Los guatemaltecos estamos atravesando por un momento crucial. Más de la mitad de los niños del área rural sufren de desnutrición crónica, la escolaridad promedio es apenas 5 años, estamos situados entre los países con mayores índices de violencia juvenil, y apenas un 20% de la población en edad de trabajar cuenta con un empleo formal. Somos un país con muchos recursos pero con grandes desafíos.
Con la puesta en marcha del nuevo gobierno, existe en la mayoría de la población mucha esperanza… pensando “esta vez si va a funcionar”. El Presidente de la República ha escogido tres grandes pactos en las áreas de seguridad, hambre y empleo. Interesante conocer por qué pactos. Un pacto se define como un convenio solemne, estricto y condicional entre dos o más partes en que se establece una obediencia a cumplir uno o varios puntos establecidos en un contrato formal y en que ambas partes se comprometen a ejecutar ciertas acciones y a recibir retribuciones de la otra parte por su cumplimiento. En este caso, se percibe que el pacto es del Organismo Ejecutivo con la población en general.
Según Marisol Longanecker, en el Antiguo Testamento, la palabra pacto tiene una connotación de amarrado. Este significado se refiere a un lazo que no puede romperse fácilmente y cuyas consecuencias negativas de destrozarlo son muy serias; razón por la cual en esta oportunidad debemos cumplir.
La pregunta que se hacen muchos guatemaltecos que no están involucrados en las instituciones políticas ni en las élites es ¿cómo puedo ayudar a consolidar los pactos? Mientras que en Estados Unidos, la gente participa anualmente en por lo menos 10 organizaciones de voluntarios, en Guatemala (según un estudio de la Fundación Proyecto de Vida -2007), apenas 2 de cada 10 respondieron positivamente; y de esos la mitad daba su tiempo a una iglesia.
Por lo tanto, por un lado el gobierno deberá tomar todas las acciones que logren mantener los pactos, entre ellas: hacer planes, montar estrategias, trazar metas, llevar a cabo transformaciones sistémicas, rendir cuentas, administrar por resultados y llegar a los más vulnerables.
Y por el otro lado, los guatemaltecos podemos colaborar de muchas formas responsablemente. Es la sociedad la que debe tornarse en solidaria y el Estado en subsidiario (apoyar a las personas que realmente lo requieren, generando capacidades). Todos tenemos algo que dar. Si alguien desea colaborar de forma gratuita es importante acercarse a su iglesia, al comité de padres de familia de la escuela, a la organización del vecindario o a una institución de caridad o servicio social. En internet hay un directorio de organizaciones que apoyan a otros por medio del voluntariado, WE Guatemala (Logremos el cambio). Tiene un listado de 97 organizaciones de voluntarios, obras de caridad y misioneros en Guatemala. http://weguatemala.org/es/nonprofit_directory .
Todos de forma conjunta, en especial los tres organismos del Estado, debieran buscar la puesta en marcha del desarrollo del individuo. No más programas de asistencia social. Estos no motivan al crecimiento humano y terminan en programas de reparto de recursos a beneficio del partido político de turno. “Desarrollo” implica un proceso continuo, ordenado en fases, a lo largo del tiempo, que se construye con la acción del sujeto al interactuar con su medio, adaptándose gradualmente.
Importante que las estrategias y acciones del gobierno y de la sociedad civil contemplen el crecimiento intelectual del individuo, adquirido por el ejercicio mental del aprendizaje de la enseñanza empírica, donde cada ser va desarrollando no solo su cuerpo, sino su mente y espíritu, tomando responsabilidad de su vida, con proyección de largo plazo y por supuesto teniendo sus necesidades básicas satisfechas.
Exijamos al gobierno una buena gestión de los recursos. Que realmente lleve servicios mínimos como agua potable y saneamiento, educación primaria y salud preventiva, seguridad alimentaria y física, caminos y carreteras, y créditos para fomentar las microempresas y el empleo. Nosotros comprometámonos con esta Guatemala desarrollada participando y donando un poco de nuestro tiempo por los demás.
Conviértase en un voluntario solidario y será feliz. Un estudio hecho en Argentina que analiza las motivaciones para actuar, acuñaron el término “felidaridad” como las conexiones entre felicidad y solidaridad. Según este estudio, las personas felices se sienten más responsables de lo que dejarán a las generaciones futuras, están más motivados y preparados para cambiar, y se implican más en iniciativas solidarias.
Nos toca un camino largo por recorrer, pero si todos ponemos de nuestra parte se puede lograr. Hoy más que nunca se requiere unir talentos, diseñar buenas estrategias y tomar acciones creativas. ¿A qué te comprometes?
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