En este sentido recuerdo con un poco de nostalgia la conmemoración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América. En 1992 hubo una gran celebración a nivel hispanoamericano que implicó varias cuestiones importantes que, lamentablemente, ahí terminaron. Hubo programas de televisión por cable que abarcaron el análisis político, social, histórico y económico, entre otros. Se transmitieron conferencias, debates, mesas redondas sobre temas literarios, se hicieron varios documentales, películas, exposiciones y más. Fue el año del Premio Nobel de la Paz para Rigoberta Menchú y el reconocimiento de la situación pasada y presente de los pueblos originarios.
Por lo menos una celebración así, a nivel nacional, merecería el quinto centenario de este acontecimiento que hoy por hoy, en buena medida, nos tiene como estamos. Sería interesante que instituciones públicas y privadas y quienes tienen algún conocimiento sobre el tema aprovecharan para que hiciéramos una especie de inventario para ver cómo estamos, con qué contamos.
Lo digo, porque, por ejemplo, en los Estados Unidos cada cincuenta años desclasifican documentos y archivos sobre acontecimientos históricos relevantes, mostrando que ese tiempo es suficiente para terminar con resquemores. Aquí, sin embargo, a veces pareciera que en ciertos temas y en ciertos ámbitos aún se piensa con las estructuras colonizadoras de hace 500 años. Da la impresión que estos cinco siglos han sido relativamente estáticos, al menos para cambiar la estructura de ciertas formas de pensar y comportarnos. Aquí entran cuestiones como el racismo, el clasismo, el paternalismo, la corrupción y demás.
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Así pues, existen muchos temas sobre los cuales reflexionar y que, una vez obtenidas algunas conclusiones, podrían convertirse en proyectos que, a su vez, se transformen en realidades mediatas que nos beneficien a todos. ¿Cómo es el país en que vivimos y cuál es el que nos gustaría tener? Toca entonces hablar de las dificultades como la pobreza y miseria en que viven millones, de las condiciones básicas de sobrevivencia como los precios de la canasta básica, cómo mejorar el nivel de la educación, qué hacer para que de verdad el estado de las carreteras sea presentable, por mencionar solo algunos.
Ahora que inicia marzo, porque el 8 es el Día Internacional de la Mujer, es también una época propicia para conocer, debatir y buscar soluciones viables para la situación de las niñas y mujeres en el país. Esta es una problemática que, entre más retrocesos que avances, llora sangre.
Ojalá este año se aprovechara para estas y otras cuestiones que nos hicieran construir un país más humanamente habitable. Sin embargo, como van las cosas, es difícil que suceda algo parecido. Se hace lo que se puede, al fin y al cabo, soñar no cuesta nada.
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