Esta última tuvo a su favor las cortes que le dejaron correr, aunque al final, el 25 de junio, quedó en un lastimoso octavo lugar (después de los votos nulos y en blanco inclusive). Aquella en cambio en el primer intento quedó fuera, pese a que para lograr su cometido optó por el divorcio a fin de poder participar. La animadversión que despertaba entonces en el sistema le pasó factura a su ambición y, señalada de fraude de ley, quedó fuera de contienda y su partido, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), no tuvo opción a la presidencia.
En ese afán, casi obsesivo, por la presidencia ha participado en todas las contiendas desde 2015 sin poder alcanzar la primera magistratura. Con tal de participar se procura alianzas y financistas de dudosa calaña al extremo de que fue procesada por dichas acciones. Las cámaras la mostraron cubriéndose el rostro a fin de no ser expuesta. Favorecida por las acciones de una Fiscal General, proclive a garantizar impunidad y proteger las estructuras de corrupción, quedó en condiciones de volver a correr por la presidencia.
De manera que en 2023 disputó la primera magistratura en un entorno en el que el sistema buscó dejar fuera alternativas incómodas. Sin embargo, ni ella ni quienes han asaltado el poder vieron venir la silenciosa resistencia ciudadana. Esta llegó para llevar a la segunda posición en la primera vuelta, y con ello disputar la presidencia, a la propuesta de un partido joven, de corte progresista y sin los exorbitantes recursos de ella y sus otros competidores.
Superada la sorpresa inicial de los asaltantes del poder y tras el fracaso de los intentos por impedir la segunda vuelta, pareciera que han apechugado y decidido apoyarla. Y, ambiciosa que es, no se ha quedado de brazos cruzados ni de boca silenciada. Ha sido capaz de renegar incluso de su pertenencia a la Internacional Socialista y poco le falta para sugerir que reinstalará los tribunales de fuero especial.
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Mientras que antes de 2017 afirmaba que apoyaría a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), ahora dice que en una escala de cero a diez, le otorga un cero a la posibilidad de reinstalarla. Buscando contar con apoyos en los territorios, ha firmado acuerdos con veteranos militares, esos que siguen impunes por crímenes contra la humanidad y que utilizan la violencia cada vez que se manifiestan. Esos que levantan machetes y palos contra la Policía Nacional Civil (PNC) y que ahora son sus aliados en procura del voto.
Ahora dice que militarizará los centros de privación de libertad y la seguridad ciudadana, y que gobernará con mano dura. También afirma que está contra los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ahora contenidos en la Agenda 2030. Ella, que un día dijo que apoyaba a las mujeres, hoy día, con tal de ganar adhesiones en su afán por la presidencia, abjura de su discurso original.
Ella que fue vista como el demonio es hoy defendida con vallas contratadas por la agencia del sicariato judicial que ha perseguido a quienes han combatido la corrupción, defendido los derechos humanos y ejercido el periodismo independiente. Al final de cuentas, la ambición sin límites de ella la hace exponer su verdadera catadura de oportunista y demagoga. Total, su voracidad por el poder se nutre de la perversidad de quienes lo utilizan para destruir la democracia. Ella y ellos son tal para cuales y, una y los otros, no tienen cabida en la voluntad ciudadana. No le tocó antes y no le toca ahora.
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