Venía de completar la tercera etapa de un recorrido de 100 kilómetros en bicicleta de montaña a través de caminos desérticos en el sur de Texas.
Y lo curioso es que venía con las piernas y los zapatos un poco empolvados pero con esa apariencia de quienes no han sudado una gota en días. Y pienso yo, o es de esos que no sudan ni se despeinan en medio de una batalla o, de plano, hizo como yo hace ya tantos años que me mandaron a correr 10 kilómetros para la clase de educación física y me presenté al Colegio Don Bosco, salí, di la vuelta a la esquina y me fui a fumar dentro del carro. Dos horas más tarde me aparecí en la meta, como Bush el otro día, sin una gota de sudor.
El martes, yo estaba un poco lejos, pero supongo que no hubiera sido mala idea acercarme y ver si el hombre tenía olor a tabaco.
O puede ser que le dieron una toallita para que se secara antes de ir con la prensa.
Al final de cuentas maneje casi mil kilómetros para ir a verlo (hice otro reportaje en el proceso) y escuchar que está preocupado por los soldados que perdieron sus piernas y brazos en la guerra del terror. Esto fue antes de que Obama matara a Osama.

Los soldados se ponen y quitan las diferentes prótesis de última generación. Ora para andar en bicicleta, ora para caminar por la calle…
Los soldados, muy soldados ellos, no se permiten una reflexión sobre lo que pasó, el porqué perdieron sus piernas. Dicen que no hubo un momento en tres días de ruta con Bush en que saliera el tema de: “Mirá, perdí mi pierna por esa guerra que mandaste a hacer”. Digamos que es cierto.
De vuelta pasé por Fort Davis, un pueblito que estaba a punto de agarrar fuego en las montañas del sur de Texas. Viendo estos pueblos, chiquitos, donde sus mil habitantes deben morirse de aburrimiento en el verano y de asco en invierno, con su vida rural, simple y monótona, uno comprende los estereotipos que se hacen algunos sobre Texas.
Lo que es a mí, me gusta. El desierto, los inmensos espacios abiertos, las carreteras infestadas de coyotes y venados por la noche. Y la oscuridad. Es la zona, más oscura del país. Con una densidad poblacional mínima y estrictas regulaciones de contaminación ambiental para proteger al observatorio McDonald de la intensa luz que emanan las ciudades acá.
Es tan oscuro que hay un tramo de la carretera donde no podés sino parar y bajarte del carro a admirar el cielo. Lleno de estrellas y con tanta oscuridad que casi es posible ver la vía láctea. Eso hasta que te acordás que hay coyotes, víboras de cascabel y rancheros armados hasta los dientes. En eso, mejor subirse al carro y reanudar la marcha.
La noche es larga entre Fort Davis y El Paso. Después de un día metido en incendios forestales, todo huele a humo. La ropa, la piel, los pulmones. Todo se impregna de un olor intenso a madera y grama quemada. Dicen que hace 80 años que no estaba tan seco esto, desde agosto que no llueve. Es como un polvorín, dicen, con nadita agarra fuego.
De vuelta, me sorprende una tienda Prada, en medio del desierto. Es un local pequeño, con un escaparate iluminado con luces fluorescentes y adentro tiene zapatos y carteras de la famosa marca. En sus toldos, tiene pintada la leyenda: Marfa Prada. Así como hay tiendas Prada en Nueva York y Londres, seguro que Marfa, con sus 2.000 habitantes, tiene para presumir.
Al final la historia de Bush, mi primera historia más o menos importante, resultó en una cagada de mi parte. No una gran cagada, una cagadita. Puse que la carrera había sido en el parque nacional Big Bend, cuando en realidad fue en el parque estatal Big Bend. A nadie parecería importarle, salvo a los administradores del parque, que estaban furiosos por la equivocación. Un cagada chica, pero al final de cuentas si tenemos en cuenta que es una cagadita de mosca en una página en blanco, pues es lo que se ve. Habrá tiempo para reivindicarme, supongo.
Vuelvo a El Paso, es noche. Apenas es jueves y tengo ganas de hablar con los chicos.
El fin se semana no hay juegos de video. Pilar los ha castigado por pelearse. ¡Habráse visto! dos hermanos de 13 y 11 años peleando… adonde irá a parar este mundo.
Total que solo hablamos, la conexión es mala y no da para mucho. Pero me entero de que Pilar tiene novio, que se llama Diego y que es mamado como uno de los personajes de Glee.
Ojalá que sea buen tipo.
J.
2 de mayo de 2011
And nobody said that the raven was dead,
So you hid all your tears in the grass.
Sure, it could look like dew, but they’re laughin’ at you
And they’ll send in their clowns when you’re lost.
Sure, it could look like dew, but they’re laughin’ at you
And they’ll send in the clowns when you’re lost.
You said, “Damn be this wind it’s still movin’ on in
To the bones and the bed of my soul.”
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