Es muy común que las empresas o instituciones tengan una organización de trabajo que combine altas exigencias laborales con poco control sobre las tareas que se realizan. Por ejemplo, relaciones insatisfactorias con compañeros y jefes, además de compensaciones también insatisfactorias (no solo económicas, sino de reconocimiento), lo que en conjunto generan estrés y pueden tener consecuencias dañinas para las personas. En otras palabras, la organización del trabajo en empresas o instituciones generan factores de riesgo que afectan la salud mental y física.
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Es una forma de ver la relación empresa-trabajo-persona distinta a la que predomina en un medio como el guatemalteco. Por diversos factores históricos, sociales y culturales se tiende a generar una organización de trabajo que implica exigencias muy fuertes. Esto se tiende a legitimar incluso a partir de la acción de la psicología industrial o ahora denominada «gestión del talento humano», desde la administración de empresas y todos los mecanismos de control y gestión que se aplican en el ámbito laboral. Por tanto, es una realidad innegable que esto es parte de la cultura laboral predominante en el país.
La perspectiva de riesgos psicosociales en el trabajo permite contemplar la situación desde otra perspectiva. Permite comprender que fenómenos como el absentismo laboral, problemas de salud (enfermedades cardiovasculares, problemas de salud mental o problemas músculo-esqueléticos) están relacionados a estos factores de riesgo psicosociales que generan altos niveles de estrés y que, además de las consecuencias personales, también afectan el clima de la empresa y el rendimiento.
Existen diversos factores de riesgo psicosocial, entre ellos las exigencias psicológicas del trabajo; los conflictos que surgen al intentar conciliar distintos aspectos de la vida; el control sobre el trabajo; el apoyo social, el liderazgo y la calidad de las relaciones; las compensaciones obtenidas, y la inseguridad respecto al empleo. Vinculadas a expresiones como «dar la milla extra» o «ponerse la camiseta», se encuentran también las exigencias cuantitativas del trabajo —derivadas de una carga laboral superior al tiempo disponible para realizarla—, así como la doble presencia: exigencias simultáneas en el ámbito laboral y familiar, que tienden a afectar con mayor intensidad a las mujeres. Todo ello implica altos niveles de tensión[1].
La respuesta ante este tipo de situaciones no debe ser que el trabajador se preocupe por los problemas físicos o psicológicos resultantes, sino que se intervenga en la organización del trabajo que genera los riesgos psicosociales, para poder disminuirlos.
Esta perspectiva cuenta con un amplio respaldo teórico y empírico, y se ha utilizado desde hace algún tiempo en diversos países del mundo. Puede contribuir a mejorar las condiciones laborales y resultar beneficiosa tanto para las personas como para las propias empresas. Actualmente, la Escuela de Ciencias Psicológicas de la USAC desarrolla investigaciones y promueve eventos para introducir y presentar este enfoque en el país.
Un cambio como el que plantea el enfoque de los riesgos psicosociales en el trabajo representa una oportunidad real de transformación, con impactos positivos tanto para las personas como para las organizaciones.
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[1] [1] Para mayor información al respecto, se puede consultar el Manual del método CoPsoQ-istas21, disponible en línea.
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