Los siguientes años serán cruciales para que en Guatemala iniciemos una senda de cambio, ya que actualmente el panorama no es nada alentador. Según las encuestas, más de la mitad de los guatemaltecos se muestran negativos ante el futuro, y en gran parte tienen razón, ya que seguimos con grandes desafíos en desnutrición crónica, calidad educativa, seguridad ciudadana, infraestructura eficiente, generación de empleo y responsabilidad fiscal. En pocas palabras ¡no progresamos!
Las demandas siempre son inmensas, pero en cuatro años es imposible resolverlas todas. Sin embargo, debemos iniciar con una serie de cambios, como base, que permitan a los guatemaltecos avanzar con pie firme, encontrar una luz al final del túnel e inspirarse para salir adelante.
Considero que lo esencial será partir con los niños y niñas menores de tres años que actualmente sufren de desnutrición crónica –más de la mitad del área rural. En este campo es recomendable fijarse metas claras para la próxima década. Habrá que investigar las mejores prácticas a nivel local e internacional. Involucrar a todas las familias de los niños, apoyar con capacitación y alimentos; y evaluar las diferentes actividades y sus resultados, será sumamente importante. Es recomendable que se utilicen distintas metodologías y que los programas se lleven a cabo de forma focalizada y descentralizada.
Una segunda prioridad es la calidad educativa. Sin educación, no hay desarrollo ni prosperidad. Para lograr calidad educativa será indispensable aumentar la preprimaria de los infantes, lograr que los niños y niñas en la primaria asistan 180 días al año y capacitar a los maestros para que enseñen como mínimo lenguaje y matemáticas a todos los chicos. Importante contar con una buena logística para que los servicios de apoyo lleguen (libros de texto, útiles escolares, refacción escolar, recursos para mantener las escuelas, y otros). Y de ser posible, contemplar la tecnología en el aula como una oportunidad. La participación de los padres y madres de familia es crucial para el aprendizaje de los alumnos.
Ampliar la cobertura en la secundaria y lograr que los jóvenes no abandonen las escuelas disminuirá la violencia juvenil. Habrá que montar un programa no escolarizado dirigido a los más de 800 mil jóvenes que se encuentran fuera de la escuela, que les permita una formación en valores y generación de capacidades para el trabajo.
Urgente lograr ley y orden para gobernar. Fortalecer las instituciones se seguridad como la Policía; la gestión del Ministerio de Gobernación y el Sistema Penitenciario son claves para que podamos contar con mayor seguridad.
La infraestructura requiere de buena gerencia y eficiencia en la inversión de los recursos. Es importante tener un plan para los siguientes años, diseñar los nuevos proyectos y que la construcción de los mismos se realice por expertos, con transparencia y eficiencia. Hoy vemos instituciones con poca capacidad y experiencia desarrollando este tipo de proyectos. Indispensable que las ONG que participan haciendo obra pública sean precalificadas y que pasen por un proceso de licitación. Imperante que en la ley de aprobación de presupuesto del 2012 no se les exonere de la ley de compras. Adicionalmente debe revisarse el programa de mantenimiento de la infraestructura para impedir que se deteriore, especialmente con los desafíos del cambio climático.
Posiblemente el reto más complejo que tenemos los guatemaltecos es generar empleo formal, especialmente el de corto plazo. Menos de dos de cada diez adultos en edad de trabajar cuentan con educación diversificada, y nuestra escolaridad promedio es de tan solo cinco años. Además, requerimos de inversión privada local y extranjera para generar empleo. Se comenta que cada nuevo puesto formal requiere al menos de US$7,000 al año. Invertir en los guatemaltecos en edad de trabajar para que sean más productivos, es clave. Un estudio muestra que para producir lo que un trabajador norteamericano promedio genera en un día, se requieren seis guatemaltecos.
Y en el área rural, el reto es organizar a las comunidades y microempresas, darles capacitación y apoyo financiero, para que produzcan más, formen cadenas de valor y consigan nuevos mercados. Sin embargo, si contamos con niños y niñas más nutridos, alumnos que aprenden, jóvenes capacitados, infraestructura eficiente, y seguridad ciudadana, definitivamente lograremos un clima positivo para más inversiones.
Como tema prioritario se encuentra “poner en orden la casa”. En estos años, el gobierno ha sido poco responsable con el manejo de los recursos humanos, físicos y financieros del Estado. Los ingresos tributarios han mejorado, pero la administración de los mismos es muy deficiente y nada transparente. Se dan aumentos salariales sin tener los recursos y el país está pagando una promesa política partidaria con préstamos. En esta área sí que se requiere un gran acuerdo y cambios profundos. Debiéramos partir formulando las preguntas de qué queremos para el país, cuáles son las prioridades y cuánto cuesta. Luego vendrá la propuesta de buscar cómo financiarlo. Urgente que los fondos públicos se manejen con honestidad y rindiendo cuentas; difícil que un contribuyente quiera pagar más impuestos si los empleados públicos, en especial “las cabezas” no son honrados y buscan el poder para sus intereses personales y partidarios.
Guatemala es primero. La próxima administración debe enfocarse en gobernar y servir a todos los ciudadanos. Si actúa con amor a nuestra patria, con liderazgo, coraje y honestidad, no estará solo. Tendrá a todo un pueblo que apoyará si existe una visión de largo plazo, un buen plan de gobierno, un equipo capaz y una administración efectiva.
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