Conmemoraremos con dolor la ausencia de las 41 niñas y adolescentes que fueron asesinadas el 8 de marzo de 2017. Nos siguen faltando, pero lo que más nos falta es justicia para ellas y para las 15 adolescentes que sobrevivieron. El caso avanza lentamente en tribunales, casi como una agonía. Nos sobra impunidad, en todo caso.
Tendremos oportunidad una vez más de volver a hablar de la violencia sexual, de repetir las cifras que hemos dicho tantas veces: más de 30,000 niñas de entre 10 y 14 años han sido madres fruto de una violación desde el 2009 hasta la fecha. Pero, aunque a mucha gente le parezca innecesario, hay que seguir hablando del tema. ¿Le doy una razón por la cual hay que insistir? Una de muchas: en 2015 el Inacif realizó 13 reconocimientos médicos por delito sexual a bebas de entre 0 y 1 año, en 2016 fueron 57 y en 2017 la cifra se elevó a 137. Sí, leyó bien: reconocimientos médicos por violencia sexual a bebas menores de un año. ¿Aún sigue creyendo que no es necesario seguir hablando del tema?
También mencionaremos las muertes violentas porque, a pesar de que los datos estadísticos nos evidencian que la tasa de feminicidios bajó, cuando comparamos cifras, las noticias no parecen tan alentadoras. La información del Observatorio de Violencia de la Asociación Civil Diálogos presentada recientemente destacó que la tasa interanual nacional de homicidios de mujeres fue de 6.5 por cada 100,000, más baja que la de 2017. Menos muertes violentas, sí. Pero, cuando se compara con la cantidad de mujeres denunciadas como desaparecidas, la situación se vuelve sórdida nuevamente. Quizá, además del feminicidio, debamos ponerle atención a la información sobre desapariciones. ¿Dónde están las mujeres que se reportan desaparecidas? Ya la historia nos ha enseñado que una persona desaparecida es una entelequia: está y no está a la vez.
Los datos del Ministerio Público dan cuenta de que desde agosto de 2018 hasta febrero de 2019 se activaron 733 alertas Isabel Claudina por desaparición de mujeres en el país, es decir, aproximadamente 5 activaciones diarias. En 2016 la Fiscalía de la Mujer del Ministerio Público había reportado 503 casos en todo el año y en 2017 536. En los últimos seis meses, más de 7 de cada 10 mujeres desaparecidas (74 %) tenían entre 18 y 30 años de edad. Desaparecieron a plena luz del día. De las alertas activadas se desactivan aproximadamente la mitad. Preguntémonos dónde están las que no han aparecido. No están muertas, eso nos dicen las estadísticas, pero tampoco están vivas.
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Y seguramente hablaremos de otros temas. Seguiremos poniendo en la esfera pública nombres y datos que a muchas personas aún les resultan molestos, incómodos, impertinentes. Se acostumbraron durante tanto tiempo a percibir la desigualdad y la discriminación como natural o normal que, cuando nosotras la nombramos y le ponemos números y rostros, les incomoda, los desubica. Pero, en lugar de reflexionar al respecto, nos satanizan, nos adjetivan con los peores insultos.
No nos importa. Lo seguiremos diciendo porque, mientras sigan pasando estas atrocidades en el país, no podemos quedarnos calladas.
Pero, a pesar de todo esto, saldremos a la calle con la mirada en el largo plazo. Porque sí vamos a poder. Más tarde o más temprano, el patriarcado se va a caer. Y lo sé porque vamos a ser las mujeres las que lo vamos a tirar. No sé si nosotras, nuestras hijas o nuestras nietas. Pero de que se cae se cae. Y aunque no tengamos mucho que festejar y esta no sea una fecha de alegrías, saldremos a la calle este 8M a celebrarnos a nosotras, a todas las que quieran venir, a todas las que quepan, porque en esta lucha o entran todas o no avanzamos.
Saldremos a la calle, a los parques, al barrio, a darnos esperanza para seguir luchando, a abrazarnos y llorar si es necesario, pero sabiendo que lo que estamos construyendo no tiene camino de retorno. La revuelta que iniciamos se la heredamos a las patojas, a las chavas, a nuestras hijas o nietas, porque la determinación de ese legado nos nace de las tripas, de la rabia, del hartazgo.
El tiempo del patriarcado y de todos los sistemas de opresión que lo acompañan se está acabando y el nuestro empezó hace rato.
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