Un año después se pueden hacer distintas lecturas de lo que sucedió y de lo que ha venido posteriormente. El 27A fue un gran ejercicio de cooperación, organización, humildad y unidad. Quizá no para todos, pero sí para quienes manifestamos en las plazas. En particular, en Xela, Huehuetenango, San Marcos y tantas otras cabeceras. El paro comenzó allí, no en la capital. Aquí nos dejamos guiar y acuerpamos algo más grande que nosotros. Con ese espíritu seguimos trabajando: no en las plazas, pero ...
Un año después se pueden hacer distintas lecturas de lo que sucedió y de lo que ha venido posteriormente. El 27A fue un gran ejercicio de cooperación, organización, humildad y unidad. Quizá no para todos, pero sí para quienes manifestamos en las plazas. En particular, en Xela, Huehuetenango, San Marcos y tantas otras cabeceras. El paro comenzó allí, no en la capital. Aquí nos dejamos guiar y acuerpamos algo más grande que nosotros. Con ese espíritu seguimos trabajando: no en las plazas, pero sí apretados en casas, en algún café hasta que cierra, en salones de reuniones, en chats, en capacitaciones y en esos encuentros espontáneos con gente que hace un año no conocíamos y con quienes ahora tenemos una buena amistad. Seguimos aquí, en movimiento, para volver a esos días en que los capitalinos bajábamos de nuestros vehículos a aplaudir a la columna de campesinos que marchaba hacia la Plaza de la Constitución. Para que no se sacie ese apetito por informarnos, organizarnos y movilizarnos. Seguimos en movimiento para no permitir que se vuelva a secar esa tierra que estamos sembrando desde hace un año —muchos otros desde hace décadas— con el sudor, las lágrimas y la lluvia que nos mojó a todas y todos por igual. Pronto veremos las flores de esa primavera que no se puede detener.
En mi contexto urbano he tenido varios momentos, muy específicos, en los que conscientemente decidí que no podía no hacer algo. Vuelvo a ellos cuando el desgaste me da argumentos para justificar esa resignación paralizante que me insiste en que ya nada se puede hacer en este país. Uno de esos momentos vino cuando tuve que aceptar que no había marcha atrás y que las elecciones generales se llevarían a cabo, lo cual sirvió de válvula de escape ficticia a una indignación que apenas iba en aumento. El último de esos momentos fue hace varias semanas en medio de la pequeña habitación intervenida por Prensa Comunitaria para su exposición Guatemala en Movimientos. Las cuatro paredes estaban cubiertas de fotografías de las movilizaciones del año anterior, tanto en la capital como en otras cabeceras y en otros departamentos. Entre aquella multitud de rostros indignados, letreros reivindicativos, banderas y tambores me inundó la sensación de pertenecer y contribuir a algo que nos apresuramos a nombrar, pero que aún no terminamos de comprender.
Caminamos juntos: los despolitizados y quienes han dedicado sus vidas a luchar por nosotros. Los indiferentes, los desorientados, los que tienen vocación política y quienes llegaron para poder contar que estuvieron allí. En estos casos, detenerse a evaluar intenciones individuales no hará justicia a lo que vivimos el año pasado y en particular en agosto. Cuántas percepciones y prejuicios fueron abatidos. Cuántos miedos salieron por fin a flote. Cuántas personas nos vimos por primera vez en esas calles y plazas. Miles de conciencias en movimiento que no pueden ser medidas ni analizadas y que se le escurren entre las manos a lo macro.
Fue en agosto cuando nos dejamos llevar por la experiencia y sabiduría de las personas que integran la Asamblea Social y Popular. Ellas y los estudiantes de la USAC determinaron que era necesario impulsar movilizaciones masivas, así que se gestó la propuesta de un paro nacional. Desde #JusticiaYa decidimos acuerpar y apoyar la iniciativa. Contactamos a la asamblea y hablamos de las demandas y de la necesidad de enfocarnos en la renuncia del presidente. Nosotros diseñaríamos volantes para repartir en varios puntos de la capital, así como en redes sociales. También hablaríamos con empresarios para que se sumaran al paro. Muchas de las grandes empresas se negaron. Gracias a los negocios y comercios pequeños, que sin dudarlo anunciaron que cerrarían ese jueves, tuvimos un paro nacional de la base para arriba. Decidimos publicar imágenes de cualesquiera de estas pequeñas empresas que se unían, aunque pocos las conocieran, para evidenciar el apoyo que el paro estaba generando. La tensión en el escenario político iba en aumento. Cuando la gente comenzó a cuestionar a algunas de las grandes empresas, estas publicaron el anuncio de que también cerrarían. No había marcha atrás. Sabíamos que debíamos soltar la desconfianza y el miedo. Sabíamos que era la oportunidad perfecta para demostrar que cuando caminamos juntos, verdaderamente juntos, llegamos más lejos.
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