Femicidio como mensaje a la sociedad

Ni el típico «borrón y cuenta nueva» del inicio de año logró parar el continuo de violencia contra las mujeres y niñas en el país. En 2,022, las cifras de estos hechos evidenciaron un aumento acelerado y 2,023 empezó con el peor escenario: la muerte violenta de Génesis Anayeli Ixcajoc Cristóbal, de siete años. Su nombre encabeza hoy un ignominioso listado de miles, cuyas vidas fueron arrebatadas. De hecho, entre 2,015 y 2,022 más de 4,000 mujeres se sumaron a dicha lista, según los casos registrados en el Ministerio Público (MP) y que Asociación Diálogos sistematizó.

Y el porvenir no es esperanzador. Por el contrario, se avecina un proceso electoral, lo cual se suma otras manifestaciones de violencia estructural como la limitada o nula eficacia del sistema de seguridad y justicia, el alto índice de impunidad en los casos, el desinterés de las autoridades para atender las demandas y necesidades específicas vinculadas con la violencia contra las mujeres, la tolerancia social o el silencio cómplice que actúa como un legitimador de prácticas violentas contra las mujeres, entre otras.

[frasepzp1]

Si usted es de quienes piensa que exageramos al referirnos a la complicidad social frente a los femicidios, pregúntese ¿por qué se permite que a un jugador de futbol se le cambie el tipo penal y se le reduzca la pena, luego de haber sido condenado por violencia contra la mujer?  O ¿por qué no hay una protesta social amplia ante el crimen de una niña de siete años? O ante cualquiera de los crímenes cometidos contra las mujeres en los cuales el Estado responde desde la negligencia o la omisión.

Es justamente esa omisión de la responsabilidad estatal la que ha permitido la imposición de lógicas de grupos criminales (y corporativos). Tal como explica Rita Laura Segato, es en ese escenario donde los cuerpos de las mujeres (y de las niñas) se convierten en los soportes donde se imprimen las formas de dominio y de terror y es la manera que utilizan dichos grupos para comunicarle a la sociedad entera quién controla, tiene la fuerza y goza de impunidad. No parece extraño que todo esto esté sucediendo justamente en la antesala del proceso electoral, esos mecanismos que se imprimen sobre los cuerpos de las mujeres se tratan de extender a toda la sociedad para que acepte, sumisa, la imposición de la depredación, el despojo u otras prácticas que encarnan hoy las propuestas electorales.

[frasepzp2]

De manera tal que, si aún se pretende parar esta guerra desatada contra las mujeres (Segato, 2016) que es, a su vez, contra la sociedad, es necesario el involucramiento colectivo que no solo demande al Estado su rol de garante de la vida y seguridad, que le exija a los partidos político respuestas serias y factibles sobre la violencia femicida, sino que, además, se organice para socavar las bases que sostienen la discriminación y violencia cotidianas contra las mujeres y niñas en este país. 

Pd: No soy muy dada para los «balances», tampoco me gusta aquello de los «propósitos de año nuevo», pero aprovecho el reinicio del conteo de los días para expresar mi alegría por la posibilidad de retomar este espacio que me permitirá escribir periódicamente, y comunicarme con quienes me leen. Así que, si quiere y puede, levante la copa conmigo y brindemos por la escritura, porque hago mías las palabras de Natalia Moret «escribir es mi manera de pensar» y agrego, es también, mi manera de corroborar que sigo viva.