La falta de prevención de este padecimiento ha conllevado a un negociazo de las droguerías y farmacéuticas. El tratamiento de la hemodiálisis es realmente delicado e implica un complejo tratamiento con maquinaria sofisticada, que tiene un precio por aplicación cercano a los mil quetzales. Se necesitan alrededor de tres tratamientos por semana, de tres a cuatro horas cada uno.
Según una publicación de Kiara de León en el Diario de Centroamérica del 13 de marzo, el ministro de Salud, Joaquín Barnoya, detalló la resolución presentada por Guatemala a la Organización Mundial de la Salud. Esta se enfoca en la prevención de enfermedades, abordando la diabetes y la hipertensión como parte de una estrategia integral. El objetivo no es solo tratar la enfermedad renal crónica, sino también implementar medidas de intervención.
A juicio de este escribiente, la activación del Consejo Nacional de Salud, tal y como lo ordena el Código de Salud resulta ser una labor urgente, para coordinar esfuerzos entre el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) y el propio Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS).
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Como suele suceder en los diseños institucionales de estas tierras irredentas, el Ministerio, cada hospital regional y cada centro de referencia caminan con sus propias políticas y decisiones. Lo mismo ocurre con la autonomía del IGSS. Con el agravante de que la UNAERC, la Unidad Nacional de Atención al Enfermo Renal Crónico, opera con un cierto cordón umbilical con el Ministerio. Esta última es un gallo-gallina entre organización no gubernamental y órgano público, una situación muy común en el sector salud.
Esta pandemia centroamericana ha llevado, según investigaciones serias de científicos guatemaltecos y foráneos, a determinar otro mal estructural causante, que no suele ser reconocido por los poderes fácticos y los propios galenos, quizás por lo polémico de su tratamiento: la desnutrición. Veámoslo entonces.
Según el propio portal del World Kidney Day , otras causas de esta enfermedad pueden ser las enfermedades autoinmunes, el bajo peso al nacer y, en los ambientes tropicales subdesarrollados, el estrés calórico en plantaciones, las picaduras de serpientes y el uso constante de medicamentos contra el dolor.
Por estos lares, el bajo peso al nacer está relacionado con la desnutrición. Desde la década de los cincuenta del siglo pasado, una de las principales estrategias del crecimiento económico agroexportador ha sido la atracción de fuerza de trabajo del altiplano, dirigida a las tierras bajas del sur. Primero con el algodón y la ganadería, y hoy con el banano, la caña de azúcar y la palma africana. Los más recientes mapas de la pobreza, elaborados por SEGEPLAN, focalizan la extrema pobreza en las áreas geográficas de donde provienen los cortadores de caña.
En relación con las plantaciones de azúcar, el trabajo agobiante de los cortadores de caña, bajo altas temperaturas puede conllevar a la atrofia renal en los jóvenes trabajadores. Ya que debido a la estacionalidad de su contratación son dejados de lado cuando su productividad no rinde, por lo que la enfermedad se vuelve crónica, quedando únicamente UNAERC para su tratamiento.
En tiempos de la administración Reyes Mayén se emitió una resolución en el seno de la Junta Directiva del IGSS para atender de manera permanente a los cortadores estacionales; sin embargo, como suele ocurrir en tal entidad, esta se dejó para su aplicación por la Gerencia cuando las condiciones administrativas y financieras así lo permitieran.
Sin mayor presión de los sindicatos ni de la sociedad civil, tal directriz quedó en el baúl de los recuerdos. Dada la problemática financiera del IGSS, que se agudiza hoy en día, cuando ni la Contraloría de Cuentas ni el propio fisco reconocen su deuda, esto impide que las pensiones se actualicen, y mucho menos que se asuma una carga adicional para el Programa de Enfermedad, Maternidad y Accidentes (EMA).
Bajo una óptica progresista y afín a la visión educativa del padre del actual Ministro de Salud —cuyo hijo ha trabajado científicamente en este tema y otros relacionados con epidemiólogos expertos—, si en Guatemala existiera un verdadero estado social, todos los brazos de la política social deberían atacar el problema de fondo de enfermedades como la renal no tradicional: el rezago social del país. Es decir, tanto gobierno como sociedad y Estado deberían reforzar la política preventiva de salud. Pero ese es un tema que dejamos para otras columnas y espacios de análisis y propuesta.
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