Ponerse la camisola de la selección nacional de futbol, declamar un poema y saberse el himno completo y la jura a la bandera son para Jimmy los elementos esenciales de su ideología. Qué mejor improvisación para lograr conmover e impresionar a personas cuyo umbral de sensacionalismo es bastante sensible, la cual acompaña con sus actuaciones de pastor de iglesia. La guinda es sacar la chequera en pleno mercado para regalarle a una señora no diez ni quince, sino veinte mil quetzales. Para él, la nueva forma de hacer política es ocupar la Casa Presidencial, andar por ahí regalando dinero, asistir a reuniones, negar acusaciones y confundir el patriotismo con ser patriotero.
El nacionalismo como corriente ideológica tiene un auge de discusión con la finalización de la segunda guerra mundial, siendo ello lo que identifica a dicha posición como una ideología de guerra. Es también utilizada como una postura homogeneizadora de las personas que habitan un país, lo cual termina siendo excluyente de minorías y, en el caso de Guatemala, justificante de prácticas que ven a las diversidades étnicas como folclor, y no como pueblos de libre determinación, con lo cual se justifican también el racismo y la discriminación. Así pues, ese alardeo excesivo de nacionalismo confundido con patriotismo, que ha llevado a ver al presidente como un patriotero, es también inoportuno en una Guatemala cuyos patrones de violencia estructural y cultural se viven a diario.
Las grandes contradicciones entre proclamarse cristiano y a la vez nacionalista se reflejan en posturas como la militarización de los servicios, el apoyo irrestricto a formas de populismo penal como la pena de muerte y la visión paternalista de la niñez y la juventud. Asimismo, en la construcción de una identidad falsa de defensa de la soberanía del territorio ante propuestas de desarrollo social provenientes de países cooperantes. Por cierto, ¿dará el nacionalismo para que Jimmy les pida a las tropas estadounidenses en San Marcos que abandonen el país? ¿O para pedírselo quizá a la industria extractiva de recursos minerales, que desde hace algunos meses el sistema de justicia ha declarado lesiva al interés de las comunidades? Parece que no.
Para que a Jimmy no se le cayera el Gobierno en enero, las farmacéuticas decidieron tirarle un salvavidas donando medicinas (vencidas) y promoviendo una distribución de estas en los hospitales más grandes. Él tenía que tener, en un lapso de tiempo, la propuesta de cómo empezar a salir de la crisis y, seguramente, pagarles el favor. Pero no contaban con que esa propuesta nunca llegará por muchas razones, entre ellas la incapacidad, aun si llevan aprendidos el himno y la jura a la bandera cuando se reúnan con él para pedir cuentas.
En un intento de mostrar algo de autoridad firmó el veto a las reformas al Código Penal provenientes del Congreso, pero no se percató de que el veto no estaba bien fundamentado técnicamente. Cuando se le argumentó que no tenía experiencia dijo que «los técnicos se contratan», pero parece que estos no lo están ayudando mucho.
Ese patriotismo llevado a ser patriotero, además, promueve que algunos comunicadores deportivos reclamen que al Estado lo gobierne el futbol. Y hay de aquel que se oponga porque su honor, sacrificio y esperanza serán puestos en tela de juicio. Si la oposición proviene de un comentarista extranjero, entonces amerita que el reclamo sea respondido por el líder de los patrioteros, Jimmy.
Ni políticos del Ejecutivo ni técnicos contratados por este gobierno ni los comentaristas deportivos. Menos los futbolistas. Nada parece que va bien. Pero Jimmy no se preocupa porque los valientes hijos de esta nación defienden su tierra y su hogar. Señor presidente Jimmy Morales, para este ciudadano, usted es un verdadero adjetivo coloquial de excesivo e inoportuno patriotismo. Es decir, un patriotero.
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