Entre los elementos principales de concepto y propuesta podemos mencionar institucionalidad, tierra, detonadores de empleo, alianzas sectoriales, la dimensión urbana/rural, la tecnología, la infraestructura productiva y el financiamiento de las zonas rurales. La distancia entre la conceptualización y el planteamiento de la propuesta permite el desvío de la discusión a los intereses particulares y la consiguiente deformación de su esencia. Los intereses políticos, o el politiquear con la bande...
Entre los elementos principales de concepto y propuesta podemos mencionar institucionalidad, tierra, detonadores de empleo, alianzas sectoriales, la dimensión urbana/rural, la tecnología, la infraestructura productiva y el financiamiento de las zonas rurales. La distancia entre la conceptualización y el planteamiento de la propuesta permite el desvío de la discusión a los intereses particulares y la consiguiente deformación de su esencia. Los intereses políticos, o el politiquear con la bandera del desarrollo rural, son los padres de los paradigmas y del cinismo sobre dos de los elementos principales de las propuestas que se plantean a continuación: la institucionalidad y la tierra.
La institucionalidad formal para aplicar las políticas de desarrollo rural en Guatemala deriva de la estructura estatal que se promovió a partir de los acuerdos de paz. En ella intervienen tres niveles de gobierno: el central, el desconcentrado y el descentralizado. A ella debe atenerse la formulación de propuestas de políticas, y sobre esta misma ruta estructural deberá canalizarse cualquier normativa o legislación que se pretenda implementar (a menos que se pretenda implementar con mínima eficiencia, ya que los instrumentos de política pública se ejecutan de distinta forma por parte del Gobierno central, de las gobernaciones y oficinas ministeriales departamentales y de las municipalidades). Así como sucede con otros temas estratégicos (como, por ejemplo, el servicio civil), la solución institucional no es sacar leyes y crear ministerios. La solución pasa por crear sistemas que operen administrando sin rigideces los elementos de las propuestas transformados en instrumentos de políticas.
[frasepzp1]
El otro paradigma relevante es el de la tierra, el del acceso a la tierra, que, partiendo de una visión romántica de las revoluciones que empezaron con el siglo XX (la mexicana es el mejor ejemplo), atribuyen a este factor de producción el papel principal en el desarrollo rural. Este paradigma está tan arraigado que se comete el error de considerar la tierra como un factor de producción único a pesar de toda la evidencia de lo contrario. Actualmente, la tecnología en el agro ha desarrollado formas de combinar factores que en todas sus formas y escalas muestran cómo la tierra no es el único ni el principal factor de producción en la agricultura, cómo la agricultura no es la principal actividad económica del medio rural y cómo la dimensión productiva no es la única dimensión por considerar en el desarrollo rural integral.
Al final, de cara a estos dos paradigmas del desarrollo rural, se desarrollan las posiciones cínicas cuando sus propulsores las identifican con elementos de poder político, tanto la institucionalidad como la tierra. Con este cinismo y con base en estos paradigmas se presentan propuestas que lo menos que van a conseguir es «elevar el nivel de vida de las poblaciones rurales», como pregona el inicio de prácticamente todas las definiciones del desarrollo rural integral. Hay que superar los grandes paradigmas para dedicarnos a construir propuestas con elementos que permitan mejorar las condiciones de las poblaciones rurales. Y eso, cuando menos, debe llevarnos a esbozar qué se propone en materia de generación de riqueza y de preservación del medio ambiente. El reto es plantear qué se debería hacer y cómo. Hacia este tema nos deberá llevar el contenido de la próxima columna.
Más de este autor