Jimmy me confesó que se estaba nervioso porque, a sus 13 años de vida, él nunca había estado frente a una computadora. No era el único: sus ocho compañeros de primero básico se encontraban en el mismo estado de ansiedad. La brecha de la desigualdad en oportunidades que viven las niñas y los niños de comunidades es sorprendente. Los veo preguntando dónde encuentran el guion o cómo cambiar de renglón. En medio de la sorpresa y de la ternura, no pude evitar preguntarme cómo sería mi vida hoy si no tuviera un correo electrónico, qué noticia importante recibí por vía digital que ha cambiado mi vida o mis oportunidades.
Según algunos analistas, este año nos tocará permanecer todo el año en casa nuevamente. De ser así, nos encontramos a las puertas de la verdadera globalización del trabajo. La tecnología nos permite trabajar no solo en casa, sino en todos lados. Esto desde ya les ha permitido a muchos de mis amigos y conocidos comenzar a pensar en abandonar las grandes ciudades y en vivir vidas mas simples en el campo.
En la era de la comunicación digital, la pandemia modificó para siempre la forma en que tenemos que hacer las cosas. Los congresos, los talleres y las conferencias requieren asistencia virtual. Se vuelve imperativo darle a la juventud la oportunidad de desarrollar habilidades en el manejo de plataformas digitales. Los más chicos tendrán que afrontar la escuela en casa, y los docentes deberán poner en práctica toda su vocación pedagógica para convertir la enseñanza en un espacio digital mágico, lúdico y digno de recordar.
En adelante, los empleos requerirán cada vez más trabajadores con conocimientos tecnológicos y digitales, que sepan de inteligencia artificial, que manejen los datos científicamente, con dirección informática y con eficiente atención al cliente, entre otras habilidades. Es tarea de los padres y de los docentes buscar la adaptación curricular para que toda esta innovación responda con urgencia a las necesidades sociales. Por otro lado, los educadores que buscamos llevar formación adecuada a comunidades que viven en condiciones de pobreza deberemos preocuparnos cada vez más por zanjar las diferencias, buscar el acceso a dispositivos y generar la habilidad para adquirir, localizar, analizar, organizar, entender, evaluar y utilizar la información y la comunicación.
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La correcta formación digital de los jóvenes es clave para el desarrollo adecuado de la formación en línea. Esta alfabetización, al igual que otras, es el paso previo a posteriores procesos de enseñanza, que en este caso estarían alineados con el uso calificado de los soportes, pero también en la comprensión y la expresión de los códigos audiovisuales y multimedia.
Según el proyecto Vértice, que se dedica a la formación en línea, «las destrezas claves para una efectiva alfabetización digital se engloban en torno a cuatro líneas de actuación:
»Instrumental. Orientada a adquirir las habilidades necesarias para el uso de las TIC (tecnologías de la información y de la comunicación).
»Cognitivo-intelectual. La capacidad para transformar la información en conocimiento. En este punto es fundamental contar con una capacidad crítica que permita discernir entre lo que es información veraz y lo que no lo es.
»Social-comunicacional. No solo leer y escribir de forma tradicional, sino saber adaptar el lenguaje a los nuevos códigos de interacción social, como la participación en las redes sociales. Tener la capacidad de crear documentos textuales, hipertextuales y audiovisuales es clave para evitar la exclusión digital.
»Ética. La necesidad de trabajar en valores positivos y prácticas éticas en las interacciones digitales. Un claro ejemplo lo encontramos en las redes sociales cuando se inician debates polémicos y los usuarios dejan comentarios negativos que en una conversación cara a cara ni se plantearían compartir».
Es importante que no perdamos de vista que los espacios digitales están tomando el lugar de la convivencia en clase y de las relaciones interpersonales. Los adultos tenemos que procurar alternativas que ofrezcan a la juventud esos espacios de convergencia que necesitan para tener una interacción y un desarrollo social saludable, pues se modificó lo que antes sucedía de forma natural.
La nueva normalidad se ha convertido en una ventana de oportunidades, pero, como siempre, no accesible para todos.
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