Hoy, quizá debido a esa época que estamos viviendo y que el diccionario Oxford adjetiva como posverdad, el odio se ha apoderado de las redes sociales (plataformas digitales) y, entre las más utilizadas, de diez publicaciones unas siete u ocho corresponden a insultos o a deformaciones de la realidad, algunas veces, a nivel casi patológico. El resto se limita a saludos, anuncios o información personal sin trascendencia social.
De acuerdo con dicho diccionario: «Posverdad es un adjetivo definido como relativo a o que denota circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y a la creencia personal»[1].
Debido a una experiencia personal que tuve a principio de este año, me dispuse a comparar la sintomatología de la posverdad descrita en textos, artículos, redes, etcétera, con el diario vivir de mi entorno. Encontré así, cinco parecidos que deseo describir a continuación para que usted, estimado lector, haga su propio cotejo.
1. La verdad objetiva está difuminada. Tampoco hay espacios para una verificación. Lo que se dice es mi verdad y si es mi verdad debe ser la de todos. En caso contrario, la violencia verbal y las amenazas de todo tipo respaldan esa distorsionada no-verdad.
2. La información de contenido subjetivo y las noticias falsas son cada día más. Las hay desde ataques personales hacia sujetos a quienes no se atreve a encarar hasta otras de impacto social que, bajo una especie de manto de conspiración, están golpeando incluso a la comunidad científica que día a día lucha por lograr un mundo mejor.
3. Las sociedades pequeñas tienen un alto nivel de irascibilidad y de volatilidad. Pero no veo una polarización como la que sí se da en las grandes urbes, sino un rechazo sistemático a todo aquello que yo creo que es mi verdad, ya sea porque me la haya imaginado o porque alguien la publicó en una página cualquiera (sin verificar la fiabilidad de esta).
4. La racionalidad se está perdiendo. Las respuestas a una oposición lógica no son coherentes con un diálogo entre personas entendidas. Predominan las emociones violentas, los insultos y las amenazas. La capacidad de argumentación está completamente perdida.
5. La acometida de esta clase de posverdad (me refiero a mi entorno) está alcanzando a todos los niveles de la organización humana, incluidas las categorías sociales, religiosas, científicas y académicas.
[frasepzp1]
De tales resultas, personas hay (lo peor es que no pocas ostentan un título y grado académico acreditado) que juran, sin saber jota alguna de medicina o de ciencias conexas, que la pandemia de COVID-19 fue provocada con fines de lucro y que las vacunas no sirvieron ni sirven para nada. Como resultado tenemos que, de nuevo, hay brotes de tuberculosis en el mundo y para octubre 2024 esta enfermedad –con mucho trabajo reducida casi a cero en las dos últimas décadas del siglo XX– había resurgido como principal causa de muerte infecciosa en el mundo[2]. Porque las noticias falsas alcanzaron no solo a las vacunas contra la Covid-19 sino a todo tipo de inmunizaciones. ¡Bonita gracia! Pero, cuando a los señores antivacunas se les demuestra con pruebas científicas la realidad, sacan a relucir su verdad, su violencia, sus amenazas, sus insultos y, sobre todos los contextos, la supina ignorancia que exhiben por donde se les quiera ver y oír.
¿Qué hacer ante un cuadro tan desolador donde la verdad está siendo sometida por la mentira y el conocimiento por la ignorancia?
Hay muchos escenarios en donde actuar. Para quienes trabajamos en las universidades confiadas a la Compañía de Jesús, el padre Arturo Sosa Abascal (superior general de la Compañía), nos llamó a ser faros de esperanza ante la crisis global. Según Ibero México: «Durante la Asamblea 2025 de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU), celebrada en Bogotá, el P. Arturo Sosa, S.J., el Superior General de la Compañía de Jesús, ofreció un contundente discurso: “La universidad jesuita: testimonio de esperanza, presencia creativa y dialogante”. Ahí exhortó a las universidades jesuitas del mundo a enraizarse en su carisma ignaciano y actuar como antídoto frente a un contexto de miedo, polarización política y devastación ecológica»[3]. Y me encantó ese llamado que nos hizo a cerrar filas contra el miedo mediante la profundidad y el diálogo. Se trata de una ruta por seguir. Según la misma fuente: «Sosa trazó una crítica directa a las “cuatro P” que amenazan la democracia global: populismo, polarización, posverdad y proteccionismo. Frente a ellas, insistió en fortalecer el discernimiento ético e intelectual de las universidades, enraizado en la espiritualidad ignaciana. “Necesitamos afinar el olfato político”, dijo, apelando a la parábola evangélica de la cizaña. Señaló que la universidad ignaciana está llamada a ser semilla de esperanza y discernimiento, incluso en un tiempo donde reina la incertidumbre»[4].
He aquí una ruta, tan solo una, para hacerle frente a ese monstruo que se llama posverdad pero que también pertenece al grupo macabro donde la vida danza con la muerte gracias al populismo, la polarización y el proteccionismo.
Estimado lector, nosotros, quienes trabajamos en las obras de la Compañía de Jesús ya tenemos una ruta basada en el fortalecimiento del discernimiento ético e intelectual (fundamentado en la espiritualidad ignaciana). ¿Se anima usted a construir la suya? Conste, puede ser la misma. No somos carceleros ni del conocimiento ni de las metodologías. Se trata del futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos y siendo así, debemos evitar que el acre olor del odio que hoy se respira en las redes sociales se concrete físicamente en las familias, en las calles y en nuestros entornos sociales.
Hagámosle honor al nombre de nuestra especie: Homo sapiens sapiens (el hombre que sabe que sabe). Porque la autoconciencia es nuestra característica.
_____________________________________________
[1] https://languages.oup.com/word-of-the-year/2016/
[2] https://www.who.int/es/news/item/29-10-2024-tuberculosis-resurges-as-top...
[3] https://ibero.mx/prensa/padre-arturo-sosa-llama-universidades-jesuitas-s....
[4] Ibidem
Más de este autor