Por esa razón, peor noticia no pudimos haber recibido cuando nos enteramos de que la Cámara de Industria quería (y quiere) apoderarse de la Filgua. De ello explicita Raúl Figueroa Sarti, presidente de la Asociación Gremial de Editores de Guatemala: «¿Cuáles son las razones que mueven a los directivos de la Cámara de Industria a reclamar para sí la Filgua? Personalmente creo que son dos: querer tener el control sobre una actividad abierta y diversa y una demostración de fuerza frente a un grupo de pequeños y medianos empresarios que decidieron salirse de la cámara y caminar solos».
¡Bonita gracia! Solo eso nos faltaba: que hasta la cultura nos quieran escamotear.
A decir verdad, yo no sé si el Gobierno, la Cámara de Industria y la gremial de editores tienen plena conciencia de hasta dónde la Filgua está encarnada en el pueblo. Porque, por causas muy peculiares, lo está, quiérase o no. Y acerca de ellas argüiré.
Enumeraré cinco razones vividas en carne propia. Me refiero a cinco motivos de su pertenencia y encarnación en el pueblo. Conste que no son las únicas.
1. La Filgua y las bibliotecas públicas
Este año, en el contexto de la Filgua, se celebró el III Concurso Nacional de Bibliotecas Públicas. No menos de 20 propuestas participaron, y la elección de las ganadoras fue a través de una metodología que bien podría considerarse un ejemplo a nivel continental. Las ganadoras fueron la Biblioteca Paco Piñas, del caserío El Sauce, aldea Xesuj, San Martín Jilotepeque (Chimaltenango); el Colectivo de Bibliotecas Ambulantes de Cobán (Alta Verapaz); la Biblioteca/Ludoteca/Centro Cultural de Chancol, de Chiantla (Huehuetenango), y la Biblioteca de Calle, de la ciudad de Guatemala y de Escuintla.
2. Filgua Adentro
En 2017 fui testigo de cómo la Filgua llegó al interior de la república. Fui a departir (literariamente) con el escritor mapuche Javier Milanca a un instituto bilingüe intercultural localizado en Cuilapa (fuimos en representación de la Filgua, bajo la cobertura Filgua Adentro). Javier, brillante maestro de primaria y escritor, logró una interacción con los alumnos de tal magnitud que en menos de 40 minutos consiguió que aprendieran y cantaran una canción que expone segmentos de la cosmovisión mapuche. Muchos centros similares fueron visitados por otros escritores.
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3. Las actividades de los cuentacuentos
La actividad correspondiente a la lectura de cuentos que tiene lugar en ese espacio cultural es importantísima. Es edificante observar cómo los niños van interesándose en la lectura luego de escuchar a los voluntarios que participan como cuentacuentos. En su oportunidad aprecié muchísimo la actividad de los voluntarios del proyecto Usaid Leer y Aprender. Ni qué decir de otras participaciones como la del Taller Infantil Cuentacuentos Bilingüe, en el cual participó la Alianza Francesa. Y así, otras similares.
4. El Concurso Interescolar de Lectura
Más allá de una mera exposición y venta de libros, la Filgua también incluye el Concurso Interescolar de Lectura. Este año acaeció la octava edición. Ha de recordarse que Johann Wolfgang von Goethe (1774-1832) dijo: «Obrar es fácil. Pensar es difícil. Pero obrar según se piensa es aún más difícil». Y a ello, a actuar según el buen seso, nos orilla la lectura.
5. Un lugar de reciprocidad entre escritores
Implica intercambio de experiencias y conocimientos. Participan en la Filgua escritores jóvenes, noveles y experimentados. Tienen la oportunidad de conocerse y relacionarse. Y permite a los literatos contactar editoriales. Para muchos, ocasión única que no se repite hasta el año siguiente.
Estas son cinco razones de las que puedo dar fe porque las he vivido. Pero la Filgua enlaza, como bien explica Figueroa Sarti, «expresiones culturales, presentaciones de libros, encuentros literarios y profesionales, mesas redondas, talleres, cabarets literarios, proyecciones cinematográficas, exposiciones artísticas, documentales y música».
De tal manera, si la Cámara de Industria quiere quedarse con la marca, pues que se la quede. Ya la gremial de editores elegirá un nuevo nombre para estas edificantes actividades. Porque, entiéndase de una vez por todas, el pueblo no permitirá que le escamoteen hasta la manera de pensar. En consecuencia, siempre estaremos en la esquina de dicha gremial.
Ya imagino yo la Filgua en otras manos: un par de sombrerudos al mejor estilo de ciertos íconos del Movimiento de Liberación Nacional (1954) intentando vender libros cuyo contenido sean órdenes de cómo portarse bien.
A otro mico con ese banano.
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