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Alumnos de la Escuela Municipal de Arte protestan frente al Edificio de Correos para exigir al Ministerio de Comunicaciones que puedan continuar sus clases dentro de las instalaciones.

Artistas reclaman por edificio que quiere ocupar Ministro de Comunicaciones

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Artistas reclaman por edificio que quiere ocupar Ministro de Comunicaciones

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Una comunidad creció en un edificio abandonado que no era suyo y ahora está a punto de quedarse en la calle. Los artistas quedaron en medio de una disputa entre la alcaldía de Ricardo Quiñonez y el Ministerio de Comunicaciones, dirigido por Félix Alvarado. Ambas autoridades están de acuerdo en dialogar, aunque formalmente el convenio termina en un mes.

Un viernes a las 11 de la mañana unas treinta personas toman una clase de dibujo de figura humana. Un mes antes hacían sus trazos con la certeza de que podrían hacerlo el resto del año o cuanto tiempo quisieran. Hoy no.

La atención y la tiza de carboncillo apuntan a una mujer joven que modela en el centro del salón. Todos están muy concentrados y parece que no escuchan el ruido de las bocinas del transporte público y los carros que circulan alrededor del edificio. Así es este lugar, un espacio para alejarse del ruido de afuera para hacer arte.

Como su dibujo, cada uno de los estudiantes en esa clase es diferente: una mujer de 84 años que encontró en el arte una razón para vivir, una joven de 19 años que prepara su portafolio para aplicar a universidades en Italia, una madre que toma clases mientras su hija estudia ballet, una arquitecta que busca mejorar sus técnicas con el lápiz y un contador que huye de los números con su creatividad.

El profesor KarmaDavis, un artista de República Dominicana de 47 años que lleva 17 en Guatemala, caminaba con energía de una mesa a otra para orientar a sus estudiantes.

«En 2007 llegué a dar clases a este edificio, cuando nada era absolutamente lo que estamos viendo aquí, eran nada más que dos espacios», relató.

A mediados de la década de los 90, Guatemala salía de una guerra interna de 36 años. Mucho del país estaba abandonado, entre esto un edificio inaugurado en 1940 para que allí funcionara el correo del país. Fue en ese contexto que una comunidad naciente de artistas urbanos encontró la oportunidad de usar el inmueble para hacer exposiciones y dar clases. La cultura empezaba a asomarse en el centro de la Ciudad de Guatemala.

Las cosas se formalizaron en diciembre de 1999, cuando el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (CIV), que tiene a su cargo la Dirección General de Correos y Telégrafos, firmó un convenio con la Municipalidad de Guatemala para ceder el uso parcial del edificio ubicado en la séptima avenida y 12 calle de la zona 1. Originalmente se hizo un acuerdo por cuatro años que se extendió en diferentes momentos hasta llegar a los 21 años.  

El último de los acuerdos lo firmó en 2019 el alcalde de la Ciudad de Guatemala, Ricardo Quinónez, del Partido Unionista, y vence en octubre de 2024. En el Edificio de Correos, esta entidad creó el Centro Cultural Metropolitano, donde funcionan las escuelas de Artes Visuales, Danza y Escultura, que actualmente tiene inscritos a alrededor de 4,500 estudiantes, según la oficina de prensa de la alcaldía.

Hoy los trazos de los artistas podrían quedar cortados. Es posible que deban mudarse, o peor, quedarse en la calle. El Ministerio de Comunicaciones quiere ocupar el espacio.

A esta trama se suma que la Dirección de Educación y Cultura de la municipalidad de Guatemala notificó a estudiantes que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) otorgó un amparo que ordena que mantener vigente el convenio, según reportó el medio Prensa Comunitaria.

Sorpresa para los artistas

De forma inesperada, el CIV dirigido por el ministro Félix Alvarado, designado por el presidente Bernardo Arévalo, decidió no renovar más el convenio y reclamar el edificio para ubicar allí su despacho y estar más cerca del Palacio Nacional. También quiere instalar oficinas y bodegas para el correo de Guatemala, que en los últimos años no ha operado de forma óptima.

El anuncio tomó por sorpresa a una comunidad de artistas, estudiantes y profesores que, sin estar aliados a la alcaldía, quedaron en medio de la disputa y salieron a la calle a manifestar y exigir al gobierno y la municipalidad que creen una mesa de diálogo. La pérdida del espacio, denunciaron, pone en peligro la continuidad de uno de los pocos espacios públicos para el arte y la cultura ubicados en la capital del país.

En 1998 el edificio de Correos, como se le conoce, fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación y un año después la Municipalidad de Guatemala firmó el primer convenio para utilizarlo, restaurarlo y mantenerlo; esto como parte del proyecto Renacentro, que buscaba el mejoramiento ambiental y paisajístico de la ciudad de Guatemala a través del remozamiento de fachadas e inmuebles en el sector.

En la década de los noventa y tras la firma de los Acuerdos de Paz, «el centro (de la Ciudad de Guatemala) era un territorio complejo, muchos de sus grandes almacenes cerraron y hubo una migración de residentes tradicionales hacia zonas supuestamente más seguras en las afueras de la ciudad», escribió Rosina Cazali, curadora de arte reconocida internacionalmente. Sin embargo, el centro no murió debido «a los vendedores de la calle, mercados y residentes que resistían», agregó. 

Mientras eso ocurría, también se gestaba un movimiento artístico que buscaba espacios para crecer. Cazali recuerda que en esa época nació el Festival del Centro Histórico, un evento que convirtió espacios urbanos como una calle, un tragante, un bar o una vitrina en exposiciones artísticas.

«Por primera vez, el arte tocaba a peatones y conocedores del arte por igual», escribió Cazali. En ese contexto un grupo de artistas independientes pidió prestado el edificio de Correos para hacer exposiciones y festivales y «la Municipalidad (creo que con cierta dosis de ingenuidad) abrió sus puertas y cedió el espacio a proyectos independientes», recordó la autora. Ahora allí llegan durante toda la semana alrededor de 4,500 estudiantes de todos los perfiles.

«Aquí hay muchas personas que están estudiando porque quieren tener una carrera artística, como una profesión y medio para vivir; también hay personas que vienen porque quieren llenar esa necesidad creativa que tienen y otros que creo que si no vienen aquí se mueren porque no quieren estar solos en su casa y encuentran aquí una compañía y se convierten en seres activos de la sociedad», dijo el profesor KarmaDavis.
 
Una de esas personas es Estela García Monterroso, de 84 años, quien ha recibido clases de arte en la escuela desde 2012, cuando tenía 72 años. Cada miércoles y viernes camina un kilómetro hasta una estación de Transmetro que la lleva a Correos.
 
«Si nos trasladan me muero, me daría mucha tristeza porque no sé a dónde lo pasarían y no sé si podría llegar. Tengo oficio y cosas que hacer en la casa, pero no es lo mismo porque aquí se conoce gente, se hacen almuerzos, se celebran los cumpleaños, se la pasa lindo y estamos aprendiendo. Yo me mantengo sola y esto me ayuda mucho», relató.

Como Estela García, entre los estudiantes hay incertidumbre de lo que sucederá con el edificio y las escuelas de arte porque «sería terrible desmembrar algo que está funcionando».
 
Silvana Ventura, de 19 años, creció en el edificio de Correos, donde desde los seis años estudia danza y artes visuales,. «Este ha sido un espacio muy bonito para aprender diferentes técnicas, a veces por motivos económicos es complicado acceder a estos espacios y a mí me ha ayudado a buscar una profesión completa», relató. Actualmente está preparando su portafolio para aplicar a universidades de arte en Italia.

Recuperar correos y una oficina cerca del presidente

En esta disputa hay opiniones encontradas. 

Mientras los estudiantes salieron a la calle e hicieron una caminata hacia el Palacio Nacional de la Cultura para entregarle una carta a las autoridades y pedir una mesa de diálogo, en las redes sociales fueron señalados de ser manipulados por el alcalde Quiñónez, algo que rechazan. Por otro lado, hay una petición masiva para que el sistema de Correos de Guatemala funcione, ya que ha estado abandonado por años. Ese es uno de los argumentos del ministro Félix Alvarado, titular del CIV. 

En una entrevista con Plaza Pública, Alvarado dijo que el CIV «tiene un problema agudo de falta de espacio público para las 15 unidades ejecutoras de la institución», y «el despacho central está ubicado en un área en donde no debería estar operando» por las condiciones del inmueble. Por eso, cuando llegó la solicitud de ampliar el convenio para el uso del edificio, inmediatamente se negó y vio la oportunidad de trasladar sus oficinas y ampliar el espacio de funcionamiento de la Dirección General de Correos y Telégrafos.

«Recuperar la posibilidad de que como ciudadano guatemalteco pueda enviar correspondencia a otro, es un derecho consagrado en 1890 y una obligación nuestra. Ahora Correos está arrinconado en una esquina de su propio edificio», dijo Alvarado

¿Por qué el ministro busca estar más cerca del Palacio donde el presidente Arévalo tiene su despacho?, se le preguntó.

«Tener esa cercanía con respecto a las demás instituciones públicas tiene todo el sentido, digamos que todo va junto porque unas cosas llevan a otras. Conscientes de que tenemos un edificio (Correos) y que no tenemos espacio, llega la comunicación de la directora de las escuelas de arte diciendo que quisieran extender el convenio. La respuesta fue que no pensamos renovarlo», señaló.

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Pese a su respuesta contundente, Alvarado reconoció que en ese momento no era consciente de que en ese inmueble no sólo había estudiantes, sino «toda una comunidad artística». 

«Aquí nadie está echando a nadie, por lo menos a nadie de los artistas. Desde el punto de vista que cualquier cosa que se haga tiene que respetar el interés superior de los niños y también adultos mayores», dijo Alvarado. 

El ministro, quien al inicio hablaba de hacer una transición ordenada para que la municipalidad entregue el edificio, dijo que está abierto al diálogo para encontrar una solución que no vulnere a la comunidad de artistas. 

En el plan de gobierno de Semilla se prometió que «se fomentarán, preservarán y promoverán las múltiples expresiones culturales y se constituirán los programas para una mayor producción cultural, lingüística y artística nacional y un acceso masivo a esta, reconociendo también el valioso papel de los artistas en la construcción de una sociedad pacífica, respetuosa, innovadora y democrática».

«Tal vez justamente lo que necesitas no es un edificio donde a lo que llega la gente es a pagar coimas para que le den millones de quetzales en contratos de construcción, sino un lugar en el que llegan a escuchar que están los chicos tocando el violín y entonces ya tal vez la piensan dos veces, ¿no? Yo creo que sí tenemos que retarnos y eso me significa a mí retarme en darme cuenta que estaba ignorando a una comunidad artística, pero también significa que la Municipalidad se pregunte si esta es la mejor forma de administrar sus escuelas municipales», reconoció. 

La municipalidad insiste en el diálogo y a la fecha no ha empezado a preparar un proceso de transición. Alvarado dijo en la entrevista que pueden encontrarse varias soluciones y que incluso se puede imaginar replicar el modelo del Palacio Nacional, donde funcionan oficinas gubernamentales y al mismo tiempo se utiliza para actividades culturales. 

«No voy a hacerles el trabajo fácil de decir dejemos el mundo como está, porque honestamente no está muy bien la Guatemala que heredamos como gobierno, entonces para fines prácticos esta cosa tiene que cambiar y tiene que empezar uno a cambiarla donde quiera que esté y resulta que hoy el lugar donde estoy es el Misterio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda», cerró Alvarado.

Wendy Calderón, arquitecta de 45 años y estudiante en la Escuela Municipal de Artes Visuales reflexionó sobre los efectos que tendría el traslado, especialmente para comunidades en situaciones vulnerables.

«Acá se le da oportunidad a muchas personas que no tienen los recursos para poder pagar, familias completas e incluso señoras mayores vienen a distraerse para no tener depresión. Si lo trasladan, se le quitará esa oportunidad a mucha gente», dijo Calderón.

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