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Dos años después del fin del mundo

Una de esas primeras noches de encierro, mi hermana me regaló tres cuadernos de espiral con muy poco uso. Les arranqué las hojas utilizadas y su vacío se convirtió en la posibilidad más amable de esos días confusos
Tipo de Nota: 
Opinión

Dos años después del fin del mundo

26 de Marzo de 2022
Palabras clave
«El cuaderno del fin del mundo» de Vania Vargas publicado por Editorial Celsius 232. Fotografía de Liliana Villatoro

El 13 de marzo de 2020[1] yo tenía dos días de haber regresado, desde la capital, a Quetzaltenango con el propósito de seguir los procesos familiares que quedaron pendientes tras la muerte de mi padre. El plan era volver, momentáneamente, a la capital, 15 días después para cumplir con los compromisos personales de la vida que, durante 18 años, había construido allá. Recién estaba inaugurando una nueva intermitencia entre las dos ciudades, ahora, según yo, con menos tiempo de por medio.

La ropa negra que metí en la mochila para pasar esos 15 días quetzaltecos, fue la misma con la que pasé casi ocho meses. El panorama se iba tornando borroso, la incertidumbre se iba haciendo más profunda en la medida en que pasaban los días. El limbo se iba extendiendo, era real y yo había quedado encallada del lado de la vida que había abandonado muchos años atrás. 

Como pocas veces al año, durante los últimos años, me tocó desarmar la maleta, desocupar una gaveta, habitar un lug...

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