La semana pasada, en un debate, Sandra Torres mencionó mi nombre como posible ministro de Finanzas. Aunque la señora Torres fue respetuosa en cuanto a aclarar que no había hablado conmigo y que era algo no confirmado, la mención me tomó por sorpresa, ya que mi intención es continuar trabajando para el centro de pensamiento en el que actualmente laboro y por el momento no he considerado volver al servicio público.
Sin embargo, esa mención inevitablemente me hizo pensar qué responder en caso de recibir esa llamada. En mi opinión, las siguientes son condiciones que todo futuro ministro de Finanzas debe imponer al presidente electo, las cuales planteo a guisa de consejos para Jimmy Morales.
Uno, el presidente debe respaldar las decisiones de su ministro de Finanzas, especialmente cuando se trata de decir no. Es un trabajo desdichado porque, tratándose de administrar recursos escasos, la mayoría de las veces debe decir no al medio mundo que pide plata al presidente. No a los de Avemilgua, a los financistas de la campaña, a los que piden privilegios fiscales, a sobrevaluar obras y contratos, etc.
Dos, es urgente que el presidente conozca la gravedad de la crisis financiera en la que recibirá el Gobierno. Debe acercarse y dedicar tiempo a los detalles técnicos, cerrar la brecha entre el discurso de campaña y la cruda y fea realidad. Por ejemplo, es urgente que alguien le explique que publicar todos los documentos de las adquisiciones públicas (una promesa de campaña de Morales) ya está hecho en Guatecompras y que transparentar las finanzas públicas es técnicamente complejo y políticamente costoso.
Tres, debe tener como prioridad el rescate y la recuperación de la SAT, procesos que serán lentos y difíciles. Debe lograr que la Presidencia, la SAT y el Minfín trabajen coordinadamente y evitar los conflictos entre la SAT y Finanzas, tal como ocurrió en 2013. Jimmy debe entender que si no recupera la SAT no podrá gobernar.
Cuatro, con urgencia debe designar un operador político, en caso de que su ministro de Finanzas no tenga esa capacidad, para cabildear la agenda legislativa de interés fiscal para el nuevo gobierno, empezando por el presupuesto de 2016 y por las herramientas técnicas para solucionar la crisis. Al no tener bancada en la legislatura saliente y solo 11 diputados en la entrante (¿o ya está comprando tránsfugas del PP y de Líder?), este operador es clave para evitar que el Congreso lo ponga fiscalmente de rodillas. Debe lograr, además, que su operador no se involucre en negociaciones sucias, suscriba acuerdos espurios y no sea corrupto ni ladrón. ¿Conocerá Jimmy a alguien así? Esta es la primera gran prueba de fuego para Jimmy en materia de transparencia. Y ojo, que está claro que la luna de miel del nuevo gobierno será muy corta.
Repito, estas son, en mi opinión, cuatro condiciones que deberían ser obligatorias. Es decir, si se piensa despacio la cosa, el ministro de Finanzas apoyará al presidente y al país si hace bien su trabajo. Pero temo que hay un montón de gente que lo ve al revés: quiere que Jimmy Morales le haga el favor de tirarle el hueso de su vida.
Es decir, presidente electo: si la persona que usted designe para asumir la inmensa responsabilidad de conducir las finanzas públicas no le impone condiciones como estas, es mala seña. Sin estas condiciones, le aseguro que ahí le saltará el primer escándalo de corrupción de su gobierno, incluso antes del 14 de enero de 2016.
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