La huella de una desaparición es algo que no corresponde al pasado, es una herida abierta que está ahí. El olvido ha sido una estrategia de dominación y de control, a pesar de eso, muchas familias, principalmente madres, han mantenido con fuerza y coraje la batalla por encontrar respuestas, por llegar a la justicia, por conocer la verdad.
Las desapariciones son fenómenos con afectaciones profundas en toda la sociedad. El vacío que deja una persona no solamente tiene una repercusión en su círculo más cercano, sino en todas y todos, desde enfermedades, heridas psicológicas y sociedades hundidas en el silencio y la desconfianza.
El Centro Intercultural de Quetzaltenango, ahora llamado Parque Intercultural, está ubicado en lo que antiguamente fue la estación del ferrocarril de los altos y luego se convirtió en la zona militar 17-15, durante la década de los ochenta del siglo pasado fue uno de los espacios más grandes ocupados por el ejército de Guatemala debido a su ubicación geográfica, en ese lugar se registraron torturas, asesinatos y desapariciones forzadas que en su mayoría siguen impunes. Al firmarse la paz, el edificio fue entregado a la sociedad civil, desde entonces ha estado marcado por varios procesos legales que buscan obtener el control sobre el inmueble. Actualmente pasa uno de los momentos más importantes y vivos, se ha convertido en algo que debió ser desde hace mucho: un espacio para el arte, el pensamiento y la memoria.
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Por estar ubicado en uno de los puntos de conexión más importantes de Xela, la mayoría de quienes habitamos en esta ciudad pasamos recurrentemente por «el Intercultural», la cotidianidad nos hace muchas veces —por no decir siempre— olvidar aquellos detalles que conforman nuestra historia personal y colectiva, objetos, lugares que han sido testigos silenciosos de otras épocas. Así pues, hace unas semanas pasé fuera de aquel edificio y llamó mi atención ver ondear una bandera blanca con un rostro en el asta de la nave central, en el mismo sitio que tradicionalmente se utilizaba para actos cívicos durante el Día del ejército y de la independencia.
Al ver con más atención pude identificar el rostro de Marco Antonio Molina Theissen, niño secuestrado y desaparecido en 1981, la bandera era movida por el viento mientras los rayos del sol la atravesaban, la gente pasaba aceleradamente. La tarde era normal, pero la bandera estaba ahí, como una señal de que en ese lugar pasaron cosas muy oscuras y dolorosas, pero también ondeaba como un recordatorio de que la esperanza, y sobre todo la fuerza de las familias buscadoras, han sido estrellas que han iluminado la noche más oscura y que han procurado la imposibilidad del olvido, la bandera con el rostro de Marco Antonio era parte del paisaje urbano.
Así como la familia Molina Theissen existen muchas familias que fueron marcadas duramente, —no puedo dejar de mencionar a la familia Rodas Andrade o a Mayarí de León—, hija del poeta Luis de Lión y a muchas más que han atravesado esa difícil experiencia, pero también han dando el ejemplo de que la verdad se busca de todas las formas posibles. Familias que han convertido el dolor en algo más.
Quetzaltenango y sus montañas, Quetzaltenango y su historia de artistas y de pensadores y pensadoras fue también víctima de ese duro pasaje de la historia del que, en realidad, se habla poco, dice el cineasta Patricio Guzmán en su película La nostalgia de la luz que «los que tienen memoria, son capaces de vivir en el frágil tiempo presente, los que no la tienen, no viven en ninguna parte». El arte juega un papel fundamental para que la memoria se preserve, pero, principalmente, para no repetir errores del pasado.
Una sociedad que se ve a sí misma, que entiende su historia y que procura sanar sus heridas, puede plantear mejores caminos para conducirse en el tiempo. Celebro que por fin el Parque Intercultural haya iniciado, a través de procesos artísticos, el rescate de la memoria en Quetzaltenango, una memoria de la que todas y todos somos parte. Reconocer el trabajo de familias buscadoras es permitir que la dignidad y la esperanza prevalezcan a pesar de todo, sus acciones han sido poemas imborrables, poemas en contra del olvido y una prueba absoluta del amor.
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