Trump: viejas propuestas y mayor virulencia en nuevos tiempos

Es difícil que cambie.  Es una persona que sigue sus impulsos o sus instintos, pero el razonamiento, el análisis, la interpretación y la perspectiva de otras visiones no son lo suyo.  Su punto de vista es irracional, poco reflexivo, determinado por sus convicciones conservadoras, así como por su insistencia de recobrar el brillo —según él—, y el prestigio y poder —también de acuerdo a su visión cerrada—, que impulsa su desenvolvimiento.

Esto no es nada nuevo, seguro.  Pero creo que la virulencia de sus propuestas sí van a marcar una nueva gestión, lo cual de cara a la geopolítica a nivel internacional para el resto de mandatarios será sumamente compleja.  Europa nuevamente pasará por presiones impositivas a través de los aranceles comerciales.  África no le preocupa mucho a Trump, pero espera conseguir que los intereses de su país se mantengan.  Pero Asia sí es una preocupación, empezando por, obviamente, China. 

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China ha demostrado a nivel internacional su paso poderoso en términos económicos, su presencia es indiscutible y la dinámica de su producción y sus exportaciones se han posicionado con mucha fuerza en todo el globo terrestre.  Esto ha causado y sigue causando escozor a las administraciones estadounidenses, pues la postura de Biden al respecto del gigante asiático fue igual de reacia, de malestar y de amenazas.  Trump parece seguir en esta línea de pensamiento y sus posturas no se van a modificar, pero olvida, nuevamente, —pues ya ocurrió en su anterior gestión— que muchas empresas —principalmente aquellas vinculadas a la agroindustria, la industria en específico (armamentística, tecnológica, automotriz y otras)— necesitan y, de hecho, conviven con China como un gran maquilador; es decir, prepara piezas que son imprescindibles para su producción o comercialización en Estados Unidos y el mundo.

En el caso de América Latina y el Caribe, su posición no experimentará grandes cambios. El bloqueo hacia Cuba continuará, y es probable que adopte medidas más drásticas, sin considerar que una distensión en esta postura, tan arraigada, podría incluso mejorar las relaciones comerciales y políticas con la isla. La presión seguirá en lo mediático con Venezuela y Maduro, pero en forma tácita, esta seguirá siendo del diente al labio, pues al final Estados Unidos necesita del petróleo de Venezuela, así que de cara al mundo seguirán presionando a Maduro, pero a escondidas seguirán necesitando de él.

Ya con México puso su visión —más aranceles—, pero olvida que durante su gestión él y su equipo renovaron el TLC con México y Canadá, que hoy se llama TMEC, pero estimo que la nueva presidenta Sheinbaum se convertirá en un faro abierto de oposición a Trump y su gestión, así como liderará una Latinoamérica más digna con ella al frente.  Seguramente seguirá con las molestias de Petro en Colombia, pero convivirá con esta nueva gestión. 

En el caso de Centroamérica, después de divergencias pequeñas y absurdas con Bukele, tendrá un aliado importante con él, no estará contento con Xiomara Castro, quien, asumo, se unirá a alianza política contra de la gestión de Trump que impulsa Sheinbaum.  Costa Rica no será un problema, seguramente, pero Nicaragua, seguirá siendo su persistente incordio, aunque no le afecta a sus intereses comerciales.  Guatemala mantendrá una buena relación con Trump en la vía diplomática, no será la gestión entreguista de Jimmy Morales, pero ojalá, la nueva administración consiga modificarse para realizar cambios de fondo con el caso de la Fiscal General, para lo cual necesita evitar que continúe el cabildeo millonario en contra de Arévalo y su equipo y otros elementos que entorpecen la democracia.

Falta analizar el mapa de conflictos o guerras en el mundo, se hará para otra entrega.