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Nieve, dos

Es todo cuestión de acercarnos con cara de buenos muchachos y pedir de la forma más amable posible -pero con suficiente autoridad para que la gente crea que nuestra urgencia nos da el derecho de medio exigir el favor- que lleven una carta a través del océano y la depositen en el primer buzón que encuentren en Madrid.
Tipo de Nota: 
Opinión

Nieve, dos

10 de Enero de 2012
Palabras clave

Estamos parados en la cola de Iberia, acechando a los pasajeros que están por viajar a España. Escrutamos cada rostro, cada facción. Buscamos alguien que tenga cara de bueno, alguien de esos que hace favores. Alguien bueno, no pendejo. Los pendejos son harto desconfiados porque se saben tontos.

Queremos alguien que tenga cara de bueno, o una monja. Las monjas suelen ser blancos fáciles porque además de ser abundantes en los vuelos de Iberia, no pueden negarse a nuestra petición. Bueno, alguna se ha negado.

Estamos, mi hermana y yo, parados a unos metros de la cola de Iberia. La exacta cantidad de metros que se conoce como una distancia prudencial y sabemos que tenemos pocas oportunidades de lograr nuestro cometido, quizá dos. A lo sumo tres.

Es todo cuestión de acercar...

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