El pensamiento colonizador atribuye el colapso (no desaparecimiento) de la civilización maya, a guerras internas y a la deforestación, disminuyendo la importancia de la cosmovisión filosófica de los pueblos, que tenían como elemento toral el equilibrio de lo animado e inanimado. Tenían conflictos, pero no eran tan dramáticos y sangrientos como la historia violenta de la civilización occidental, plagada de masacres, genocidios, invasiones, depredación, (las dos guerras mundiales se han desarrollado por y en occidente).
Estudios científicos, demuestran las graves sequías provocadas por el calentamiento global, no producidas por el ser humano, como ocurre actualmente, sino como efecto del desarrollo de la tierra en su conformación y cambio permanente, como anomalía meteorológica que causó el colapso. El libro de Richardson B. Gill, es uno de los más completos en la explicación del colapso o migración de las mayas que abandonaron las grandes ciudades que florecieron en su época dorada como civilización.
El autor, recopila alrededor de 100 teorías, explicaciones e hipótesis del llamado «colapso de la civilización clásica maya», la mayoría lo atribuye a causas internas de la civilización y a acciones humanas que enfatizan en que el colapso fue provocado por los mayas mismos.
El autor intenta explicar, a través de rigurosos estudios históricos, geológicos y arqueológicos que (…) «el colapso ocurrió como resultado de circunstancias naturales externas que los mayas no pudieron controlar ni provocar. La mayor parte de la población, estimada en 14 millones, murió de hambre y sed a causa de por lo menos una severa sequía de casi 200 años entre 800 y 1000 de la era cristiana». Justo coincide con lo que la arqueología ha llamado fin del período clásico e inicios del postclásico. Cuando se dejaron de construir pirámides, centros poblados y los pocos sobrevivientes emigraron a otras tierras más benignas para la vida. ¡El cambio climático mató a la mayoría maya!
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Y, coincide perfectamente con los relatos del Popol Vuj, que describe la migración y llegada del pueblo Kiché y otros a los altos de lo que hoy es Guatemala consolidándose como sociedades reorganizadas, después de siglos de errar por valles y montañas, en 1,400 d. C. más o menos. El desastre natural y social ocurrido, consolidó la cosmovisión de respeto y jerarquía de la madre naturaleza: lección aprendida. Y las construcciones monumentales fueron sustituidas por otras de menor esplendor, pero, siempre orientadas al respeto a la naturaleza y al cosmos.
Templo A Tojil. Q'umarcaj. Quiché
Mil años después el mundo se enfrenta a otras sequías por venir, provocadas por el ser humano que, desde la revolución industrial, ha venido depredando excesivamente la naturaleza. El cambio climático es el nuevo peligro, sus impactos se vuelven cada vez más frecuentes y destructivos —las sequías, los huracanes y tifones, los incendios forestales, el derretimiento de los casquetes polares y el aumento del nivel del mar.
«Hasta el Renacimiento, la imagen de la tierra como un organismo vivo y una madre nutricia constituía un marco cultural y ético para los seres humanos. Entre los siglos XVI y XVII esa imagen de un cosmos orgánico que tenía en su centro a una tierra viva y femenina dio paso a una visión mecanicista del mundo. La naturaleza se volvió una realidad salvaje y caótica que era necesario neutralizar, y finalmente una materia inerte, disponible para ser dominada y controlada».
La conferencia reciente sobre el cambio climático, que «pretende» frenar el cambio climático, ha sido cooptada por productores de petróleo que no apuntan a disminuir el consumo de combustibles fósiles como el petróleo. La Unión Europea manifiesta que este año será el más cálido del que se tiene registro. Un equipo de 200 investigadores, advirtió: «Sin una acción urgente para frenar la crisis climática y ecológica, las sociedades se verán desbordadas cuando el mundo natural se desmorone».
¡Alerta!: son los pueblos del sur global, los pobres, los que sufren más las consecuencias de la catástrofe climática que ya inició.
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