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Diego Alburez Gutiérrez, el demógrafo que hizo el árbol genealógico de Río Negro

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Diego Alburez Gutiérrez, el demógrafo que hizo el árbol genealógico de Río Negro

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Diego Alburez Gutiérrez es doctor en Demografía de la London School of Economics. Su tesis doctoral «Más allá del exceso de mortalidad: La vida demográfica y social de una comunidad maya tras una guerra de masacres» aporta a la reconstrucción de la memoria histórica en Río Negro, una aldea de Rabinal, Baja Verapaz, masacrada por el Ejército y Patrulleros de Autodefensa Civil (PAC) en 1982, cuando él no había nacido. Mediante entrevistas a sobrevivientes, creó el gran árbol genealógico de la zona e investigó las consecuencias que tuvo la masacre, más allá de la muerte.

El demógrafo Diego Alburez reconstruyó 60 años de la genealogía de Río Negro, con un método de su creación. La comunidad que estudió fue considerada por el Ejército como aliada de la guerrilla, durante la construcción de la hidroeléctrica Chixoy. Para edificar este embalse, el más grande e importante del país, que provee 300 megavatios de energía, el Gobierno obligó con violencia al desplazamiento de varias comunidades, entre ellas Río Negro.

La investigación de Alburez presenta por primera vez en Guatemala datos cuantitativos que demuestran que los asesinatos en masa afectaron el crecimiento de la población. Los que no murieron durante el desalojo forzado y la matanza de 1982, especialmente los niños, fallecieron poco tiempo después. La violencia física y sexual resultó en menor fecundidad entre las sobrevivientes. Se rompió el tejido social.

¿Por qué decidió centrar su investigación doctoral en Río Negro?

Otras áreas afectadas por la guerra han recibido bastante atención, pero Rabinal no tanto. Sobre todo el caso de Río Negro, que para mí es uno de los casos de violencia colectiva más emblemáticos en nuestra historia, junto a la masacre de la comunidad Dos Erres (en Petén) y a nivel regional, la del Mozote, de El Salvador. Este caso no se conoce prácticamente fuera del área, ni su vinculación con la construcción de la hidroeléctrica de Chixoy en los años 70, de la cual todavía obtenemos un alto porcentaje de la “energía eléctrica limpia”, entre comillas. Desarrollo, violencia, racismo y genocidio en el área confluyen y es una historia que se ha intentado ocultar.

¿Cómo fue el trabajo de recopilación de información?

No existía un método. Yo desarrollé uno propio, que se llama Método genealógico extendido y que hace un par de meses fue publicado en una revista científica de bastante prestigio. Recopilamos historias familiares o árboles genealógicos hablando con sobrevivientes. La idea era ir con un sobreviviente y ahí desarrollar un método de muestreo apropiado. Les preguntamos sobre sus padres, fechas de nacimiento, defunción, matrimonios, datos de hermanos...

Andrea Godínez

¿Reconstruyeron la historia a través de la memoria?

Sí, a través de la memoria, pero preguntando exclusivamente acerca de parientes. Preguntas fáciles. Y a la vez que íbamos reconstruyendo los árboles familiares, los íbamos vinculando entre sí. Entrevistamos a una persona, luego entrevistamos a la prima de esta persona y obviamente van a tener familiares comunes. Así, creamos un único árbol familiar común que tiene a todas las personas que han vivido en Río Negro desde 1960 hasta el 2015, y antes, porque hay registros de 1890. Estoy seguro de que capturamos a un 97% de las personas que han nacido y vivido en Río Negro y las metimos en una base de datos en la que es posible hacer cualquier tipo de análisis numérico.

¿Qué criterios siguieron para las entrevistas?

Junto a dos colaboradores de la comunidad, entrevistamos a mujeres, porque tienden a tener mejor información sobre estos temas. Y a parejas, que se ayudan entre sí. Y en varios grupos etarios, porque la gente mayor tiene mejor información sobre los antepasados, pero tal vez no saben tanto sobre los nietos. Esto se llama muestreo en cadena. Íbamos vinculando las entrevistas en la medida en que se procesaban los datos. Sabíamos cómo iba creciendo este árbol familiar y sabíamos qué información faltaba. No es como un muestreo tradicional en donde hay un listado, sino más bien es iterativo y flexible. En la medida en que recolectamos información determinábamos con quién se hacía la próxima entrevista.

La lógica era que comenzábamos con dos entrevistas individuales independientes con dos personas distintas. La primera persona iba a generar un árbol familiar y luego de ese árbol familiar seleccionamos a una persona que cumplía con las características que estábamos interesados. De ese grupo familiar elegíamos a la tía. Entonces la tía hacía crecer el árbol familiar. No fue un muestreo aleatorio, sino más bien direccionado dependiendo de qué nos interesaba. Usé tres criterios para determinar saturación, o sea el punto en el que había capturado a todas las personas. Y después de 100 entrevistas me di cuenta de que ya habíamos capturado a un 97% de toda la población.

¿Y el 3% restante?

Posiblemente era gente que todo el grupo familiar fue masacrado y no tenían ningún  descendiente. Hay gente que no está incluida, pero no afecta los resultados finales de forma significativa.

Andrea Godínez

¿Quiere decir que conoce todas las casas de los habitantes de Río Negro?

Sí, diría que todas las familias, porque esa idea de casa después de las masacres se pierde un poco, porque la gente se va a vivir a los cerros por un tiempo. Entonces es un poco difícil de definir casa, pero la familia continúa. Entonces conozco a todas las familias a lo largo del tiempo y sé quién se casó con quién y quién nació en qué año. Con esa información ya es posible decir cuáles fueron los efectos a largo plazo y no solo estimar cuánta gente murió, que es una idea que se tiene más o menos.

¿Qué fue lo más significativo que encontró?

Desde un punto de vista histórico, académico y de política pública es que los efectos de las masacres persisten a lo largo del tiempo y no han desaparecido. Hay que comprender que no todos fueron afectados de la misma manera a pesar de pertenecer a la misma comunidad. Hay gente que logró escapar y otros que sobrevivieron a la mayor de las masacres, en Pacoxom, contra mujeres y niños. Yo determiné la forma en la que unas y otras personas fueron más afectadas por las masacres, viendo el número de parientes que fueron masacrados.

¿Qué ocurrió para quienes perdieron a más o menos familiares?

Hay gente que solo perdió un pariente y otros que perdieron a 15. Un hallazgo es que la gente que fue más afectada por la masacre, porque perdió más parientes, tendió a morirse más rápido. Sabemos que existe trauma después de este tipo de eventos y puede ser que esto haya afectado la salud mental. Y sabemos que la salud mental afecta a la salud física, entonces quizá esta experiencia de dolor aceleró la muerte de los sobrevivientes. Pero otra explicación que surgió es que perder apoyo familiar también puede ser fatal para sobrevivientes, sobre todo para niños. Cuando somos refugiados, lo único que queda son los familiares que dan apoyo. Destruir esta red de apoyo tuvo consecuencias negativas que eventualmente aceleraron la muerte.

¿Cómo se determinó esa mortalidad infantil como efecto de las masacres?

Con el análisis estadístico de los datos, comparando grupos de gente más afectada y gente menos afectada por las masacres y que sobrevivieron, logré determinar cuánto tiempo tomó para que la gente muriera en cada grupo. Por ejemplo, imagine dos grupos de sobrevivientes. En el primero, todos perdieron 10 familiares. Los sobrevivientes del segundo grupo perdieron un único familiar. Si comparamos ambos grupos, vemos que tomó menos tiempo para que se fueran muriendo las personas en el primer grupo.

¿Más rápido significa más jóvenes o más inmediato a la masacre a la que sobrevivieron?

Significa después de las masacres, sin importar su edad. La gente mayor murió más rápido y los niños murieron más rápido. Los niños que tenían menos de 5 años y fueron más afectados (porque perdieron más parientes) murieron mucho más jóvenes. Dos o tres años después de las masacres la mortalidad de un grupo fue mucho más alta que la mortalidad del otro grupo (más afectados vs. menos afectados). Eso es lo que nos dan los números y la interpretación que se hizo a las entrevistas y grupos focales con los sobrevivientes. Por ejemplo, si un niño perdía a toda su familia quién le iba a buscar comida, quién iba a ver que estuviera caliente durante la noche. Había menos gente que se iba a preocupar por ese niño y era más fácil que muriera. Ahí es donde entra la idea del tejido social que se rompe alrededor de ese niño. Otro niño que perdió menos parientes todavía tiene una red de protección más firme que le ayudó a sobrevivir.

¿Ellos también son víctimas de las masacres?

Exacto, no murieron de forma violenta, pero podemos vincular su muerte.

¿Es posible determinar el número de esas otras víctimas?

No me interesaba tanto cuantificar este dato. Porque con el tema de víctimas hay números que han sido ya reconocidos oficialmente, que son los que las organizaciones han manejado con base en los testimonios que han recogido y en la información forense. Los datos que yo tengo de mi estudio no necesariamente concuerdan con los datos que se han manejado oficialmente.

Andrea Godínez

¿Son mayores o menores?

Son menores, porque yo estoy considerando únicamente la población de Río Negro. Mientras que en algunos de los datos oficiales se considera que la masacre no era solo gente de una comunidad, sino que a veces había gente de otras comunidades que eran traídas a las masacres y también morían. Eso aumenta el número. En donde veo el mayor valor de mi estudio es en comprender, por ejemplo, distribuciones dentro de la población. A lo que me refiero con esto es qué porcentaje de la población total murió. Por ejemplo, qué porcentaje eran niños, qué porcentaje eran mujeres. Está el número de cuántos fallecidos hubo, pero no se conoce la población total.

¿Qué había en cuanto a estadísticas de Rabinal, que usted pudiera consultar?

No hay nada, y esto no es específico del caso de Río Negro. En contextos de guerra, por lo general, las fuentes tradicionales de información colapsan. El registro de muertes y nacimientos no funciona. Los censos no son confiables, no hay encuestas y entonces lo único que había era un censo que hizo el INDE (Instituto Nacional de Electrificación) antes de la construcción de la presa, para supuestamente reasentar de forma humana a los habitantes del área.

¿Ese censo fue antes o después de la masacre?

Lo hicieron antes de la masacre. Supuestamente iba a servir, y es un estudio muy bueno, pero que no se puso en práctica. Aparte hay un censo más reciente, que se realizó para temas de resarcimiento, donde hay información actualizada de quién está vivo. Pero además de eso no hay nada.

¿Estos son los únicos datos cuantitativos que hay de las comunidades afectadas por la guerra?

Aparte están los listados de víctimas, de gente que ha dicho qué parientes murieron y la Fundación de Antropología Forense también tiene listados de víctimas de las exhumaciones que han hecho, pero son incompletos. No estaba lo que a mí me interesaba, que era la noción de los efectos de la violencia colectiva de las masacres en contra de población no combatiente. Porque tendemos a enfocarnos mucho en la masacre y en la gente que murió. Y es un evento lamentable, que no debería ocurrir, pero estas masacres tienen efectos a largo plazo en la gente que sobrevive.

En su estudio también se habla del tema de la fecundidad después de las masacres.

Para resaltar un hallazgo, y siempre tomando esta idea de comparar gente que fue más afectada con gente que fue menos afectada por las masacres, lo que vemos es que las mujeres que fueron más afectadas por la violencia tuvieron un número menor de hijos a largo plazo. Las mujeres dejaron de tener hijos. Esto es algo que hemos estado trabajando para evaluar las implicaciones legales. Porque cuando hablamos de violencia sexual no existe evidencia estadística. Hay muchos testimonios pero no hay una forma de evaluar cómo sabemos que hubo violencia sexual y cómo lo podemos probar.

En el estudio encontramos otros datos. Por ejemplo, el que la población creyera que alguien había sido víctima de violencia sexual llevó al aislamiento, al ostracismo, de esas mujeres en sus comunidades. Y eso quiere decir que era muy difícil encontrar pareja y volver a casarse si enviudaron por las masacres. O tuvieron uniones o matrimonios que fueron muy inestables. Y también hubo mucha violencia sexual y violencia física dentro de la misma comunidad después de la masacre. Las mujeres estaban en una posición muy vulnerable. Nosotros encontramos evidencia numérica de que las mujeres que fueron más afectadas por la masacre no tuvieron hijos o tuvieron muchos menos hijos después de la violencia.

¿Esto está vinculado a un problema de salud?

Una de las explicaciones que encontramos para esto es el trauma, pero también que muchas mujeres no quisieron tener hijos ni juntarse con otro hombre. Hubo consecuencias fisiológicas por el impacto físico de la violación. Y aislamiento social. Muchos hombres buscaron mujeres de fuera de la comunidad para casarse. O mujeres jóvenes, que tenían 15 o 16 años durante la masacre, con la idea de que era menos probable que hubieran sufrido violencia sexual que alguien de 25 años.

¿Hay otros casos similares en el mundo ?

No sabemos, no existen los datos. No hay nada comparable a esta base de datos que hicimos. Ni en Ruanda, ni en Camboya ni en ningún otro contexto de genocidio.

¿Cómo es la comunidad Río Negro?

Río Negro está dividido en dos. Una parte vive cerca del embalse, alrededor de 100 personas, y otra parte vive cerca del centro de Rabinal, en una colonia que se llama Pacux, que fue construida por el INDE para reasentar a las personas desplazadas de Río Negro, pero que funcionó como un campo de concentración. Ese diseño fue precursor a las aldeas modelo del área Ixil. Apenas hace dos años no había electricidad. Hace dos semanas que fui me di cuenta que el área es súper seca y la instalación eléctrica es muy mala. Tengo miedo de que pueda haber una chispa y agarre fuego todo. No hay transporte público, es una odisea llegar. Toda esa violencia estructural en contra de la población nunca va a terminar. Por eso siento que no es casualidad que se desconozca la historia.

Andrea Godínez

¿Cómo se involucró con la historia de Río Negro?

Estudié antropología en la Universidad del Valle de Guatemala y eso me dio la oportunidad de conocer un poco más sobre el mundo rural y el mundo maya. Hice una gira de campo por Rabinal. Ellos tienen un centro de la Memoria Histórica, para que visitantes conozcan un poco de la historia de la comunidad y hacen un recorrido por donde fueron las masacres. Yo estuve colaborando con ellos. Luego de eso, trabajé en áreas K’iche’ y aprendí a hablar el idioma k’iche’en la Academia de Lenguas Mayas y practicándolo en el campo. Luego me interesé en lingüística y aprendí kaqchiquel, un poco de q’eqchi’ y, trabajando en Rabinal, el achi. Esa perspectiva lingüística me ayudó a tener mejor comunicación con las personas. Después de terminar la licenciatura hice una maestría en Metodología e Investigación Social, en la London School of Económics, y mi tesis fue vinculada a la guerra en Guatemala, pero enfocada a ciclos electorales con violencia política. Y luego el doctorado en Demografía en la misma universidad, pero para eso ya tenía unos cuatro años de ir constantemente y tener una relación con los habitantes.

Hábleme de esa relación con los pobladores…

Viví en Rabinal por temporadas y fui conociendo de forma más personal las historias de los sobrevivientes. Me ayudó el hecho de saber el idioma, ya que Río Negro, por su historia de aislamiento, es un lugar en que el achí todavía se habla mucho. Entonces para hablar con mujeres mayores, por ejemplo, solo se puede si uno conoce el achi. Por esta razón creo que son los hombres (que hablan español) los que siempre cuentan sus historias. Si se lee lo que se ha escrito sobre Río Negro y los testimonios, entrevistas y todo, son los mismos hombres los que siempre están hablando. Me interesaba mucho acceder a otras perspectivas sobre la historia.

Estamos en unos tiempos en que el Congreso propone una amnistía para poner fin a estos casos.

Se usa muchas veces con fines políticos, sin conocimiento de causa. Y es esto, que se conozca la historia, una de las motivaciones por las que comencé esta investigación. Hay un monstruo que acecha a nuestro país y nuestra historia, y es el racismo. De analizar las causas de la guerra, y que la población indígena fuera desproporcionalmente afectada, ha surgido la noción de que hubo un genocidio contra la población maya. Pero no es algo pasado. Viene desde la época de la Colonia y sigue fluyendo, de acuerdo a la forma en que nos relacionamos unos con otros. No podemos fingir que es algo que ya es pasado y que somos una sociedad distinta. Las causas de este genocidio y de la desigualdad entre población ladina e indígena son las mismas. Si queremos mejorar las condiciones de vida para la gente, olvidar el pasado es contraproducente.

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