplantación de perfiles personales. Las consecuencias son infinitas. En el mejor de los casos, se limita a un robo monetario. En Guatemala, recientemente ocurrió una estafa por redes sociales en nombre de la música y el anime.
Después de ver una publicación cuando se viralizó, le pregunté a algunos colegas si sabían del evento que se estaba promocionando, pues no había certeza sobre quién lo organizaba. Ninguno había escuchado al respecto. No se habló más del tema sino hasta que una usuaria en TikTok confirmó que fue víctima de la estafa. Sin embargo, en el gremio no se le dio importancia.
No es de extrañarse que Guatemala no cuenta con instituciones ni protocolos que velen por la ciberseguridad del pueblo. En 2019 se presentó la Ley de prevención y protección contra la ciberdelincuencia (iniciativa 5601). Aunque fue aprobada, pronto se archivó pues podía utilizarse para criminalizar las críticas hacia figuras públicas.
Un año más tarde vino la covid-19 y surgieron más negocios digitales. Como consecuencia, en 2024 se presentó la iniciativa 6347, la Ley de ciberseguridad. La última actualización en la página del Congreso data de abril de 2025. En esa reunión discutieron delitos y sanciones, asunto que aún no llega a un acuerdo. No se le ha dado el seguimiento requerido, a pesar de que las comisiones deben por ley sesionar dos veces al mes.
¿Qué podemos aprender de esto? Las redes sociales son tan beneficiosas como riesgosas. Así que hay que ser precavidos y, sobre todo, curiosos. Verifica la identidad de quien publica: el nombre de la página y publicaciones anteriores, y en los canales del lugar del evento. Comprueba la confiabilidad de sus procesos. Procura no dar información sensible. Y, si te ha pasado, protégete y denuncia.
El pueblo está apoyando el arte ahora más que nunca. Las redes sociales son clave en este intercambio. Los músicos y artistas debemos corresponder al recibimiento. En un país desatendido por sus funcionarios públicos, recordemos nuestras raíces en la vida comunitaria. Es importante mantenernos informados y cuidar del público. El rey de un pueblo son sus nuevas generaciones, enseña Asuma Sarutobi en Naruto, y es a quien más hay que proteger.
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