Mañana, 3 de febrero, se conmemora el Día Internacional sin Pajilla. Si a usted, como yo, lo ocupan temas relevantes, podría tener como reacción espontánea pensar: «¡Qué día ni qué carajos!». El propósito de dedicar un día a un tema tan aparentemente insignificante es sensibilizarnos sobre acciones simples y cotidianas que terminan asesinando tortugas. Le sorprendería saber la cantidad de desechos sólidos que desde mediados de 2017 comunitarios y autoridades han recolectado de afluentes de agua por medio de las biobardas de un proyecto artesanal elaborado con lazo, malla y botellas de plástico que forman una barrera para captar los desechos que se encuentran flotando en la superficie. Intentan impedir que la contaminación de los cauces sea vertida en lagos y océanos, ya que altera actividades de la vida marina como la pesca. La calidad del agua acaba por poner en riesgo la salud, la biodiversidad de los ecosistemas y la vida de la misma humanidad.
En el interior de la república hay iniciativas socioambientales que buscan reducir y utilizar positivamente esos desechos antes de que lleguen a los afluentes. Los comunitarios limpian y encapsulan los empaques no reciclables en botellas PET, que adquieren el nombre de ecoladrillos porque luego son utilizados en construcción. He abordado este tema con un grupo de jóvenes profesionales con quienes comparto. Aceptamos el reto de elaborar ecoladrillos desde nuestros espacios personales. ¡Es impresionante darse cuenta de la cantidad de basura que generamos! Desde que hacemos este ejercicio, hemos implementado algunas acciones sencillas, pero que reducen la generación de basura. Ahora procuramos llevar una servilleta cuando vamos a comprar tortillas, como se hacía en el pasado.
Obviamente, lo que usted y yo podamos disminuir en la generación de contaminantes domésticos, aunque importante, no constituye una mengua que genere impacto representativo en el resultado, pues representa un porcentaje mínimo del total de la contaminación. Es acá donde se torna significativo dedicar un día para generar y adquirir conciencia de que existen desechos domésticos nocivos, como animales muertos o pañales, además de los industriales, que contaminan impunemente ríos e incluso transportan contaminantes de la minería y de la agroindustria, insecticidas, materiales tóxicos y productos radiactivos que en algunos casos son volcados descaradamente a los afluentes con los desechos industriales.
Es sencillamente inadmisible tomar el agua como un desagüe de capacidad ilimitada. Nuestra apatía ha generado una serie de hechos alarmantes y, como consecuencia de ello, hemos afrontado casos que han puesto a Guatemala en problemas con países vecinos por la contaminación de ríos como el Motagua o el Lempa, ya que los ambientalistas responsabilizan a los beneficios de café de la ciudad guatemalteca de Esquipulas de lanzar sus aguas residuales en sus cauces. La tragedia ecológica es evidente.
Nuestro desafío es contra la estupidez humana. La tierra ha sobrevivido a grandes catástrofes, a diferencia de los seres que vivimos de ella, que le somos prescindibles. Somos nosotros quienes necesitamos cuidarla para sobrevivir. Debemos dejar de complacer viciados intereses de grupos de corruptores y corrompidos (dos caras de una misma moneda) que llegan a las comunidades más pobres a desviar el agua. Urgimos leyes que regulen el uso del recurso hídrico por parte de su mayor consumidor, el sector agrícola. Debemos impedir que cualquier persona pueda, sin limitación, perforar pozos, contaminar, lanzar desechos químicos y utilizar los recursos naturales para fines industriales o mineros y, sobre todo, sin un pago justo o legal. Necesitamos programas de tratamiento de las aguas residuales y concientizarnos respecto al uso racional del vital líquido. Es nuestra responsabilidad evitar a toda costa que el agua sea vilmente comercializada por quien debe protegerla, como ha sucedido recientemente en la costa sur. Una acción simple pero vital es adquirir conciencia de que este escenario permite la censura social, amenazas, persecución e incluso el asesinato de campesinos que denuncian abusos.
Formar nuevos y necesarios hábitos como vivir #SinPajilla o #SinBolsa nos ayuda a hacer conciencia de que tenemos que cambiar de actitud o cambiar de planeta.
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