En comunidades rurales, es fácil ver a algunos niños y niñas como «descuidados» desde nuestra perspectiva privilegiada, pero detrás de esa apariencia hay verdades invisibles y causas que no imaginamos. En la escuela, hemos abordado temas de cuidado personal, donde incluso las niñas-madres que llevan a sus hijas e hijos, se quedan observando desde la puerta, buscando aprender algo que les permita romper el ciclo de negligencia que ellas mismas vivieron.
Cuando convivimos con la niñez desde el respeto, comprendemos que algunos niños y niñas no pueden bañarse con frecuencia porque no hay agua en cinco kilómetros a la redonda; que no han usado pasta de dientes porque papá los abandonó y mamá gana apenas diez quetzales diarios; o que no pueden sembrar un huerto doméstico porque viven en un cuarto alquilado donde, con suerte, alquilan también el derecho a cocinar y bañarse junto a la cama donde duermen todos.
La falta de cuidado familiar tiene graves consecuencias en el desarrollo emocional, social y cognitivo de los niños y niñas. En la escuela, el descuido se manifiesta en falta de higiene, hambre, ausencia de atención médica, conductas conflictivas y problemas emocionales.
Esta niñez suele sentirse poco valorada, lo que afecta su autoestima y genera sentimientos de inferioridad. La carencia de apoyo emocional y la sensación de abandono pueden provocar problemas de salud mental, como ansiedad y depresión, lo que dificulta la formación de relaciones seguras y de confianza.
Socialmente, la falta de un entorno seguro en casa aumenta la probabilidad de desarrollar conductas disruptivas, agresividad e impulsividad. Los problemas de salud física incluyen malnutrición y enfermedades crónicas, junto con dificultades en el desarrollo motor. Además, la ausencia de modelos de referencia en casa puede llevar a una falta de claridad moral y social.
Abordemos este tema con la importancia que merece; debemos darle una prioridad superior a la que otorgamos al aprendizaje de contenido académico. Ser maestro comunitario te convierte en un emblema holístico, capaz de marcar una diferencia significativa en la vida de los niños y niñas que necesitan amor y empatía.
El papel de la escuela, y en particular el de los maestros y maestras, es crucial en la protección y apoyo de la niñez. Como figuras esenciales, pueden marcar una diferencia significativa en la vida de los niños y niñas, salvaguardando su privacidad y dignidad.
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Se sabe que los docentes podemos acomodarnos a solamente desarrollar los temas curriculares o, como lo hemos venido haciendo en el proyecto, podemos decidir convertirnos en agentes de cambio abordando con sumo cuidado las situaciones que llevan a la segregación de algunos niños y niñas en sus primeros círculos sociales. Sabemos que este enfoque puede marcar la diferencia entre una niñez adaptada y una que enfrenta problemas personales y sociales, afectando también a la comunidad. Lo hemos venido aprendiendo a prueba y error; de hecho, hemos pagado errores bien caros, pero también hemos actuado en nuestra preparación en temas de liderazgo y prácticas restaurativas.
Actuar oportunamente desde la escuela implica capacitarnos para detectar casos de manera temprana, crear ambientes seguros donde la infancia pueda expresarse sin temor al juicio, y establecer una comunicación asertiva con las familias para abordar las necesidades de cada persona, ofreciendo herramientas y recursos sin que se sientan atacadas. Además, es fundamental implementar programas de tutoría, alimentación e higiene que fomenten la independencia de los estudiantes, brindándoles el apoyo necesario para su desarrollo integral.
Parafraseando a Sheny, la mejor amiga de mi mamá: dar amor no cuesta ni un centavo, pero puede tejer esperanza al más vulnerable. En la escuela, estos niños y niñas deberían encontrar un espacio donde sus realidades sean comprendidas y donde se pueda tejer esperanza y oportunidades, mientras se rompen ciclos de descuido y se construye un futuro más justo.
Asumamos como sociedad la responsabilidad de cuidar a los niños y niñas de comunidades rurales. Cada acción cuenta para construir un futuro seguro y digno para ellos y ellas. Para más información sobre este tema, puedes consultar fuentes como el Centro para el Desarrollo Infantil de Harvard, el American Academy of Pediatrics, y el SpringerLink.
Esto es tarea de todos y todas.
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