Recuerdo bien cuando viajábamos con mi papá para poner la primera piedra y, luego, para inaugurar centros universitarios en distintas regiones del país gracias a iniciativas impulsadas por originarios y profesionales de diferentes departamentos y respaldadas por la gestión del entonces rector magnífico de la USAC, Roberto Valdeavellano, y por mi papá como director financiero. Era una niña, pero recuerdo que, entre lo aburrido del protocolo (aún me lo parece), yo esperaba la majestuosa participación de la estudiantina.
La idea del Cunor se gestó en Cobán. Acá comparto fotografías que me envió la doctora Patricia Cortez junto con este texto: «Fue una reunión que hubo en el instituto para proponerle a la USAC que trajera a Cobán el centro universitario. Son fotos tomadas por Eduardo Sam Aldana que mi papá compró. Es la pura historia de Cobán. Un grupo bien heterogéneo: están don Esteban Pop, el doctor Bernardo Villela, tu papá (Nayo) y el mío (doctor Eduardo Cortez). Creo que es aproximadamente en 1970».
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Hace tres años, durante la celebración del cincuentenario del Plan de Prestaciones de los Empleados Universitarios, recibimos un reconocimiento póstumo por la activa participación de mi papá en su creación. Según comentario del licenciado Roderico Segura, exrector de esa casa de estudios, «Nayo fue uno de los principales pilares de la creación del plan de prestaciones y del reglamento, que hasta hoy es el que utiliza dicho plan. Con ciertas modificaciones y modernización, es la columna vertebral del mismo».
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Mis recuerdos son más familiares. Sin embargo, recuerdo bien que en la casita de chocolate, que era nuestra casa en Purulhá, siempre había biólogos de distintas nacionalidades que se acercaban a la universidad a buscar apoyo investigativo sobre flora y fauna de la región. A la casa debíamos entrar siempre con cuidado de no mover algún sismógrafo. Esto motivó a mi papá a trabajar con el licenciado Mario Dary en el cometido de gestionar las fincas, siempre en Purulhá, para la creación del Biotopo Universitario para la Conservación del Quetzal. Recuerdo acompañarlo con mis hermanos a negociar a las diferentes municipalidades de Salamá, San Jerónimo y Purulhá la donación o adquisición de tierras en nombre de la universidad. Mi hermano René y yo acompañamos a Nayo y a Mario a trazar con lazo de maguey los senderos que hasta hoy se utilizan. Fue pionero en la región en impulsar el ecoturismo y el turismo científico.
Bernardo Lemus (Nayo) fue también defensor de los recursos naturales, particularmente por sus estudios que se convirtieron en documentos de denuncia contra la Exmíbal (Exploraciones y Explotaciones Mineras en Izabal), así como contra la minería a cielo abierto. Publicó, entre otros libros, Introducción a los problemas económicos de Guatemala, El petróleo y las mineras en Guatemala: problemas creados, Economía internacional, Análisis de la economía en Guatemala y política de desarrollo y Balanza de pagos internacionales. Adelantado a su época, realizó estudios de producción de miel, aguacate y tilapia.
El doctor Eduardo Velázquez recuerda: «Fue mi profesor. A nuestro entender, había logrado, además de su licenciatura en la Universidad de San Carlos, estudiar tanto en Italia como en el Instituto de Planificación Económica y Social de Chile. Sus clases eran magistrales. Gran conocedor de la teoría económica de John Maynard Keynes. Siempre iba muy bien vestido. [Era] parsimonioso al hablar y realmente una persona que denotaba mucha cultura».
Tengo la firme convicción de que las vidas de mi papá y de sus amigos (profesionales o no) fueron testimonio de incidencia en la reducción de la brecha de desigualdad en la educación, así como en la promoción y descentralización de esta desde políticas públicas, y en la participación de los estudiantes en la implementación del ejercicio profesional supervisado (EPS). Según sus propias palabras, «el estudio de profesionales y estudiantes, con el fin de ir formulando una teoría acorde con nuestra realidad y nuestro tiempo que contribuya a superar nuestra grave situación de atraso». No olvido que los documentos que él siempre cargaba en el portafolios llevaban, antes de su firma, una frase que fue su filosofía: «Id y enseñad a todos».
Un honor recibir su legado.
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