Tengo que admitir que, como todo lo que no me gustaba y ahora sí, yo necesitaba crecer en algún aspecto para apreciarla. Es una serie magnífica, con escenas que recuerdan cuadros renacentistas, saltos de secuencias con aires de meditación zen y otras bellezas que no soy la primera en describir, por mucho.
Pero, en estos tiempos tan extraños, lo que más me llamó la atención fue el principio y el fin de la historia, pues me dan una idea de lo que es realmente importante para los que la o...
Tengo que admitir que, como todo lo que no me gustaba y ahora sí, yo necesitaba crecer en algún aspecto para apreciarla. Es una serie magnífica, con escenas que recuerdan cuadros renacentistas, saltos de secuencias con aires de meditación zen y otras bellezas que no soy la primera en describir, por mucho.
Pero, en estos tiempos tan extraños, lo que más me llamó la atención fue el principio y el fin de la historia, pues me dan una idea de lo que es realmente importante para los que la observamos desde afuera.
La serie comienza cuando Tony va a su primera terapia y termina poco después de que la psiquiatra lo despide. El proceso de dejarse observar pareciera ser el motor de la historia. Una vez que ya no es inspeccionado, no tenemos nada que descubrir. Solo es un matón más. Adicionalmente, la relación paciente-terapeuta termina cuando ella deja de engañarse: Tony es un sociópata que nunca va a cambiar a través del tratamiento. Al contrario, lo utiliza (y la utiliza a ella también) para justificar sus empresas criminales y sus conductas antisociales.
Todo lo que viene después de ese fin es irrelevante. Un cuento de mafiosos que ya conocemos de sobra. Hasta podemos sentirnos engañados, ya que la profundidad que creímos descubrir junto con la doctora fue solo un frente más de los que presenta el personaje.
Pero en nuestras vidas no hay cortes de cámaras ni canciones puestas a todo volumen ni escenas perfectas. Somos lo que hacemos todos los días. Y si no nos damos cuenta de eso, igual es lo que hay. ¿Dónde comienzan y terminan nuestros relatos personales? ¿Cuándo nos fijamos en lo que hacemos y en lo que presentamos para ser analizado? ¿Cuándo dejamos de contarnos una versión de la realidad que solo existe para engañarnos y hacernos sentir mejor?
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Como seres humanos, no podemos subsistir sin mitos. Personales y culturales. Son parte fundamental de nuestra personalidad, de la forma en que respondemos las preguntas infinitas y de cómo nos sanamos la psique. Cada vez que conocemos a una persona nueva y nos presentamos, creamos una versión especial de nosotros para esa relación. A veces se queda grabada en piedra, como sucede con los amigos/compañeros del colegio, que nos conocieron durante una etapa muy específica de nuestra formación y que probablemente no pueden vernos de otra manera. O con nuestros padres, que siempre tienen presente al bebé que cuidaron.
Hay una oportunidad constante de construir la historia de nuestras vidas, ya sea siendo simples actores que se dejan llevar por el guion de sus impulsos o desde el examen más profundo que nos permite ser observadores, escritores y partícipes al mismo tiempo.
La terapia sirve especialmente para descubrirnos. En mi caso particular, poder identificar el inicio de mis sentimientos de insuficiencia fue un primer paso para no cargarles a mis hijos los mismos pesos. Entre otro resto de cosas. No deja de ser un relato porque es la versión de la realidad que me estoy contando ahora, y lo que la demás gente perciba puede ser muy distinto. Y tampoco eso es demasiado importante porque nadie está haciendo una serie de mi vida.
Encontrar el valor para ver hacia adentro es tal vez de las cosas que todos los seres humanos debemos obtener. Sin meter sentimientos, aceptar las verdaderas motivaciones que uno tiene, encontrar cómo se deja uno arrastrar por ciertas emociones y tomarse de la mano para no seguir deslizándose. Sería muy triste que pasáramos toda nuestra existencia en el después de una pantalla negra porque todo lo que hacemos ya dejó de ser trascendente para nosotros. En cualquier caso, es buen momento para ver (por primera vez o por el número de vez que sea) The Sopranos.
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