Declararlos invitados de honor en Casa Presidencial es la muestra más evidente de su incompetencia e irrespeto de la legislación guatemalteca, pero sobre todo la más clara evidencia del irrespeto de la separación de poderes. Morales y su gente exigen absolución plena para una pareja que de manera consciente y reiterada sobornó a autoridades y adquirió documentación falsa. Eso es delito en cualquier parte del mundo, por lo que la pregunta que debemos hacernos es por qué todo el aparato gubernamental los protege. ¿Será porque resultan simples aliados en el intento de desterrar para siempre la Cicig y, con ella, toda persecución de la corrupción? Tal vez, pero puede haber otras razones, como las no explicadas responsabilidades del actual ministro de Gobernación cuando estuvo en el Renap, pero ante todo los millones de dólares que evidentemente aún posee la citada pareja, los cuales, así como lubricaron mecanismos para obtener documentos falsos, también pueden perfectamente aceitar una maquinaria gubernamental enlodada hasta el cuello con la corrupción.
Si queremos considerar legalmente residentes en el país a los señores Bitkov, nacidos en Rusia, hay que identificarlos con sus nombres guatemaltecos. ¿Que son falsos? Bueno, el señor presidente Morales, al tenerlos de invitados especiales y posar junto a ellos para la posteridad, parece decirnos que los señores Igor Benítez García (él) y María Rodríguez Gemanis (ella) son personas tan legítimas como Jimmy Morales, que antes se llamaba James Morales.
Si bien Igor Benítez dice haber nacido en Taxisco y estar avecindado en Guazacapán, lo cual es totalmente falso, desde la lógica presidencial debemos aceptarlo como cierto, pues con esa documentación compró su lujosa residencia en el mismo condominio donde gente honradísima como Manuel Baldizón construyó sus palacetes, fundó empresas e hizo negocios con gente importante, posiblemente tan honesta como él.
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Con estos invitados de lujo Morales le ha enviado un claro mensaje a la sociedad. No importan los delitos o crímenes que cometas. Si estás junto a los poderosos y tienes dinero para pagar los apoyos, estarás siempre entre los que manejan y usufructúan los bienes del país.
El señor Bitkov —Benítez García, según sus documentos falsos guatemaltecos— dice ser dueño de una empresa papelera en Rusia, el país donde dice haber nacido. Pero no dice, en toda la propaganda que ha difundido en sus páginas electrónicas, cómo adquirió ese bien. Además, como es sabido en todo el mundo, los magnates y millonarios rusos lo fueron de la noche a la mañana al apropiarse ilegal e ilegítimamente de empresas que, hasta antes de la caída de la Unión Soviética, eran propiedad del Estado.
Argumenta infantilmente que creía estar haciendo todo en el marco de la ley. Nadie en su sano juicio y con un mínimo de instrucción puede argumentar que adquirió documentación con otro nombre y otro lugar de nacimiento seguro de que estaba haciendo algo legal, pero tal parece que Jimmy Morales es el único de los mortales que píamente cree en la palabra de Bitkov-Benítez.
Nunca, además, el señor Bitkov-Benítez presentó una solicitud de asilo. Y en el país de donde obtuvo el pasaporte para llegar legalmente a Guatemala no hay indicios de participación política, sino solo la demanda por el impago de un millonario préstamo. No consta en ningún organismo de derechos humanos que haya denunciado su caso. Solo ahora, cuando Morales y su gente se disponen a enfrentar los convenios internacionales que protegen a los ciudadanos de la violencia y de la corrupción de los gobiernos, se han erigido en los defensores de prófugos por delitos económicos.
Las imágenes del presidente y de su vice del brazo de dos personas que evidentemente delinquieron en el país al adquirir identidades falsas serán tal vez el mejor retrato del gobierno efecenista: una época que los guatemaltecos del futuro verán con vergüenza y pena, peor aún si, como es la intención de aquellos, se aferran al poder por varios años, pues no hay enfermedad que dure cien años.
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