Hace rato ya que dejé atrás el último Wal-Mart, los bares de desnudistas en las afueras de El Paso, las últimas casas, los centros de self-storage y las ventas de repuestos usados, Yonkers que les dicen. Voy cruzando el desierto en la autopista.
Se trata de un hombre, un ranchero informaron al principio pero resultó ser un mecánico retirado, que disparó contra dos hombres que ingresaron a su propiedad. A uno le pegó un tiro en la pierna. Al otro en el brazo y en el culo. Las víctimas son padre e hijo y están convencidos de que el hombre les disparó porque parecían mexicanos.
He estado todo el día posponiendo el viaje. Me pregunto si por huevonería o por miedo. Da igual, ya es tarde y mejor piso el acelerador para llegar cuanto antes. Hace rato que dejé la autopista y voy por un camino vecinal en medio del desierto. Tampoco tengo mucha idea hacia dónde voy con tanta prisa hasta que siento el primer bache en la carretera. Tengo que frenar.
La carretera acaba al llegar a una intersección con un rótulo grande que dice: “No Trespassing”. Después de allí, son caminos de tierra.
Hace calor, mucho calor y no se ve un alma en kilómetros a la redonda. Voy con las luces intermitentes puestas y muy despacio, como para dar la idea de que no quiero problemas.

Por fin veo una casa. Está en el centro de un terreno desolado, en medio de la nada. No me animo a entrar. No vaya ser que sea la casa del tirador. Sigo manejando despacito. Al llegar a una intersección, aparece un pickup grande.
Viene manejando un hombre que, así a lo lejos tiene un aire a Danny Trejo, el que interpreta el personaje de Machete en la película de Robert Rodriguez. Le hablo en inglés, pregunto si sabe donde encuentro a Joseph D. No le conoce. Me dice que allí cerca vive Joe. Supongo que debe ser el mismo.
-¿Habla español?, pregunto.
-Un chingo…
-¿Sabe donde fue el tiroteo la semana pasada?
-Sí, allí… y señala para una casa a unos 500 metros.
-¿Es seguro ir? ¿Será que me dispara el hombre si llego? ¿Está loco?
-Mejor sígueme.
Me subo al carro y le sigo. Su casa es la que acababa de pasar. Entramos y voy todo el tiempo pensando si no será una trampa.
Al llegar, me pregunta si es cierto que soy periodista o mejor que le diga la verdad… ¿no serás policía?, pregunta.
Saco mi carnet, saco una tarjeta y saco la cámara. No se queda convencido pero igual comienza a contarme de su vida en el desierto.

Vive en una casa que él mismo hizo. Cuando vino hace 15 años, apenas tenía una traila. Un trailer house, como le llaman aquí a las casas prefabricadas que pueden mudarse de un lugar a otro. Ahora tiene una casa de concreto y block, un patio donde cada año hace una fiesta para la Guadalupana, dos ponies en el fondo del terreno y un pickup sin ruedas.
-Me las robaron, mira nomás como dejaron la troca.
Comienza a explicarme que ha habido muchos robos en la zona y luego me muestra un compresor que tiene frente a su casa. Está medio borracho, es sábado y se nota que acaba de salir de trabajar. Aún trae puesta la camisa de su trabajo. Es de esas camisas tan estadounidenses que tienen un parche con el nombre de la empresa y otro con el nombre del empleado, bordado en letras cursivas.
Me ofrece una cerveza y yo la acepto.
-¿Te gusta la cerveza Mexicana?
- Carta Blanca, qué rico.
-Eres mexicano.
-No, guatemalteco.
-La misma cosa. ¿Seguro no eres policía?
-No, soy reportero.
Saca una botella de litro de cerveza.
-Tómale, tómale…
Está fría y pasa por la garganta hacia el estómago. Hace tanto calor que le pego tres tragos y ya me he bebido una tercera parte de la botella. Se la entrego, él hace lo mismo.
-Hace quince años que vine. Con estas manos construí esto.
Señala la casa, señala una hornacina donde cada año pone a la Virgen de Guadalupe para que los matachines lleguen a bailarle a la patrona de todos los mexicanos. Señala su terreno. Es su dominio. No hay agua, ni luz. Pero me jura que no se vuelve a la ciudad. Me dice que se ha vuelto peligroso el lugar, pero que igual no se va.
-Mi hija, que está chamaca y estuvo en Irak, me dice que si vienen a robar, los mata. Yo ya tengo 56 años, no estoy para eso.
-A mí me da miedo eso…
-¿Los ladrones?
-No, hacerme viejo…
-Pues te chingaste, que para allí vas.
Recibe una llamada. Es su hijo, dice que a lo mejor llegará a visitarle esa tarde.
-Véngase mijo, acá tengo cervezas y nos ponemos un buen pedo.
Tiene varios hijos con una mexicana que era ciudadana estadounidense. Vivían en Juárez y ella lo convenció de mudarse a los Estados Unidos hace 35 años.

-Me arrepiento de haber venido, me arrepiento de todo… Nunca me arregló mis papeles, nunca… ¿sabes? al final fueron mis hijos los que me hicieron ciudadano. El otro día, le dije a la vieja: qué triste, nunca te necesité de veras.
Después de preguntarme cinco veces más si no soy policía y soltar algunos comentarios de que está armado y que no dudaría en dispararle a alguien -"no a matar, a las patas… para que se les quite lo ladrón"-, le gana el orgullo y me invita a su casa. Quiere mostrarme la televisión de plasma, quiere mostrarme la casa que hizo con sus manos. Adentro, hay camas, muebles, el televisor. Adentro hay libreras con enciclopedias y una mesa con muchas frutas y verduras encima. Hay polvo dentro de la casa. Hay polvo en todos lados en esta zona. Tengo ganas de irme. No me siento cómodo en su casa.
Le digo que voy a buscar al tirador.
-Ve con cuidado. Ese güey es malo. Dicen que ha matado más gente.
Voy con cuidado. Me paro en la puerta y su casa se ve al fondo, como a 300 metros. Es salida de una película de suspenso en el desierto. Tiene matrículas de autos clavadas en los postes de la cerca y, al fondo, se ven varios carros abandonados. Sopla un vientecillo que levanta el polvo. Salvo Chemo, seguramente no hay nadie en kilómetros a la redonda. Nadie podría oírme gritar.
Gracias a la cerveza me animo a tocar la bocina, espero. Vuelvo a tocar. Sigo esperando. No sale nadie de la casa. Se hace de noche. Considero entrar. Pienso en el camino de vuelta. No entro.
No se si es por miedo. Seguro es por miedo. Gracias a dios no estoy tan borracho como para entrar.
Nobody wants him
They just turn their heads
Nobody helps him
Now he has his revenge
Heavy boots of lead
Fills his victims full of dread
Running as fast as they can
Iron Man lives again!
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