Primer año de gobierno de Arévalo

Cualquier evaluación del gobierno de Arévalo debe contar que fue producto del voto de rechazo a la política corrupta, que se coló en las preferencias electorales de 2023 y fue sorpresivo para todos, así como una movilización popular a favor de respetar los resultados y permitir la toma de posesión. El gobierno asumió contra figuras como Consuelo Porras, Alejandro Giamattei, diputados y jueces y una larga lista de actores políticos y económicos.

Para calibrar lo que esto significa se puede hacer el ejercicio de imaginar lo que hubiera pasado si Sandra Torres y Zury Ríos (u otra figura equivalente) hubieran pasado a segunda vuelta. O que el MP y el pacto de corruptos hubieran logrado revertir los resultados electorales y que hubieran impedido la toma de poder de Semilla.

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Esto último, por ejemplo, significaría hechos de violencia política y persecución, en ánimo revanchista, de líderes del movimiento popular (líderes indígenas), periodistas y los propios integrantes de Semilla. Arévalo y Herrera hubieran tenido que salir al exilio o estarían ya en la cárcel, acompañados de muchas otras personas. En otras palabras, la democracia que surgió tutelada por los militares en los 80, en un contexto contrainsurgente, se hubiera ido al traste. Tendríamos un gobierno fuertemente autoritario, con la institucionalidad destruida, sin legitimidad y en el que la corrupción, la impunidad y la persecución política campearían a sus anchas. 

Como se puede advertir, la situación política podría ser mucho peor de lo que es actualmente. Por lo que el gobierno de Bernardo Arévalo y Semilla es una oportunidad para mejorar la institucionalidad política y, en última instancia, mejorar esta democracia de exigua calidad (a punto de convertirse en una dictadura delincuencial, diría Carlos Figueroa Ibarra) y sus muy pobres resultados económicos y sociales.

Dicho esto, a lo largo del primer año de su mandato no se logra apreciar la consistencia de la frase que Bernardo Arévalo afirmó en el informe correspondiente: «Combatimos la corrupción con acciones contundentes y un compromiso firme de transparencia». Parte del mandato del gobierno de Bernardo Arévalo y Semilla era sacar a las figuras corruptas de los espacios institucionales en que se encuentran. Esto tiene nombres y apellidos, empezando por Consuelo Porras.

¿Esto es fácil? Por supuesto que no. ¿Implicaría un proceso de confrontación? Sí, pero de hecho, el MP y otros poderes del Estado, mantienen la confrontación, aunque en un nivel menos visible que durante 2023 y enero de 2024. ¿Produciría desgaste? Esta es una pregunta un poco más complicada, puesto que la población salió a las calles a defender su voto y la toma de posesión del gobierno, por lo que tales «acciones contundentes» en contra del pacto de corruptos podrían tener el efecto de fortalecer el respaldo de la población (que se va disipando en la resignación, la apatía y el descreimiento). Pero tendrían que ser, en efecto, acciones contundentes. Esto significa visibles y claras. 

Es necesario hacer una evaluación del gobierno de Arévalo y analizar los resultados sociales, económicos, institucionales, ambientales y otros más de su ejecución. Sin embargo, es central considerar la contienda política desde la que nació y en la que está inmerso, más allá de la percepción e imagen que el gobierno tenga de sí mismo.