Pana después de todo

El 13 a las 14, un poco sin quererlo, sucumbí ante la tentación de enterarme sobre la toma de posesión en Panajachel. No quería, siento pena por lo que ha sucedido allí desde hace algunos años. Aún así, me dediqué al asunto, me fui a Pana. La vida allá parecía haber retomado los aires pre-encapuchados en los que la gente sonreía y como cosa natural, te saluda. Sin mucho turismo y con un caos vial insospechado, el pueblo de Panajachel transitaba hacia la superación del conflicto.

Los cantantes cantaban, los artesanos transitaban con la frente en alto y la gente del pueblo continuaba su quehacer cotidiano, sin preocupaciones relacionadas a la violencia. “Desde que no están los encapuchados, no han habido asaltos, ni golpes y mucho menos muertes”, me contaba un amigo. Eso sí, la cosa política en el pueblo estaba que ardía más allá del show guatebowling que se arma.

Panajachel asistió a la toma de posesión del nuevo Alcalde, no frente a la Muni, sino frente al atrio de la iglesia. Eso, el 15 a las 14. Dos días antes, Gerardo Higueros, hasta ese momento alcalde, había mandado levantar, literalmente, la Calle de los Árboles, esa en la que están las discotecas a las que muchos de nosotros acudimos. Esta directriz generó, por un lado un caos vial espantoso, en el que la solución que dieron los EMETRAS locales fue poner a dar vueltas en círculos a los automovilistas, y por otro, dio pie a que las nuevas autoridades comiencen con “chancecito”. Según un ingeniero vecino de la cuadra, “lo que llevan está mal hecho, si siguen así como van, la futura calle pavimentada va a quedar más alta que la Calle Real, el agua se colará por las puertas de toda la cuadra y quedará una grada al inicio de la cuadra”. En Pana, como en muchos sitios de este país, la infraestructura está colapsada desde el huracán Mitch.

Si bien el comité que encabezaba a los encapuchados parece haberse disuelto, los poderes locales históricos, han regresado a su sitial. La toma del 15 a las 14 transcurrió con toda calma, fiesta, baile, alcohol, un poco de oraciones y un resto de acuerdos y promesas que tanto encima como debajo de la mesa se fraguaron esa noche.

“Venite, que va a haber música”, me dijo un amigo periodista sololateco. “No vos, mejor no vayas, pero si querés ir andate a la iglesia, allí cambian de mando,  después seguro la fiesta la siguen en X, porque ese tiene que ver con aquellos. Pero yo no te recomiendo que vayas a seguirla, hay demasiada mara pesada allí… AH, Y NO LLEVÉS CÁMARA!”, me dijo otro amigo. Y no, ni cámara ni fiesta post asunción al trono, directito a la capital a conocer los lineamientos de la verdadera línea de mando.