Explico a grandes rasgos el porqué. El argumento de la obra gira en torno al abuso y explotación que viven los pobladores. Al final son tantos los hechos de este tipo, que los pobladores, como un acto de justicia colectiva, asesinan al comendador, quien era el señor feudal. Cuando las autoridades correspondientes llegan al lugar para investigar el crimen los habitantes al unísono gritan, cuando se les pregunta sobre quién mató al comendador: «¡Fuenteovejuna! ¡Fuenteovejuna!». De esta forma, como no se encontraron a uno o varios culpables, el pueblo, al asumir la responsabilidad, se exime del castigo.
En el juicio que se está llevando a cabo para dirimir responsabilidades de este hecho, de pronto sentí que esta es una situación similar a la de la obra «Fuenteovejuna», pero al revés.
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Veamos los hechos. Las niñas, según se informó fueron encerradas en una habitación: «Los investigadores midieron el salón y determinaron que sus dimensiones son de seis metros con 80 centímetros por siete metros, y su extensión, de 47.8 metros cuadrados; específicamente, cada una de las internas allí ubicadas podía moverse dentro de 87 centímetros cuadrados. Solo había una puerta y dos ventanas cubiertas con planchas plásticas que simulaban vidrios, y barrotes de metal afuera. No había agua potable ni un sanitario»[1].
Es decir, es un hecho que las niñas estaban «resguardadas» en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, que es una institución del Estado. Es un hecho que en dichas instituciones existen protocolos de atención a las víctimas y que, al menos en lo formal, deberían cumplirse. Es un hecho que las niñas estaban descontentas en dicha institución a tal grado que huyeron el día anterior. Es un hecho que una vez las encontraron las encerraron en una habitación pequeña. Es un hecho que les cerraron la puerta para que no pudieran salir. Es un hecho que hubo un incendio dentro de la habitación y 41 niñas murieron y 15 quedaron con lesiones graves. Es un hecho que no hicieron caso a sus súplicas, demandas, gritos de auxilio. Es un hecho que las dejaron solas. Es un hecho que permitieron que se quemaran vivas. Es un hecho que llora sangre se vea por donde se vea. Tanto, que mientras escribo hay una piedra que me oprime el pecho y me sube a la garganta hasta convertirse en lágrimas.
¿Quién o quiénes son los responsables?
Tal pareciera, y de verdad espero que no sea así, que es difícil por no decir imposible que se determine la responsabilidad directa e indirecta de quienes estaban a cargo de la protección y cuidado de las niñas. Por eso digo que esta situación tan trágicamente absurda parece «Fuenteovejuna» al revés. Si en esta obra el pueblo se adjudica el crimen del comendador, aquí, en la Guatemala de 2025 pareciera que se está jugando al ping-pong para que al final nadie cargue con la responsabilidad. En otras palabras, en primera y última instancia no hay responsables ni culpables sino es el sistema todo, el que no solo permite, sino que, hasta cierto punto, propicia estas tragedias.
Como ciudadanos esperamos que se diriman responsabilidades y, al menos en esta parte de la historia de las niñas, se aplique la ley. No obstante, lo más terrible de esta situación es comprobar que aun cuando se logre un mínimo de justicia, ello no garantiza que una situación similar, o incluso peor, se repita pronto.
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[1] https://www.prensalibre.com/guatemala/justicia/tragedia-hogar-seguro-la-reconstruccion-de-los-hechos-que-costaron-la-vida-a-41-menores-en-2017/
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