Durante aquella época oscura en Guatemala se quebró la lógica comunitaria de organización, participación, representación y gestión del desarrollo, pilares fundamentales de su identidad colectiva. Estos elementos comunitarios fueron anulados con la estrategia contrainsurgente, en especial en los territorios de los pueblos indígenas y comunidades rurales a través de las patrullas de Autodefensa Civil -PAC- «Estas fueron organizadas, armadas, supervisadas y dirigidas por las fuerzas militares. Oficialmente se les llamó Patrullas de Autodefensa Civil resaltando un carácter voluntario el combate (sic) contra la guerrilla… Se calcula que entre 1982 y 1984, llegaron a ser unas 900 mil personas las organizadas en las PAC»[1]. En esta lógica, quedó suprimida la organicidad local.
No fue sino hasta la segunda mitad de la década de los años 80 que se retoman los conceptos de participación social, particularmente en la Constitución de 1985, mediante los artículos 225, 226 y 2028, donde se crean el Consejo Nacional, Regional y Departamental Urbano y Rural, respectivamente. Posteriormente, en 1987, se promulgó la Ley de Consejos de Desarrollo Urbano y Rural (Decreto 5257), que constituyó los antecedentes directos de lo que hoy se conoce como la «Trilogía de leyes», en la cual nace la figura de los Consejos Comunitarios de Desarrollo en los niveles comunitario, municipal, departamental, regional y nacional.
Con este precedente, el nuevo modelo de representación comunitaria a través de los Consejos de Desarrollo, en especial a nivel local, el COCODE, suplantó las formas orgánicas de la población, muchas de ellas ancestrales y de carácter plural: comités de bosques, agua, viveros, tierras, festividades; así como también, las autoridades constituidas como las alcaldías comunales, concejos de ancianos, alcaldías indígenas, entre otras. Estas formas de organización y autoridad, sigilosamente, fueron desvaneciéndose frente a una nueva dinámica en la que prevaleció la gestión de proyectos, pero dejando de lado el rol de mantener el equilibrio de la convivencia comunitaria. Esto también afectó el sentido de servicio, responsabilidad, rectitud y honorabilidad que caracterizaba a quienes ejercían algún cargo.
[frasepzp1]
En consecuencia, funciones claves como la representación política, la impartición de la justicia, la administración de bienes naturales, la gestión del desarrollo local, el impulso de procesos para la recuperación de la identidad comunitaria y el ser contrapeso al poder oficial del Estado, quedaron relegadas a la gestión de proyectos, sobre todo de infraestructura, siendo este el principal objeto de los COCODES. Esto, sin embargo, debe tomarse con el cuidado de no generalizar, ya que han realizado significativos aportes al desarrollo de proyectos. No obstante, se hace preciso revisar si esta estructura es la idónea, a la altura de las circunstancias actuales de participación y representación ciudadana.
Por otro lado, para nadie es un secreto que los COCODES sucumbieron ante el tecnicismo de la burocracia y, en los peores casos, fueron insertados como parte de las redes clientelares, las estructuras de corrupción y la mano larga de los actores antidemocráticos. Algunos de estos actores provenían de esferas políticas, constructoras, grupos de presión, crimen organizado o, en muchos casos, de una combinación de todos ellos. En otras palabras, hirieron el corazón de la incipiente democracia, especialmente aquella que se idealiza como proveniente directamente de la población. En síntesis, los COCODES han hecho enormes aportes en cuanto a la gestión comunitaria, pero no se puede perder de vista que esto forma parte de una de las dinámicas de las comunidades. Una organización comunal, con su respectiva autoridad (representación y participación en el ejercicio del poder local), va más allá de la mera gestión.
En esa línea, si la fuente de agua de la democracia fue contaminada –los COCODES y las Autoridades Comunitarias– se debe repensar en las formas idóneas de participación y representación local. Existen experiencias en comunidades rurales y urbanas donde su organización y autoridad local funcionan con una estructura más amplia y sólida. En estas localidades, los COCODES tienen claro su rol como enlaces municipales o con otras instituciones, con el fin de gestionar proyectos, al mismo tiempo que existen otros comités, como los mencionados previamente. Sin embargo, la máxima autoridad es el resultado de un proceso asambleario, al cual se le encarga la administración de la vida comunitaria.
____________________________________________________________________________
[1] IIARS. 2015. La historia reciente. Un libro de contenidos sobre el Conflicto Armado Interno en Guatemala. p. 74. Disponible en: https://memoriavirtualguatemala.org/patrullas-de-autodefensa-civil/
Más de este autor