La marimba ha sido un punto de convergencia fundamental en la construcción de identidades en Mesoamérica desde tiempos ancestrales. Los ritmos en los que este instrumento ha sido protagonista son variados, desde sones, blues, valses, cumbias, entre otros. En el siglo XX inició un movimiento influenciado por las big bands caribeñas que dio origen a lo que hoy se conoce como marimba orquesta, género musical muy popular que, hasta la actualidad, representa un significativo aporte a la economía, la cohesión y, desde luego, una forma de desahogo para una sociedad llena de problemas. Nada más alegre, por ejemplo, que ir a un concierto de marimba orquesta en plena calle y sacar el dolor a puro baile, la comunidad siendo un solo cuerpo entregado al goce.
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De este movimiento surgieron grandes maestros que crearon grupos musicales que se convirtieron en íconos nacionales, entre ellos, el maestro Fidel Funes, músico nacido en la finca El Perú, El Tumbador, San Marcos, su legado es incalculable. Creador de canciones que se han convertido en parte del sentir popular guatemalteco: Una casa en el aire, Ilusiones, Contento vine y contento me voy por citar algunas dentro de un repertorio muy amplio. Canciones que han sido el soundtrack de mucha gente que lucha por la subsistencia en un país marcado por desigualdades, traumas y violencias. Pero con música, las penas son menos penas, eso sí.
Carlos Monsivaís alguna vez se refirió a José Alfredo Jimenes como «uno de los poetas más significativos de México por su poder expresivo y porque zonas vastísimas de la sociedad mexicana han acudido una y otra vez a su repertorio musical», sin temor a equivocarme el maestro Fidel Funes alcanzó esa categoría en Guatemala. Su talento y habilidad para poder llegar al corazón del pueblo, tocar el genuino sentir popular es, sin duda, un talento que pocos artistas logran realmente. Funes puso a bailar a un pueblo dividido por ideologías y creencias en un mismo lugar. ¡El poder de la zarabanda!
Hace unos días el maestro Fidel Funes emprendió su viaje de regreso al origen. Su sepelio fue, a pesar del dolor de su familia, amigos y todos los que hemos bailado y escuchado su música, una fiesta. En las transmisiones por redes sociales se pudo observar a mucha gente bailando en el cementerio. Sí, bailando en el cementerio. ¡Vaya forma de vencer a la muerte y llegar a la posteridad como un grande! «La cumbia no tiene cuerpo ni tiene corazón, pero tiene sabor»
Fidel Funes es una institución dentro de la música, pero también un referente indispensable para seguir resistiendo a través del baile y la celebración. Su legado permanecerá porque sus canciones son parte de la memoria colectiva de la gente que nos tocó habitar en esta parte del planeta: gente que sufre, se entristece, se enamora, ama y celebra a pesar de todo. ¡Viva Fidel Funes!
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