Los Cisnes Negros son incidentes atípicos, no esperados, no predecibles pese a los esfuerzos para comprenderlos. Asimismo, los seres humanos tendemos a explicarlos lógicamente cuando ya han ocurrido, aunque solo pongamos de manifiesto nuestros sesgos de confirmación. Por ejemplo, la última pandemia global, fue explicada en múltiples ocasiones como si se tratara de un evento completamente predecible que generó efectos perniciosos terribles y también enormes oportunidades de negocio.
Para el caso de Guatemala, cuando ocurra el próximo desastre de gran magnitud, la gestión del evento en sentido amplio puede ser una enorme oportunidad de transformación y, para otros sectores puede ser una oportunidad de negocios. Existe una proyección que, en rigor no debería ser un Cisne Negro, pero en la práctica lo es porque la mayoría lo desconocemos. Esa proyección, a partir de un terremoto que afectará a la Ciudad de Guatemala, expone que podríamos enfrentar miles de muertes, la destrucción de decenas de miles de estructuras y un efecto adicional: unos veinte millones de metros cúbicos de escombros.
Solamente el manejo de los escombros requiere un plan de Estado que debiera elaborarse al menos de forma general porque ese evento se presentará, pero no sabemos si eso será hoy por la noche o dentro de diez o cien años. De esa cuenta, sin ánimo de satanizar a los cisnes, podemos preguntarnos si tiene sentido prepararnos para eventos impredecibles cuando hacemos poco o nada ante eventos que sí pueden ser anticipados y que colapsan sistemas indispensables para el país como la red vial, el sistema de salud o el sistema de seguridad que se mantienen en ruinas de forma premeditada gracias al modelo neoliberal todavía hegemónico.
Nassim Nicholas Taleb sugiere que, ante la imposibilidad de prever un Cisne Negro, conviene gestionar el riesgo diversificando, adoptando posiciones conservadoras y analizar consecuencias y no probabilidades. Así las cosas, pensemos en el Estado guatemalteco como aparato disfuncional, donde el problema central es el neoliberalismo que impide una gestión eficiente porque, la base de la privatización es el sabotaje permanente de lo público.
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En ese sentido y a manera de ejemplo, desde el Estado es impostergable la asistencia a poblaciones vulnerables y programas para reducir la pobreza extrema. Esto requiere de forma paralela educación de calidad que genere zonas seguras, salud accesible, servicios esenciales y seguridad integral. Esto va en contra del modelo que tenemos donde la seguridad, la salud, los servicios esenciales y la educación son para quien puede pagarlos. Reducir esa vulnerabilidad multidimensional es una forma de anticiparnos al próximo Cisne Negro.
Para el ámbito del Estado como un conjunto, la reflexión anterior va a la raíz: la pobreza y la desigualdad como determinantes de vulnerabilidad. Desafortunadamente, la sombra neoliberal impide que tengamos una ley de aguas, un sistema de ordenamiento territorial integral u otros instrumentos que doten al Estado de mecanismos reales de gestión integral de riesgos y, por lo tanto, mecanismos para enfrentar riesgos cotidianos y Cisnes Negros no deseados.
En las condiciones actuales, la élite depredadora, las clicas enquistadas en el Estado y el «pacto de corruptos» todavía activo desde el MP y otras instituciones, puede que anhelen un Cisne Negro, una crisis mayúscula que les genere oportunidades para desestabilizar al gobierno, para desviar la atención de temas centrales, y para aprovechar errores que, ocurren en una correlación de fuerzas agotadora para el ánimo de la gente común.
No perdamos de vista que, ante la imposibilidad de concretar el golpe de Estado, los vividores del miedo necesitan un escenario de desestabilización. La mala noticia es que, lo cotidiano también pesa y ya hay signos de desilusión que no han sido atendidos con una apropiada comunicación y con acciones que generen efectos esperados por la población, para la cual no es suficiente la decencia y la mirada estratégica. La gente espera resultados y deseo vehementemente que este gobierno los muestre gestionando lo cotidiano o cuando ocurra el próximo Cisne Negro, que podría fortalecer o hundir a cualquier gobierno.
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