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Las tres hijas mayores de Ofelia Uyu Patzán hacen tareas escolares en la casa, en el asentamiento Anexo Khell Dios es Fiel, el 06 de mayo, a casi dos meses del cierre de las escuelas por la pandemia de Covid19. Simone Dalmasso

Educación en 2021: sin internet ni mejores planes habrá más desigualdad

Ni la maestra ni los padres reciben apoyo del Estado para pagar el internet.
En 2021 el presupuesto para educación suma casi Q900 millones más que en 2020, pero buena parte de este incremento atenderá el pacto colectivo con el magisterio nacional.
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Educación en 2021: sin internet ni mejores planes habrá más desigualdad

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El próximo año educativo aún tiene pocas certezas, pero se prevé que la desigualdad entre la educación de los colegios privados y las escuelas públicas se profundizará, dada la diferencia de recursos en cada sector. Mientras esto pasa, el Ministerio de Educación se encierra y comunica sus decisiones vía decretos. Aun así, expertos señalan que esta crisis puede convertirse en una oportunidad para transformar el modelo educativo del país.

La pandemia tomó a todos los sistemas educativos del mundo por sorpresa. Si bien se esperaba un receso en las clases, pocos países hicieron planes para una suspensión que duraría todo el año escolar.

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La adaptación de cada país se definió por las capacidades construidas antes de la pandemia. México implementó un programa televisado para transmitir clases, pues 93% de hogares cuenta con este aparato. Perú entregará un millón de tablets a los estudiantes más vulnerables para los próximos tres años, decisión que sus autoridades tomaron cuando apenas empezaba la pandemia.

¿Qué hizo el ministerio de educación en Guatemala? ¿cómo se compara con lo hecho en la región? Plaza Pública intentó obtener respuesta directa de las autoridades, pero tras cuatro semanas de espera ni accedieron a una entrevista ni respondieron por escrito.

Según especialistas independientes, el Ministerio de Educación (Mineduc) hizo lo mínimo. Fueron rápidos emitiendo guías educativas: Cambiaron la refacción escolar a una canasta de víveres entregada a través de las juntas de padres de familia; también facilitaron un programa de televisión en un canal nacional que transmitía tres horas a la semana para cada grado de primaria, y dos para los de educación media; supervisaron los contenidos del sector privado; y definieron las prioridades.

Pero solo pensaron en el corto plazo.

Por ahora, el Ministerio no ha medido el aprendizaje y desconoce el nivel de deserción, en particular del sector público, donde los rezagos previos se profundizarán.

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Antes de la pandemia, 2 de cada 10 jóvenes iban a diversificado

Antes del COVID19, las cifras de acceso a la educación en el país ya iban a la baja. Según datos de UNESCO, en primaria cayó de un 96% de niños que asistían a la escuela en 2009 a un 78% en 2019. Y «cada punto implica miles de niños», advierte Lucía Verdugo, oficial de educación de UNESCO en Guatemala.  

Sin embargo, la cobertura escolar en primaria es la más amplia dentro de los diversos niveles educativos.

En promedio, un guatemalteco asiste a la escuela 6 años. Un 40% de los que abandonan los estudios lo hacen por falta de dinero y porque deben trabajar, según datos del censo 2018. Esto se enlaza con la necesidad de pagar a instituciones privadas si se quiere seguir estudiando, pues el 80% de los institutos de diversificado son privados.

Lo privado no es garantía de calidad, pues solo 4 de cada 10 graduandos aprueban evaluaciones de lenguaje y 2 de cada 10 de matemáticas, señalaba Walter López, de la Universidad Rafael Landívar, en un ensayo.

Por eso, encontrar en la educación una escalera para mejorar las condiciones de vida es aún una aspiración, señala Bienvenido Argueta, ex ministro de Educación. «Lejos de ser un Estado que genera condiciones de igualdad de oportunidades, o de condiciones meritocráticas, tenemos un sistema que divide a la gente: los pobres, abandonados, sin condiciones de desarrollo, frente a quienes tienen capacidad de pagar», expone.

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Banda ancha para los acomodados, WhatsApp si no hay dinero

El 17 de marzo Mineduc suspendió clases en todo el país. A lo largo del año facilitó dos guías educativas con contenidos de matemáticas, comunicación y ciencias naturales (cada una para 100 días, según indicó el viceministro Antonio Cermeño a la bancada UNE) distribuidas junto a la refacción escolar, y usó la televisión como medio para alcanzar a los estudiantes del sector público.

Estas acciones responden a una realidad apabullante: según datos del censo 2018, el 83% de hogares en Guatemala carece de internet, y según indicadores educativos del MINEDUC, solo lo hay en algo más de uno de cada dos centros educativos, una proporción ligeramente superior a la de escuelas que tienen agua potable.

Pero de estrategia tuvo poco, explica Magdalena Marroquín, maestra de preprimaria de Ciudad de Guatemala. Las herramientas facilitadas por el MINEDUC fueron incluso un estorbo para su labor pedagógica, explica.

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«La televisión no correspondía con las guías ni con lo que yo enseñaba, para nada. Cada maestra decidió trabajar a criterio propio. Nosotras, con aprobación de los padres de familia, entregamos lista de artículos y libros. Seguí mi planificación y mi currículo nacional base por aparte. Todo lo que dio el gobierno este año, las clases en televisión, esas guías, no les aporta a los niños absolutamente nada» sentencia.

Marroquín explica que las clases televisadas y entrega de guías comenzaron en mayo, pero no estaban enlazadas, pues las últimas eran informativas sobre el COVID19. Las guías que se entregaron en julio sí incluían actividades, pero eran demasiado básicas, como para «mantenerlos entretenidos», explica.  

Al unir las deficiencias en las guías y la falta de internet, el panorama para el aprendizaje de estudiantes en el sector público es incierto. Además, distante al de los estudiantes de colegios de élite que sí aprovecharon la conectividad para mantener el ritmo de aprendizaje.

Según explica Lucía Verdugo, de UNESCO, no hay sustituto a la educación presencial, pero el acceso a internet facilita el aprendizaje. «En educación lo llamamos el 'proceso enseñanza-aprendizaje', el vínculo e interacción entre maestro y alumno. En radio y televisión no hay interacción, y por eso no hay seguimiento. En las plataformas audiovisuales, se logra ese intercambio», explica.

Esta dificultad y la forzada separación llevó a los maestros a ingeniar formas para un diálogo, aunque fuera diferido: el WhatsApp, y la voluntad propia de cada maestro.

Muchas de las buenas experiencias regionales coinciden en el uso de esta aplicación, señala Walter López. «Le echas una recarga, y te puedes comunicar, funciona casi sin datos y se puede distribuir material educativo», explica.

Magdalena Marrroquín, maestra de preprimaria, confirma que el WhatsApp se convirtió en su principal herramienta, pues las condiciones económicas de los padres de familia no le permiten usar otra plataforma.

La opción que tienen es comprar paquetes de aplicaciones que usan pocos datos, explica Marroquín. «Pagan paquetes de WhatsApp y ahí les voy enviando las guías que hago, me grabo haciendo algún trazo o descargo videos cortos y se los mando», explica.

Además, se conecta cuatro horas diarias por la mañana, para enviar el material, resolver dudas e intercambiar y calificar tareas, que envía y recibe por medio de imágenes. Ni ella ni los padres reciben apoyo del Estado para pagar el internet.

Otros catedráticos se dedicaron a visitar a los estudiantes, distribuir y recibir las guías que ellos mismos crearon, cuenta Bienvenido Argueta. Los maestros -que quisieron- se echaron al hombro el seguimiento a los niños.

Sin conocer lo que ha aprendido cada estudiante, tanto López como María Aceña, investigadora del Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEN) y ex ministra de Educación, coinciden en la necesidad de una evaluación pendiente.

Todas estas dificultades llevarían a pensar que la deserción escolar será alta. En el grupo de niños a los que enseña Marroquín, «de 32 estudiantes, hay 6 que ya no contestan ni envían tareas», cuenta. Las autoridades ministeriales no tienen certeza sobre los abandonos, según dijeron en una situación ante la Bancada UNE el 21 de septiembre.

La única cifra que el Mineduc pudo dar para dimensionar la deserción escolar puede inferirse de la cantidad de guías entregadas a los estudiantes. La ministra Claudia Ruiz aseguró que había 2.4 millones de estudiantes inscritos en escuelas públicas en marzo, pero que sólo distribuyeron la mitad de las guías en la última entrega.

«Eso quiere decir que la mitad de los niños inscritos no recibió guías ¿por qué?», preguntó Barreda sin que las autoridades encontraran una respuesta.

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El aprendizaje no fue igual

El Mineduc decidió priorizar tres áreas de aprendizaje con la entrega de guías: matemáticas, comunicación y lenguaje, y ciencias naturales.

Los expertos reconocen que estas áreas son los pilares de la educación, pues construyen la lógica y comprensión de ideas necesarias para cualquier otra área de aprendizaje. «Si no sabes interpretar un texto no vas a tener ciudadanía porque no vas a poder interpretar la realidad. Las capacidades de lectoescritura y matemáticas te enseñan a pensar», explica Walter López, de la Universidad Rafael Landívar.

Para Bienvenido Argueta es comprensible que se haya priorizado estas materias en la emergencia, pero pueden ser una limitación para formar al estudiante en su condición humana y ciudadana. «Los sistemas educativos en el mundo no se conciben para que los niños aprendan a escribir», apuntala Verdugo, de la UNESCO, «sino para la formación de los ­ciudadanos­», explica.

Áreas como los estudios sociales, educación musical y expresión corporal quedaron fuera del pensum escolar durante la pandemia.

Pero además de los cursos, este año se suspendió la socialización en la escuela. Walter López recuerda que la escuela da la posibilidad de convivir con los compañeros y se convierte en un «espacio de formación de la personalidad social­».

Lo que más extrañan los niños y jóvenes es precisamente a sus compañeros, como contaron a Plaza Pública en este video. «Extraño la interacción con mis compañeros y maestros» cuenta María Lucía, estudiante de bachillerato de la ciudad de Guatemala, mismos elementos que extraña Joseph, estudiante de preprimaria: «mis amiguitos, jugar, la física, mi maestra». El COVID19 también se detuvo esa formación.

¿Deben ganar el año?

Durante meses esta pregunta mantuvo en incertidumbre a estudiantes, padres de familia e incluso catedráticos, pues el Mineduc no adelantaba nada.

Ante la bancada de la UNE, las autoridades de Educación no supieron responder cómo estaban evaluando a los alumnos. Solo indicaron que proyectaban una evaluación en 2021. Tampoco había criterios para saber si ganarían el año.

Pero en las últimas semanas desataron el nudo. Según dos acuerdos ministeriales, los estudiantes de preprimaria avanzarán sin evaluación, mientras en primaria y nivel medio ganarán si el promedio las tareas asignadas es superior a 60 puntos. El ciclo escolar terminará en octubre para el sector público y noviembre para el sector privado.

Esta decisión aporta alguna certeza, pero difiere a lo recomendado por expertos y la experiencia regional, que priorizó una promoción acompañada y una evaluación que permitiera nivelar a los estudiantes a partir de su conocimiento. 

Cómo evaluar es por sí misma un área de debate en la investigación educativa, señala Bienvenido Argueta. «Uno de los principios básicos es que los estudiantes deberían saber de qué los están evaluando. Otro, que no hay buenos y malos, sino lentos y rápidos, pero todos pueden aprender si se les dan las condiciones», expone.

Pero este año en particular, no hubo condiciones, explica Argueta. Por ejemplo, los maestros no pudieron dar un seguimiento que permitiera evaluar la evolución en el aprendizaje del estudiante, porque no hubo contacto, explica. «¿Qué estamos evaluando­?», se pregunta, concluyendo que no sería justo reprobarlos sin condiciones, pues «no hay maestros, internet, ni computadoras» indica.

Para Lucía Verdugo, de la UNESCO, la evaluación en Guatemala, pero en particular en este contexto, tendría que dejar de depender de un número que puede ser visto como un castigo que incida en el abandono escolar.

La salida al laberinto se encuentra en una promoción acompañada, señalan los expertos. Una propuesta híbrida que permita conocer si cumplió con las tareas, conocer el avance en el aprendizaje, y reforzar donde sea necesario en los primeros meses del próximo año. Además, debería «tomar en cuenta el contexto la pandemia y la situación emocional de los niños», explica Walter López, del IDGT, y ser una labor de todo el claustro de maestros de la escuela, sugiere Argueta.

Otra situación es la de los graduandos de diversificado, a quienes se deberían priorizar los contenidos mínimos para evaluar si pueden pasar a la universidad, coinciden.  

Independiente al consejo de los expertos, el Mineduc tomó la decisión de ponderar el trabajo realizado por estudiantes. Sigue sin explicar cómo midió el aprendizaje del 2020, ni el tipo de acompañamiento que darán en el próximo ciclo escolar.

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Pocas luces y mucho silencio respecto a 2021

El 30 de septiembre, el Mineduc emitió un acuerdo con el cuál propone un modelo «híbrido o mixto» para el sistema educativo nacional en 2021. Este «refiere a una forma de entrega educativa que combina el aprendizaje en el aula y en casa, con el propósito que todos los estudiantes puedan continuar con el proceso educativo de forma segura», explica el acuerdo. También se establece que el calendario 2021 se emitirá conforme lo determine el sistema de alertas del Ministerio de Salud, y que redactarán protocolos para asegurar la higiene en los centros educativos.

Dicho acuerdo no desarrolla más criterios. A pesar de que Plaza Pública intentó obtener esta información de las autoridades, no dieron respuesta las solicitudes de entrevista e información.

Los expertos consultados explican que el modelo híbrido se trata intercalar a los grupos de estudiantes en distintos días a la semana: si son 50, cada día asiste un grupo de 10 niños para asegurar la distancia social, y la instrucción. Además, debe realizarse una adecuación curricular y aplicar metodologías alternas, explica Lucía Verdugo, de UNESCO.

Los maestros, no obstante, aún no saben el detalle del modelo híbrido, como indica Magdalena Marroquín, maestra de preprimaria. «Lo mismo que sabe usted sé yo, o creo que usted sabe más» indica.

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Ese hermetismo no exclusivo hacia la prensa, señalan los expertos consultados, aduciendo que la falta de criterio y la poca transparencia se debe a que las autoridades no saben cómo encarar el 2021. «Hablando con colegas coincidimos en que es abrumador el silencio del ministerio. No tenemos luces más que fechas, no tenemos claro qué vamos a hacer y el ministerio tampoco, pero no quiere revelarse y decir que no sabe» explica. Walter López, investigador del IDGT Landívar.

Los expertos indican que, si las ideas y soluciones son escasas, lo mejor sería abrir una mesa de diálogo con los sectores involucrados para generar criterio, nuevas ideas con una visión de interés público. «Es el momento de convocar a los mejores, y ver qué hacen otros países» señala la exministra Aceña.

También es necesario pensar a largo plazo, pues la pandemia no se irá pronto, indican. «No sabemos cuánto va a durar la pandemia, pero sí que los problemas educativos van a seguir», expone López. Planificar para los próximos años, con base en diagnósticos y el criterio de los expertos, resultará más útil que reaccionar sobre la coyuntura, explican.

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Ideas para convertir la crisis en un nuevo modelo educativo

A pesar del celo de las autoridades, los expertos coinciden en que la crisis puede convertirse en la oportunidad de transformar el sistema educativo del país, si se genera un mejor presupuesto e infraestructura, se da el salto digital, se reforma al currículo escolar, y se atiende la formación docente.

En 2021, el presupuesto para educación suma 18.6 millardos de quetzales, casi 900 millones más que en 2020. Pero el ejercicio advierte que buena parte de este incremento se realiza para atender el pacto colectivo con el magisterio nacional. 

Ya que el instrumento está en discusión, vale la pena escuchar el criterio de los expertos. Los recursos para educación deben alcanzar los estándares regionales de inversión, explica Lucía Verdugo, de la UNESCO. «La recomendación internacional es invertir el 6% del PIB en educación, pero Guatemala otorga 2.8%. Aunque educación es casi el 20% del total del presupuesto, respecto al PIB es el más bajo de la región» explica.

En el corto plazo, los expertos ven que el presupuesto 2021 debe priorizar infraestructura y acceso a internet. Esto implica la reparación de escuelas, pues el 80% de centros no tienen agua potable ni baños. También implica definir quién tiene la rectoría de la infraestructura escolar, señala Aceña.

Infraestructura también implica acceso a tecnología e internet, asegurando computadoras y conectividad a todos los sectores del país, pero en particular, a los menos accesibles. «Ser profundamente selectivos: hay que darle las mejores computadoras, las bandas más anchas a la gente más pobre, porque de otra forma no pueden tenerlas­», considera Bienvenido Argueta.

Para asegurar de forma más inmediata esa cobertura, las ideas planteadas por los expertos pasan por negociar con las empresas telefónicas para ceder derechos a cambio de beneficios. Para Aceña, la oportunidad de negociar la banda 4G condicionando la cesión a la distribución de datos para escuelas y estudiantes. Argueta ve otro mecanismo, en el que las megaempresas paguen impuestos dando banda ancha a los sectores menos conectados.  

En tanto, López, de Landívar, va un paso adelante y plantea que el Estado debería arriesgarse a hacer del internet un derecho humano «por todo lo que representa la web. Debería hacerse una legislación que permita que tengamos acceso la mayor parte de la población» viendo en el internet una catapulta al aprendizaje.

Finalmente deben hacerse reformas que permitan empujar la calidad educativa. Estas decisiones pasan por reenfocar la formación para estudiantes y con ello, para los docentes, dirigiéndola a la formación de competencias blandas y principios ciudadanos: trabajo en equipo, curiosidad, investigación, para que la persona tenga más «comprensión de las ciencias, del mundo, una vida más comprensiva» apunta Bienvenido Argueta.

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En general, se trata de atreverse a soñar a partir de este momento, indican los expertos. «Si no reformamos ahorita, no sé cuándo va a ser. Debería ser una oportunidad» explica López. «Es el momento de soñar, de llevar al Ministerio a que rompa con ese modelo jurásico que lo único que hace es reproducir la mediocridad» explica Aceña.

Este es el mensaje que nos deja el COVID19, indica Argueta: «si queremos salir de la crisis, como sociedad debemos hacer cambios esenciales».

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